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Tasa social de descuento

Anastasia Hernández Alemán

Las Palmas de Gran Canaria —

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¿Qué legado queremos dejar a nuestros hijos?. ¿Es la ecotasa la única alternativa posible para conservar nuestro patrimonio natural?. ¿Cuánto estamos dispuestos a sacrificarnos?. ¿Nos lo comemos todo ahora o dejamos un poquito para mañana?

Pues sí, mis queridos lectores. Esto es lo que refleja la tasa social de descuento: ahora o mañana. Algunos de ustedes ya se estarán cuestionando ¿qué es esto de la tasa social de descuento?, ¿otro tributo más? ¡No, no se alarmen! No es más que una tasa de descuento. Muchos de los consumidores que acuden a un préstamo saben que deben pagar un interés por consumir hoy lo que podrían consumir en el futuro pero que han decidido adelantarse el consumo al momento presente por las razones que fueran.

Una tasa de descuento no es otra cosa que el precio del futuro o el valor del tiempo. Las personas en general tendemos a preferir consumirlo todo en el momento presente. Hay buenas razones para ello. Mañana no sabemos si nos vamos a levantar. No obstante, como seres racionales estamos dispuestos a sacrificar el consumo presente a cambio de un “premio” o de un “tipo de interés positivo”. Pero ¿cuánto de grande debe ser este tipo de interés positivo?

La tasa de interés es sólo una manifestación de la tasa de descuento que nos refleja la velocidad a la que pierde valor un bien por el transcurso del tiempo. Es la velocidad a la que se deprecia un recurso por el transcurso del tiempo. Cuánto mayor sea la tasa de descuento, menor será el valor que asignamos hoy al suceso, al activo o al recurso de mañana. En condiciones normales, las personas preferimos el presente y descontamos el futuro. Pero, ¿y la sociedad y el conjunto de individuos que conforman la sociedad?, ¿prefiere también, y en todos los casos, sólo el consumo presente?

Pensemos que a nivel individual somos mortales pero en términos de colectividad no lo somos. Tenemos la oportunidad de legar a las generaciones futuras. ¿Cuánto vale la pérdida de bienestar de las generaciones futuras por no poder disfrutar en el futuro de un determinado espacio natural? La tasa social de descuento refleja el consumo que estamos dispuestos a sacrificar en el momento presente a cambio de una mayor satisfacción social en el futuro. Claro que igual, casi seguro, serán nuestros hijos o nuestros nietos o bisnietos los que van a experimentar esta mayor satisfacción o consumo. ¿Estamos dispuestos?

La tasa social de descuento cobra gran relevancia cuando los gobiernos deben tomar una decisión acerca de qué proyectos de inversión pública deben ejecutar; en particular, cuando los beneficios sociales afectan a las generaciones futuras. Les invito a que reflexionemos juntos. ¿Cuántos de ustedes hubieran querido que nuestros padres o nuestros abuelos nos legaran un “Puerto Rico” o un “Mogán” sin tanto ladrillo?

Parte de esas montañas o barrancos ya sólo se pueden observar en su estado natural a través de las fotos del pasado. Pero igual estoy siendo injusta en mi juicio. Para ello hubieran tenido que sacrificar parte del beneficio monetario de los proyectos de inversión de aquél momento. Es claro que optaron por el consumo presente de aquél entonces. Cuanto mayor sea la tasa social de descuento que asignemos a los proyectos de inversión pública que afectan a las generaciones futuras como es la protección del medio natural, ejemplo típico, significa que damos mayor valor al consumo presente, y menor valor al recurso o activo en el momento futuro. Nos refleja cuánto de rápido queremos comernos nuestro patrimonio natural. A mayor tasa, menor peso tiene el consumo de las generaciones futuras. A mayor tasa estaremos reflejando que no le damos importancia o que nos importa poco el consumo de que puedan disfrutar las generaciones futuras, en este caso, en lo que a patrimonio natural se refiere.

Pensemos en otro ejemplo. Los hijos. Son un bien público. Son el capital futuro de una sociedad. No hemos sido capaces de asignar una adecuada tasa social de descuento a las decisiones de inversión pública en materia de natalidad de forma que se invirtiera el proceso de envejecimiento demográfico. Hemos postergado esa inversión pública gobierno tras gobierno aunque es justo decir que el gobierno de Zapatero sí lo abordó tímidamente con el famoso “cheque bebé” que tanto dio que hablar. Bueno, pues postergando y postergando llegamos al momento presente con un problema de “caja” en materia de pensiones, y “a buen seguro” un problema de productividad mañana si no actuamos para corregir esta tendencia.

Europa está mayor. ¿Dónde vamos a ir a buscar jóvenes para nuestro mercado de trabajo? La inmigración podría ser parte de la solución pero aquí también hemos postergado las políticas públicas de integración social de los inmigrantes ¿Vamos a seguir postergando las políticas de inversión pública que afectan a las generaciones futuras en pro de un mayor consumo actual? ¡Pura impaciencia! ¡Tal vez miopía!

Así pues, estimados lectores, esto es la tasa social de descuento. Refleja el valor del tiempo en la ejecución de proyectos públicos que afectan a las generaciones futuras. Les invito a que reflexionemos conjuntamente pues de ello va a depender el legado que dejemos a las generaciones futuras ¿Es la ecotasa la solución al problema del cambio climático? Es claro que no pero tal vez nos ayude a sumergirnos en el problema. Si el precio o el coste de un bien o servicio sube porque, por ejemplo, no es respetuoso con el medio ambiente, agudizamos el ingenio, y buscamos una alternativa viable. Por ejemplo, si nos cobran en el super por la bolsa de plástico, nos llevamos una bolsa alternativa de varios usos o una “talega” como en tiempos pasados.

Existe un perfil de turistas, normalmente de mayor nivel educativo, edad y renta que suelen ser muy respetuosos con el medio natural. Tienen muy en cuenta si el destino turístico cuida de su medio natural tanto como de sus “mascotas”. Están dispuestos a pagar más si con ello contribuyen a la causa del cambio climático. Les desagrada observar que no se cuida del patrimonio natural. Es más, les gusta alojarse en “hoteles sostenibles” y usar el transporte público en sus desplazamientos porque con ello reducen su huella ecológica. Pero ¿es esto lo que queremos?, ¿cuánto dinero vamos a perder si no podemos llenar de turistas los aviones a causa de la ecotasa?. ¿Nos sobra oferta alojativa o aún es insuficiente la existente? y ¿quién será expulsado del mercado?. La respuesta es la de siempre: ¡el paro va a subir!, ¡vamos a ser más pobres! Pero si hasta ahora no hemos considerado ninguna tasa social de descuento en las decisiones de inversión pública y tenemos una tasa de paro de las más elevadas de España junto con unos salarios medios de los más bajos de España y unos elevados ratios de pobreza.

¿No les parece que algo no lo estamos haciendo bien?, ¿Seguirán llegando turistas a las zonas del sur cuando aumente la frecuencia de las olas de calor a consecuencia del cambio climático? Para los turistas mayores, sobrepasar los 25º de temperatura ya no resulta agradable. En mi modesta opinión creo que el sarampión vamos a tener que pasarlo más tarde o más temprano. La cuestión es que lo pasemos de la mejor manera posible. En definitiva, los gobiernos o tomadores de decisiones públicas deben decidir acerca de estas cuestiones, y desde luego no serán decisiones fáciles de adoptar: ¿quiénes deben asumir los costes del cambio climático, los adultos de hoy o nuestros hijos o nuestros nietos?; ¿quiénes deben asumir el coste del envejecimiento demográfico, los pensionistas de hoy o los del mañana? porque el problema ya lo tenemos, ¿invertimos hoy en políticas de integración social o lo dejamos para mañana o para cuando se presente el conflicto social?

Establecer una tasa social de descuento a los proyectos de inversión pública refleja el valor del tiempo en cuanto a las decisiones de inversión pública. No obstante, es justo decir que al igual que la ecotasa, la tasa social de descuento no está exenta de problemas en su determinación. Y es que los economistas no nos ponemos de acuerdo. Stern (2017) propone una tasa social de descuento del 1,4%; mientras que, Nordhaus (2008) propone una tasa del 4,5%. En un reciente estudio publicado en la prestigiosa American Economic Journal: Economic Policy, Drupp et al., (2018) estiman en base a los resultados de un panel de expertos una tasa social mediana del 2% y una media del 2,3%.

Tal vez entre todos seamos capaces de encontrar nuestra propia tasa social de descuento para los proyectos de inversión pública en Canarias. Creo que vale la pena planteárselo, al menos, desde un punto de vista ético por cuanto las decisiones de hoy en este sentido afectarán sin duda alguna a las generaciones futuras. Es una cuestión de equidad intergeneracional.

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