''¿Y la 910 a qué hora sale?''
Santa Cruz de Tenerife parecía una ciudad desierta a primeras horas de la mañana de este miércoles especial, con cafeterías abiertas pero sin apenas clientela, comercios abiertos, pero sin ningún movimiento, calles sin coches, y silencio, mucho silencio. Las mayores agrupaciones de personas estaban en las paradas de guaguas, ya que el transporte público en la isla quedo reducido de 400 a no más de 160 vehículos, y la frecuencia de los trayectos despistó a los usuarios.
“Pero ¿la 910 a qué hora sale?”, preguntaba en el intercambiador una mujer de avanzada edad, que llevaba tres cuartos de hora aguardando por una guagua que de normal parte cada diez minutos.
Ha sido en los transportes y en los colegios e institutos donde la macro protesta se hizo más visible en la capital tinerfeña. También en la actividad portuaria. Por el contrario, apenas un 20 por ciento de los funcionarios ha secundado la convocatoria y en los juzgados el funcionamiento ha sido el habitual, aunque sí ha habido juicios aplazados de antemano ante las posibles dificultades de los ciudadanos para desplazarse.
En el colegio Isabel la Católica, cercano a una desértica avenida Tres de Mayo, reinaba un silencio inusual a la hora del recreo. Una portavoz de la Asociación de Padres y Madres de Alumnos cifraba en más de un 50 por ciento los escolares tinerfeños que este miércoles se han quedado en casa. Tanto que hay quien ha bautizado la huelga general como “la huelga de los estudiantes”, que también se ha hecho sentir en la Universidad de La Laguna
“¡Con lo que me cuesta el colegio!”
“Yo no he podido llevar a mi nieto al colegio porque no tenía transporte”, explicaba una mujer que llevaba a un chiquillo de seis años de la mano. “Yo quiero ir a la manifestación para protestar contra el Gobierno, he hecho huelga, y me llevo a los niños conmigo. Quiero que aprendan desde pequeños la importancia de defender sus derechos”, enfatizaba el padre de unos gemelos de apenas nueve años. “Pues a mí esta huelga lo único que ha hecho es fastidiarme”, refunfuñaba una dependienta que tuvo que dejar a sus hijos en casa de su suegra. “¡Con lo que me cuesta el colegio!”.
En el mercado central Nuestra Señora de África más de la mitad de los puestos estaban cerrados. Había quien aseguraba que “los sindicatos han sembrado el miedo”. Sin embargo, la tranquilidad ha sido la nota dominante en todo Tenerife. Hubo incidentes a las puertas de centros comerciales, en los que piquetes informativos alentaban a los pocos compradores a no entrar, pero sin violencia. Muchos de esos grandes almacenes estaban rodeados por un amplio despliegue policial. En contraste, dentro estaban vacíos.
Apenas un uno por ciento de los pequeños comercios cerró “por huelga”. La profusión de pegatinas anunciando el paro, que aparecieron en los escaparates, fueron colocadas de madrugada “y con alevosía”, pero no por los responsables de los establecimientos. “Yo no lo pegué”, decía malhumorada la trabajadora de una tienda de zapatos en una céntrica calle, mientras se afanaba por arrancar el letrerito.
“UGT y CCOO, unos vendidos”
Los comercios sí echaron el cerrojo media hora antes de lo habitual, por lo menos aquellos por los transcurrió la manifestación convocada por varias centrales sindicales, con pancartas de UGT y CCOO a la cabeza, y que arrancó poco después de la una de la tarde de la plaza de toros, en Las Ramblas, para concluir en la Plaza del Príncipe. “Mejor prevenir”, decía una comerciante que confesaba tener miedo a los piquetes.
Entre gritos contra Zapatero, mujeres de la limpieza disfrazadas de ancianas para rechazar la ampliación de la edad de jubilación, tambores, pitos y cacerolas, miles de personas expresaron su malestar por el brutal recorte de derechos laborales que se tardaron varias generaciones en conquistar. “Así no. No se puede cargar contra quienes no hemos provocado esta crisis. Muy mal, este Gobierno lo hace muy mal”, afirmaba un joven con camiseta de Comisiones y una bandera republicana en la mano.
La propietaria de un quiosco de prensa se mostraba convencida de que “la reforma es una puerta abierta a la pérdida de más derechos. Esto no ha hecho más que comenzar”. “¿Y por qué ha abierto usted y no está de huelga?”, “Porque si estoy en contra del Gobierno más lo estoy en contra de UGT y CCOO, unos vendidos. No camino por donde ellos van”.
“Paulino, fuera”
En las inmediaciones del Parlamento de Canarias también se hizo notar la protesta general, cuando un grupo de sindicalistas quiso lanzar proclamas a favor de la huelga al inicio de la sesión parlamentaria. Dos patrullas de policías impidieron a los manifestantes acercarse a la entrada de la Cámara regional, pero no pudieron callarles cuando Paulino Rivero abandonó el edificio. “Fuera, fuera, fuera”, le gritaron.