El arzobispo destaca la ''valentía'' de los soldados fallecidos
El funeral en Gran Canaria por los dos militares fallecidos en Afganistán comenzó a las 10.10 horas de la mañana del martes, oficiado por el arzobispo castrense Juan del Río, y con un despliegue de autoridades presidido por el Príncipe Felipe de Borbón.
Del Río se preguntó, “¿qué precio tiene la libertad?”, porque la espera se hace “interminable” mientras los militares españoles se “topan con aquellos que han hecho del terror su vida”.
“Toda la sociedad española está con vosotros; toda”, aseveró. A su vez, dijo: “La Conferencia Episcopal me pide que os transmita sus condolencias, igual que el obispo Cases al que agradezco su compañía”.
Y es que Del Río estuvo acompañado del obispo de la Diócesis de Canarias, Francisco Cases, y dos coroneles capellanes para el oficio de la ceremonia, aunque no intervinieron en ella.
Entre las autoridades se encontraban el presidente del Gobierno de Canarias en funciones, Paulino Rivero; la vicepresidenta canaria en funciones, María del Mar Julios; el portavoz del PP en el Senado, Pío García-Escudero; el presidente del PP canario, José Manuel Soria; miembros de la mesa del Parlamento regional como Águeda Montelongo o Manuel Fernández; además de Fernando Bañolas o Román Rodríguez entre otros.
También presentes en la ceremonia la banda del Mando aéreo de Canarias, la Bandera Canarias 50, la escuadra de gastadores, la compañía de infantería ligera y unos 40 militares del Soria-9 que vinieron de Fuerteventura, algunos de los cuales fueron los encargados de portar los féretros de los dos militares.
Ceremonia de 55 minutos
Los familiares, colocados frente a frente con el Príncipe y resto de autoridades, vivieron la ceremonia con tristeza, cabezas bajas y sin poder contener las lágrimas.
La ceremonia, que duró unos 55 minutos y estuvo todo el tiempo coronada por la bandera española a media asta, se dirigió a su final con la imposición por parte del Príncipe de la Cruz del mérito militar con distintivo rojo tanto al sargento como a la soldado, situándoselas sobre los ataúdes, envueltos en banderas de España.
Una corona de flores, varias intervenciones de la banda militar -incluido el himno de infantería- y disparos al aire sirvieron de homenaje tanto a los dos soldados como al resto de militares españoles caídos y, por último, se realizó la entrega de las banderas que estaban sobre sus féretros junto con la boina militar a los familiares presentes, lo que precedió al himno nacional y la marcha fúnebre para el abandono de los féretros acompañados de familiares y amigos.