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La noche de las hogueras

Hogueras de San Marcos

La Gomera Ahora

Como cada 24 de abril, la noche del fuego fatuo, como inmortalizara Manuel de Falla, regresa a Agulo en la víspera de San Marcos. La madera de las sabinas apiladas se prenderán este jueves para continuar con una tradición que se pierde en el tiempo.

Tal y como explica el ayuntamiento, la carencia de fuentes documentales escritas referidas a esta tradición hace imposible buscar una fecha exacta que date el comienzo de esta tradición que traspasa el ámbito insular y archipielágico dada su singularidad y ausencia de referentes análogos en cualquier otro lugar.

La primera hipótesis alude que la necesidad de conseguir la protección del Santo fuera una de las razones por las que los agulenses iniciaran la tradición de homenajear al Evangelista el día que la iglesia conmemora su muerte. El probado beneficio que ejercía sobre las labores agrarias inauguró esta tradición que, aunque no dispongamos de una fecha exacta de inicio, se remonta muchas generaciones atrás. La información oral constata que se trata de una tradición muy antigua, transmitida entre los vecinos del lugar desde tiempos lejanos y que conserva toda la esencia de antaño, apenas variando algunos aspectos relativos a la organización de los fastos en aras de la mejora de la seguridad de una evento que en la actualidad concita cada año más de un millar y medio de asistentes, incluyendo un buen número de “saltadores”, de ahí de la necesidad de contar con las debidas medidas preventivas y de control de una celebración que, aún siendo ancestral, por su naturaleza y características conlleva cierto riesgo.

Una segunda hipótesis vincula la tradición con la comunicación entre ambas orillas de Tenerife y La Gomera, y surge a colación de un gran hundimiento de tierras ocurrido en Agulo hacia 1770, con pérdida de casas, tierras de cultivo, y otros daños. El fenómeno geológico alcanzó tales proporciones que han llegado hasta nuestros días algunos topónimos locales referidos a enclaves donde se deja ver la huella de tal cataclismo, como el Rumbao, El Hoyo o La Quebrada. Tras acontecer este episodio, el día de San Marcos se instauró la costumbre de saludar a la orilla de enfrente con hogueras como modo de dar a entender que están bien.

Una tercera hipótesis propone que el origen de esta tradición tiene que ver con el azote de una epidemia, por entonces muy frecuentes (tuberculosis, peste...), surgiendo el acto de las hogueras como una forma de rogar al Santo su protección.

Cuando cae la noche, al son de las chácaras y tambores, se saca al santo del templo y se deposita sobre unas andas en la plaza, al tiempo que se repican las campanas, se oye un grito al unísono de ¡Fuego, Fuego! Que antecede al encendido de la llama. Todo ello mientras suena el tajaraste bajo la figura del Santo Patrón. Y esa noche ya ha llegado.

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