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¡Mientan al cliente!

Rayko Lorenzo

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Una de las mejores fórmulas de ganar dinero, es mentirle a un cliente…

Es fácil… Solo tendrán que seguir estos afamados símiles y… cómo no, creérselo ustedes mismos. Será difícil mentir al cliente si previamente no se engañan. Es fácil…

Si entra en su tienda de ropa, se enamora de la chaqueta de cuero que tienen en el escaparate izquierdo, pero casualmente no queda su talla… tienen que decirle que le llegaría mañana, aunque tarde una semana. ¡Mientan al cliente!

Si entra en su restaurante y hace cuarenta y tres minutos (con todos sus segundos), que les pidió esa ensalada de aguacate de la Axarquía que nunca llega porque sencillamente se olvidaron de pasar comanda a cocina… No pasa nada, le dicen al cliente que sale en cinco minutitos … (con el diminutivo se acercarán al 3x1, pero en vez de aflojar tornillos, hará lo propio con los problemas). ¡Mientan al cliente!

Si entra en su taller para cambiar las ruedas del coche, díganle que los limpias están fatales (aunque el cliente sabe que solo tienen dos meses, y de garaje); ya de paso, aprovechen y le dicen que el ordenador ha detectado un fallo eléctrico y que es necesario cambiar una pieza que cuesta 183 euros (con sus céntimos), pero que no le cobrarán la mano de obra… ¡Mientan al cliente!

Si entra en su peluquería y les pregunta ¿para cuándo puedo pillar cita? Contesten siempre que se pasen mañana a primera hora; aunque sepan que estará hasta las 14:30 y al final lo atenderán tarde y mal (además, les pedirá “solo las puntas” y saldrá de allí pareciéndose a la mismísima Demi Moore en La Teniente O'Neil). ¡Mientan al cliente!

¡Esas gafas pegan con su sonrisa!

¡Las camisas se llevan así de sueltas esta temporada!

¡No destiñe nada!

¡El pescado me llegó esta mañana!

¡En cuanto se ponga el zapato dos veces… el cuero cede!

Por favor, se los pido… ¡Mientan al cliente! Después nos quejaremos de que nos llamen embusteros, de que se vayan a la competencia, etc.

Hay una fina línea roja, azul, violeta o verde plátano, entre la persuasión y la mentira, entre el agrado y la falacia. Tienen que ser fieles con ustedes mismos, y si no logran esto, al menos tendrán que serlo con el cliente.

La mentira es de las peores cosas que podemos dar al cliente. Podemos ser caros, tener mal carácter, incluso fama de que abrimos nuestra empresa siempre fuera del horario que pone en la placa vinilo transparente de la puerta, pero si mentimos, no solo estaremos perdiendo la confianza de quien nos compra, sino que la noticia correrá “más rápido que enseguida” y hará mucho daño.

Nos encontramos ante el consumidor más informado de la historia; un ente que en cuestión de minutos sabrá si la oferta que ponemos en números grandes y llamativos es tal, o es mera estafa. Pero no se trata de que tengan la capacidad de obtener comparativas a golpe de click, la cuestión estriba en que nunca, bajo ningún concepto, debemos mentir a un cliente. La mentira comercial es una vieja táctica que cada vez se extiende más. Una cosa es lograr el reclamo del cliente, y otra saber decirle “no”.

Añoro aquella época en el que el maître de un restaurante te decía cuando pedía el atún rojo de almadraba…

- “Señor@s, mejor pidan otra cosa; el atún no ha llegado en su condición óptima. Les podría recomendar....

Quizá eran otros tiempos, unos tiempos en el que el contenido no era el rey, la interacción no era la reina, pero el cliente sí que era el REINO…

Bueno, me marcho ya que voy a dar una vuelta en unicornio azul, para una vez que me lo deja Silvio Rodríguez…

Un saludo.

Rayko Lorenzo

www.raykolorenzo.com

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