Púdrete ‘Volcán Cabrón’

26 de noviembre de 2021 09:17 h

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Ya son muchos, demasiados, interminables... los largos y extenuantes días que llevas ahí jodiéndonos, puteándonos, destrozándonos la vida bajo tu falsa apariencia de espectáculo natural.

Ya son muchas, demasiadas, las lágrimas que nos has hecho derramar. Son incontables los momentos plagados de nervios, de tensión, de insomnio, de ansiedad... que parecen nunca tener fin contigo.

Pero te diré algo y te lo diré sin tapujos: tú, Volcán Cabrón, no tienes nada de espectacular.

Y es que de lo más profundo de tus entrañas no sale nada, absolutamente nada, que sea bueno. Todo lo que emanas desde lo más profundo de tu ser está plagado de tristeza y de desgracia. Y es que eres infernalmente retorcido.

Pero te diré más.

Porque a ti, Volcán Cabrón, no te ha bastado con llevarte las casas de tantos amigos, vecinos, conocidos y desconocidos. No te ha bastado con llevarte propiedades, medios de vida y puestos de trabajo que ponen el pan en la mesa de tantas familias.

Para ti, Volcán Cabrón, no fue suficiente con sepultar los recuerdos y el trabajo de toda la vida de miles de familias. Dejándoles sin nada, salvo su dignidad y humanidad, lo que muestra la inmensa grandeza de los corazones de los palmeros.

Y tampoco tuviste bastante con destrozar incluso aquellos hogares por donde tu oscuro manto de lava aún ni siquiera ha pasado, derribando tantos y tantos tejados en el barrio de Las Manchas. Algo de lo que los medios ni siquiera hablan, una tragedia de trama secundaria, pero que hará que haya más gente sin casa incluso lejos de los lugares por donde tu lava de cabrón ha pasado.

Te llamé una vez Vacaguaré porque habías sepultado bajo la oscura roca que expulsas casas, sueños, esperanzas... Pero nunca más te llamaré así. Te lo dije entonces y te lo repito ahora. Seguiré llamándote Cabrón, porque para ti nada es suficiente, no te basta con todo el daño que ya has hecho. Tienes sed de maldad y de desgracia.

Dicen que tú, Volcán Cabrón, no has matado a nadie. Dicen que tenemos suerte porque no has provocado víctimas. Y de verdad hay que agradecérselo (y lo hago) de corazón a muchísima gente que se ha esforzado y ha dado todo lo mejor que llevan dentro para que así sea. Sin importar de donde hayan venido, gracias.

Pero tú y yo sabemos que sí has traído la muerte a nuestras vidas. Primero lo hiciste en los tejados de Las Manchas y aunque nadie lo diga desde que llegaste la tristeza y la pena del desalojo se ha llevado a algunos buenos vecinos que ya no están. Puede que no te los llevaras directamente, pero en el fondo todos sabemos que fuiste tú.

Y ahora, cuando ya casi no tenemos nada que te puedas llevar, nos haces morir dos veces. Y decides sepultar bajo tu oscura y negra roca a nuestros familiares. A mi hermano, a mis abuelos, a mis tíos y a los familiares de tanta buena gente de mi querido barrio y de mi amada isla. 

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