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Los aniversarios

29 de octubre de 2025 13:53 h

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Llovía, y mucho, en las calles de Madrid. O empezó a llover, y mucho, justo después de sentarnos a cenar, mi Hijo y yo, en la terraza cubierta de un restaurante con pretensiones de comida galaica. Es imposible encontrar una merluza a la gallega equiparable, aunque sea por poco, a la del restaurante El Refugio de Oleiros (Coruña). No digamos a la que hacían en la Casa de Galicia de Las Palmas de Gran Canaria, qué bonitos recuerdos. Así se lo dije a Guillermo aquella noche. Él se quedó muy contento con la merluza rebozada, “a la romana”, que se tomó. Y nos fuimos bajo las aguas. Ese es mi recuerdo del 29 de octubre de 2024, el día que el infierno se rompió sobre una cierta Valencia, una incierta La Mancha y una Málaga estrepitosa.

Los despueses son conocidos y desagradables: un año de reproches, un año de escurrimientos varios, un año de insensatez que lo único que hace es aumentar el sufrimiento de las víctimas.

Para hoy anuncian un funeral de estado laico, veremos lo que es eso. Para mañana, una kermés pudibunda en el Senado con la máxima atracción del presidente del Gobierno de España. Como aliño, involuntario o no, el que fuera rey, también de España, concede una entrevista a un medio francés para iniciar la promoción de sus memorias. En el palacio de la Zarzuela, tanto en las oficinas como en las viviendas, podrían estar curados de espantos pero con el abuelo indigente por los países árabes, nunca se sabe. Justo después de unos premios Princesa de Asturias de grato recuerdo, por premiados, premiadas, y algunas intervenciones, aparece el “demérito” como víctima para enseñar la patita del libro que le ha escrito la hija de Régis Debray, el último compañero de guerrilla del Che en Bolivia. Las paradojas de la historia reciente que no pueden imaginar las novelas.

Y nos acercamos con cierto desasosiego al 20 de noviembre: ochenta y nueve años de la extraña muerte de Durruti, primero herido en la ciudad Universitaria de Madrid y después fallecido en el hotel Ritz, improvisado hospital de guerra. Desde los Pacientes del Doctor García en forma de serie de televisión, siempre veo a mi amigo Nancho Novo, gran actor, intentando salvarle la vida a Durruti. Una buena ocasión para volver a leer El corto verano de la anarquía de Hans Magnus Enzensberger. El resto de aniversarios de ese día no merecen una línea, aunque se empeñen en el asunto gentes diversas. Que acudan al cementerio de Mingorrubio, en El Pardo (Madrid). También puede ser muy entretenido, ilustrativo y laxante, leer No había costumbre. Crónica de la muerte de Franco, de Miguel Ángel Aguilar, (Ladera Norte, 2025), que estaba allí, lo vio y lo contó, como hacen los buenos periodistas, y lo vuelve a contar: es su caso.

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