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Cannabis de oro: nuevas fuentes de ingreso para las arcas públicas

Detalle de una planta de cannabis. (DP)

Salvador Lachica

Santa Cruz de Tenerife —

El 16 de mayo el Parlamento de Canarias aprobó una iniciativa para regularizar el uso medicinal del cannabis, uniéndose a cámaras autonómicas como las de Catalunya y Euskadi o a países como Portugal u Holanda. La iniciativa entra de lleno en el debate social sobre la regularización de un producto perjudicial para la salud, como el tabaco y el alcohol, que tiene contrastados beneficios para el tratamiento de varias patologías pero que, además, tiene un nada desdeñable trasfondo económico.

En el verano del año 2015, la Organización de Inspectores de Hacienda presentó un sorprendente informe en el que se reclamaba la apertura de un debate para legalizar el consumo de la marihuana por la importante inyección económica que supondría para las arcas públicas que hacen frente a la recuperación económica causada por la crisis.

Según calcula Regulación Responsable, la plataforma que ha convocado para el 28 de mayo en Madrid una manifestación para una regulación integral y responsable del uso del cannabis, hasta 1.200 millones de euros sólo en impuestos indirectos irían a parar a las arcas del Estado si los cannabinoides estuvieran tan legalizados como las bebidas alcohólicas o el tabaco.

Y si eso son estimaciones, la regularización existente en países y ciudades ya ha arrojado datos sobre el impacto económico de la medida, pues un estudio realizado por el Ayuntamiento de Amsterdam cifró en 2015 en 400 millones de euros los impuestos indirectos al año, que sumando la fiscalidad especial, dispara la cifra a los 1.400 millones de euros. De esa recaudación, 560 millones los destina la ciudad a los presupuestos de Educación.

Impuestos y medicamento superventas

Y también se sabe que en el estado de Colorado, el primer año en el que sólo se regularizó el consumo de cannabis para el uso medicinal, los ingresos por impuestos se elevaron a unos 140 millones de dólares y en 2016 se calcula que ha superado los 200 millones de euros.

Pero el impacto económico no acaba ahí cuando se habla de un sector que cuenta en España con cinco ferias del sector, 1.200 clubes sociales (en Canarias más de 200), más de 1.500 tiendas de cultivo y múltiples negocios que facturan centenares de millones de euros.

Y no solo negocios, pues la industria farmacéutica ya ha experimentado en su cuenta de resultados los beneficios del cannabis. La empresa Almirall (la misma que produce el famoso Almax), ha facturado 18,8 millones de euros gracias al medicamento Sativex, usado para tratar la epasticidad asociada a la esclerosis múltiple y que contiene los dos principales compuestos del cannabis, el THC y el cannabidiol, cuando en 2014, año en el que se comercializó, su facturación fue de 7,2 millones.

Y todo ello pese a que sigue siendo un medicamento con trabas a la hora de ser aprobado y financiado por las autoridades públicas de varios países.

Diez nuevos empleos

Pero no solo los ingresos fiscales de su legalización serían óptimos para las arcas públicas sino podrían conseguir crear diez nuevas modalidades de puestos de trabajo, lo que contribuiría a rebajar las altas tasas de desempleo en España y en Canarias, según considera Dinafem, un banco de semillas que comercializa a nivel internacional la mejor selección de semillas de marihuana, tanto propias como de otros bancos.

Según se puede encontrar en la página web de Dinafem, en Colorado se ha creado desde 2014 “una nueva industria que demanda nuevos perfiles laborales y oferta nuevos puestos de trabajo especializados”.

A saber: repostero/cocinero cannábico (“existe toda una incipiente corriente gastronómica que utiliza los aceites y los cogollos para crear platos exquisitos”), dependiente de cogollos (“en los clubes sociales de cannabis los dependientes se ocupan de atender a los socios, aconsejarles y proporcionarles lo que andan buscando”) o técnico en extracción (“se realizan y venden extracciones de tricomas que consisten en separar estas resinas del resto de los cogollos para así obtener una sustancia purísima en THC”).

Pero es que también existe el llamado periodista cannábico (“Colorado está experimentando un aumento de portales de información dedicados exclusivamente al mundo de la marihuana”) o los llamados doctores cogollo (“los médicos que saben tratar los síntomas de los pacientes con cannabis están muy demandados”), el cultivador (“atender todas las fases del desarrollo de las plantas y todas las tareas (clonar, trasplantar, podar, nutrir…”), el manicurero (“empleados temporeros que recolecten los cogollos bajo la supervisión de los cultivadores y que los manicuren, es decir, que les quiten las hojillas”).

Y por si no fuera bastante, también existe el curador (“hacer inventario y supervisar el proceso de curado del cannabis”), los securitas (“profesionales de la seguridad privada especializados en vigilar las vastas plantaciones de marihuana”) y el educador (“expertos con excelentes habilidades comunicativas para impartir seminarios, talleres y cursos que proporcionen la mejor formación a los nuevos profesionales de este sector”).

Uruguay se convirtió en 2013 en el primer país del mundo en legalizar el cannabis por completo y a él se han sumado otros, como Holanda, en los últimos años, pero el debate sigue abierto en España, uniéndose al mismo el potente argumento sobre sus beneficios económicos, que es el que puede inclinar a su favor la balanza más que, lamentablemente, el de sus beneficios terapéuticos.

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