Lanzarote (Y XV) / Famara-La Graciosa: del risco a la arena
Primero la zona antigua de Famara y sus acantilados que miran a El Río; después la brisa suave, la maresía y el polvo de las secas dunas de la vecina La Graciosa. En medio de esos extremos, la llegada a Órzola, el puerto de embarque hacia Caleta del Sebo (capital de La Graciosa), y el paso, primero agitado y luego calmado, por entre las aguas saladas de El Río, un tramo de océano que abraza lados de las dos ínsulas (la madre y la hija): el norte-noroeste de Lanzarote, en su parte de construcción más antigua, y el este-sudeste del islote más extenso de todos los que forman el archipiélago Chinijo. El espectáculo natural está servido para ser digerido por los sentidos del visitante.
Risco de Famara-La Graciosa, con vuelta a Órzola el mismo día. El recorrido no puede ser más completo. Conseguir algo mejor en Lanzarote se pone difícil, siempre que, claro está, no se cuente con el parque nacional de Timanfaya, espacio que tiene otro rango, que es otra cosa, la belleza suprema, singularísima, sin parangón en Canarias y en el resto del mundo.
Sin meternos con Timanfaya, que son palabras mayores, lo ideal para iniciar la ruta propuesta es salir de Costa Teguise o de cualquier otro lugar cercano a esta área. Sólo basta con coger la vía que conduce al pueblo de Haría o al caserío de Tefío, ambos situados al norte de Lanzarote y de gran belleza.
Desde esos núcleos se puede llegar al valle de Guinate y, un poco antes o un poco después, dependiendo de cómo se haya proyectado el recorrido, si por Tefío o por Haría, se localiza Guinate pueblo, que da paso al conocido como mirador de El Río, punto situado en la cumbre del Risco de Famara que permite la observación plena del paisaje natural y costero del área occidental de Lanzarote y también del islote de La Graciosa y sus hermanos menores.
El mirador ofrece la posibilidad de ver de cerca los acantilados de Famara, El Río, La Graciosa y otras ínsulas del archipiélago Chinijo; parte de las aguas que delimitan la reserva marina de interés pesquero de La Graciosa-Islotes del Norte, la primera creada en Canarias (en la actualidad hay tres, con las otras dos existentes en El Hierro y en La Palma), y toda la línea de costa occidental de la isla de Lanzarote, con los conos volcánicos recientes e históricos de Timanfaya y sus malpaíses, también visibles desde aquel lugar. Todas esas maravillas se pueden observar desde el mirador de El Río, una joya natural más de las tantas que han crecido en Lanzarote.
Como el camino aún es largo, hay que volver en busca del medio de transporte y, esta vez por Tefío, se tira hacia el embarcadero de Órzola, único punto con conexiones regulares a Caleta del Sebo. Si se inicia temprano la ruta, lo que permite estar a primera hora del día en el mirador de El Río, es posible coger una embarcación desde Órzola a La Graciosa a media mañana, con lo que se está para comer en Caleta del Sebo, esto es, a primera hora de la tarde.
En Órzola, un núcleo pesquero que ha crecido en torno a esta actividad y a los servicios que presta a La Graciosa, se puede disfrutar de un malpaís impresionante y de plataformas costeras creadas por el magma. El billete para realizar la travesía a La Graciosa se puede adquirir en la zona de atraque de la embarcación que realiza el trayecto.
El recorrido marítimo no supera los 30 minutos. Como gran atractivo de esta ruta marina se encuentra la posibilidad de cruzar El Río; de observar los acantilados que forman el Risco de Famara (a casi 500 metros de altitud), en la parte más antigua de Lanzarote, y de darse un paseo por una de las zonas oceánicas más bellas del archipiélago canario, sobre todo por la presencia de numerosos islotes y por el colorido y la calma que suele predominar en el mar que discurre por entre las dos islas cuando el alisio deja de soplar, ya metidos hacia el noroeste.
En Caleta del Sebo, un núcleo pequeño, pesquero, con poca población y sólo con servicios esenciales, otrora base de una de las principales flotas atuneras artesanales de Canarias, merece la pena hacer un recorrido por el pueblo, hablar con su gente y, sobre todo, aprovechar para, en un trayecto natural por zona de dunas, recorrer unos cuatro kilómetros de ida en dirección sur hasta llegar a playa Francesa (previo paso por playa del Salado), donde, si el tiempo acompaña, que es lo que suele pasar, será posible un baño en las aguas limpias y cristalinas del Atlántico norte sobre una alfombra de arena fina y suave, con riscos en sus extremos.
Tras el baño, queda el descanso, el paseo por ese tramo de costa y la vuelta a Caleta del Sebo, donde, si no se quiere pasar la noche en La Graciosa, hay que tomar la embarcación de vuelta, con destino a Órzola. De nuevo en Lanzarote.