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Sumamos, luego existimos (¿AIC bis?)

Presentación de Unidos. (CEDIDA)

Cristóbal D. Peñate

Las Palmas de Gran Canaria —

Siempre se ha dicho que la política genera extraños compañeros de cama. Aunque eso es casi una regla sin excepciones entre nuestra fauna política insular, a veces es cierto que el sistema vigente en la cosa pública, como la injusta y nefasta Ley Electoral que sufrimos, obliga y conmina a muchos partidos a pactar con raros acompañantes y a veces a hacer alianzas contra natura.

Es el caso de la nueva coalición que nace a menos de dos meses de las elecciones locales y autonómicas: Unidos por Canarias, liderada en Gran Canaria por el ex presidente del PP y hasta anteayer militante relevante del partido conservador, además de presidente del Cabildo, el ahora independiente José Miguel Bravo de Laguna.

Primero con el respaldo de Compromiso, Ciuca y el partido residual PDP de Aladino Suárez, y posteriormente con la alianza con el CCN y dos partidos insularistas de Lanzarote (PIL) y Fuerteventura (PPMajo), lo que empezó siendo Unidos por Gran Canaria ha terminado por trocarse en Unidos por Canarias. Es la única manera de sumar votos para poder entrar en el Parlamento, donde la Ley Electoral canaria es muy exigente en los porcentajes de votos para el acceso.

Los grandes partidos que llevan décadas en la institución parlamentaria no parecen dispuestos a perder sus privilegios de ser los únicos con representación, rearmándose en su blindaje: CC, PSOE y PP, y en menor medida Nueva Canarias. Se podría decir que se unen para subsistir. Sumamos, luego existimos. La previsible entrada de Podemos y Ciudadanos (UPyD se ha desinflado en los últimos meses) y la irrupción a última hora de Unidos por Canarias podría no solo romper el tripartidismo, sino incluso doblar las fuerzas presentes en la cámara regional.

La constitución de la coalición Unidos por Canarias recuerda muy mucho a la Federación Regional de Agrupaciones Independientes de Canarias (FRAIC) que se creó en 1985 en el Archipiélago, aunque un año después se desprendió de la palabra federación y quedaron simplemente las siglas AIC. En 1987 se unió al proyecto la Unión Canaria de Centro.

Esta nueva plataforma recuerda mucho a los inicios de las AIC, o incluso al intento fallido de la Federación Nacionalista Canaria, que se creó en torno al PNC, PIL e IF cuando estos últimos decidieron abandonar CC. ¿Es UxC un remedo de las desaparecidas AIC y la FNC? ¿Es una especie de AIC bis? Lo que es evidente es que deja un tufillo a déjà vu, una operación política nueva que suena a vieja, a ya vivida en el pasado.

Unidos por Canarias vuelve a juntar a las viejas glorias. Solo queda fuera el incombustible octogenario Lorenzo Olarte, que ha emprendido una aventura en solitario con Ciudadanos de Centro Democrático, partido del que es presidente a nivel nacional y con el que quiere probar suerte en solitario con su fiel escudero Alberto Amorós, ex director general del Tesoro y Política Financiera del Gobierno canario con CC entre 1995 y 2003.

De los restos de la UCD…

Las AIC de aquella época se formaron fundamentalmente con los restos de la extinta Unión de Centro Democrático (UCD) y la unión de agrupaciones y partidos de ámbito insular. Las lideraban políticos insularistas de centro derecha con cierto barniz caudillista. Manuel Hermoso en Tenerife, Antonio Castro Cordobez en La Palma, Tomás Padrón en El Hierro, Ildefonso Chacón en Fuerteventura o Dimas Martín y Honorio García Bravo en Lanzarote.

Aunque el nacionalismo canario ya estaba inventado desde la época de Secundino Delgado, considerado su padre político e ideológico, las AIC fueron el germen de la actual Coalición Canaria (CC), que nació en 1993. Antes de las AIC había triunfado en Canarias el nacionalismo de izquierda de la Unión del Pueblo Canario (UPC), que llegó a tener el primer alcalde de Las Palmas de Gran Canaria en la actual etapa democrática, Manuel Bermejo, que gobernó tras las elecciones de 1979 gracias al respaldo del PSOE liderado en la capital por Juan Rodríguez Doreste, luego alcalde y senador.

La UPC también tuvo representación en el Cabildo de Gran Canaria, donde obtuvo varios consejeros, e incluso a nivel nacional con el diputado Fernando Sagaseta, que tantos quebraderos de cabeza daba al presidente del Gobierno de entonces, Adolfo Suárez, y muy especialmente a sus ministros de Interior y Defensa, Rodolfo Martín Villa y Agustín Rodríguez Sahagún, respectivamente.

El vehemente abogado canario tenía noqueados a los ministros del gabinete Suárez con sus proclamas antiimperialistas y anticapitalistas, trufadas con sus apasionadas y duras críticas hacia el sector ultra del ejército y las fuerzas de seguridad del Estado. Además de su furibundo rechazo a la entrada de España en la OTAN, que finalmente se logró con el sucesor de Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, que lo sustituyó tras el intento de golpe de Estado que cogió a Sagaseta dentro del hemiciclo del Paseo de San Jerónimo. Por cierto, allí estaba también Jerónimo Saavedra, el único diputado socialista por Las Palmas, donde UCD ganó por goleada en los primeros comicios generales.

Los cuatro diputados de UCD obtenidos por Las Palmas en las elecciones generales de 1979 fueron Lorenzo Olarte, José Miguel Bravo de Laguna, Fernando Bergasa (que fue presidente de la Junta de Canarias, ente preautonómico en las islas) y Antonio Márquez, un socialdemócrata que posteriormente, tras la debacle de la UCD, se pasó al PSOE y que hoy es director gerente del Instituto Tecnológico de Canarias, perteneciente a la Consejería de Industria presidida por Paquita Luengo.

Las AIC empezaron con resultados modestos en el Archipiélago, aunque en la isla de Tenerife sí tuvieron desde el inicio más predicamento que en otras, especialmente en Gran Canaria, donde el insularismo nunca ha prosperado en la historia reciente en forma de partido sólido y fuerte. Aigranc primero y el Partido de Gran Canaria se diluyeron como azucarillos en agua ardiente.

De hecho, al principio solo logró un diputado nacional, Luis Mardones, un veterinario que había sido gobernador civil en la transición con UCD y posteriormente se reconvirtió en nacionalista de toda la vida en el inicio de la democracia. Pero realmente el líder de aquellas AIC fue Manuel Hermoso, por entonces alcalde de Santa Cruz que también pasó por la UCD ante de montar junto a otro ingeniero industrial, Adán Martín, la Agrupación Tinerfeña de Independientes (ATI). Ambos, con el tiempo, pero ya con CC, llegaron a presidir la comunidad autónoma.

El alma mater tinerfeña de las AIC

ATI fue el alma mater de las AIC, a las que también se sumaron la Agrupación Palmera de Independientes (API), la Agrupación Gomera de Independientes (AGI), Independientes de Fuerteventura (IF) y la Agrupación de Independientes de Lanzarote (AIL), que finalmente se desligó de la federación tras fundar el Partido de Independientes de Lanzarote (PIL) liderado por Dimas Martín, actualmente en la cárcel por diversos delitos cometidos durante su etapa de gestor público. La Agrupación Herreña Independiente (AHI) de Tomás Padrón fue siempre demasiado independiente, por lo que siempre fue por libre. Aún ahora lo es: mantiene acuerdos permanentes con CC sin integrarse realmente en ella, aunque en la práctica funciona como un apéndice en forma de sucursal en la isla menos poblada del Archipiélago.

En Gran Canaria no había al principio ningún partido de corte insular que se uniera a las AIC, aunque posteriormente naciera con escaso éxito y de manera efímera la Agrupación Insular de Gran Canaria (Aigranc) de la mano, entre otros, de Rafael Pedrero, que fue viceconsejero de Vivienda y el único diputado regional que ha sido reprobado oficialmente en un pleno.

Aigranc abandonó en 1988 las AIC como protesta por la oposición de ATI a crear la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Jaime Llinares era el presidente y tanto él, que era viceconsejero de Administración Territorial en el Gobierno canario, como Cristina Molina Petit, que era gerente de la Sociedad Canaria de las Artes Escénicas y la Música (Socaem), dimitieron de sus cargos públicos como protesta.

El secretario general de Aigranc de esa época era Jorge Rodríguez, el incombustible diputado regional del PP que fue juzgado y absuelto por una acusación de corrupción en el caso Grupo Europa, aunque no quedó bien parada su honorabilidad en la sentencia ya que el tribunal le recriminó moralmente sin atreverse a condenarlo penalmente. Rodríguez empezó en la actividad pública con el PP de la mano de Soria en el Ayuntamiento capitalino, donde fue concejal de Urbanismo.

Fue en 1993 cuando nació CC, aprovechando una moción de censura presentada contra Jerónimo Saavedra en su segunda etapa al frente del Gobierno autónomo. Manuel Hermoso, en aquel momento líder de las AIC, era vicepresidente de Saavedra en un gabinete conformado por los socialistas y los insularistas desde 1991, dos años antes.

Las AIC se aliaron con el Centro Canario Independiente -germen de lo que luego sería el Centro Canario Nacionalista (CCN) liderado por Lorenzo Olarte-, Iniciativa Canaria (Ican) del ex comunista José Carlos Mauricio, el tradicional Partido Nacionalista Canario (PNC) de Victoriano Ríos padre, ex presidente del Parlamento de Canarias, sucedido por el profesor universitario Juan Manuel García Ramos, ex consejero regional de Educación y Cultura –un partido con poco respaldo electoral pero con unas siglas muy deseadas heredadas del nacionalismo genuino de Secundino Delgado- y Asamblea Majorera (AM), el partido puntero de Fuerteventura desde la transición.

Un año después, en 1994, tanto IF, la pata majorera de AIC, como la AIL conejera (esta última reconvertida en el PIL de Dimas Martín), abandonan la plataforma nacionalista. De hecho, los partidos insularistas de las islas periféricas, descontentos con CC, abandonaron la coalición y junto al PNC montaron la plataforma Federación Nacionalista Canaria, con la que se presentaron al Parlamento regional en las elecciones de 1999, pero no lograron representación. Posteriormente, en las de 2003 el PIL obtuvo tres escaños por Lanzarote. En 2007 la federación se rompió porque el PNC decidió presentarse junto a CC. En 2011 el PIL se presentó en coalición con el CCN y Nueva Canarias.

En las elecciones generales de 1986, un año después de su nacimiento, AIC obtuvo un diputado por la provincia de Santa Cruz de Tenerife: Manuel Hermoso. Tres años después, en las elecciones adelantadas por Felipe González, el escaño fue renovado, esta vez con Luis Mardones en las Cortes, cuyo voto fue decisivo para la investidura posterior del presidente sevillano que más tiempo ha estado al frente del Gobierno de España en la actual etapa democrática posfranquista.

En las elecciones generales de 1993, recién creada CC, la coalición nacionalista logró nada menos que cuatro diputados nacionales, dos por cada provincia canaria.

La herencia recibida de Soria

Esta nueva plataforma, Unidos por Canarias, surge a raíz del enfrentamiento entre el actual presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna, y el presidente del partido en las islas y ministro de Industria, José Manuel Soria. En un primer momento, al no contar Soria con Bravo para volver a encabezar la lista al Cabildo, éste se alía con Nardi Barrios, líder de Compromiso por Gran Canaria, que le da su apoyo corporativo para formar Unidos por Gran Canaria. También le apoyan Ciudadanos para el Cambio (Ciuca), el Partido Demócrata Progresista del consejero insular galdense Aladino Suárez y la Agrupación Independiente de Moya.

Como la ambición de Unidos por Gran Canaria no se conforma con presentarse solo en una isla, sus mentores abren negociaciones con otros partidos del resto del archipiélago y así conforman Unidos por Canarias junto al CCN de Nacho González, el PIL conejero de Fabián Atamán Martín (el hijo farmacéutico de Dimas) y el Partido Progresista Majorero (PPMajo) del controvertido, singular y pinturero Domingo González Arroyo.

Excepto el PIL y Ciuca, los partidos que conforman Unidos por Canarias tienen una característica en común: todos sus líderes provienen del PP. Una de las primeras en abandonar el partido de Soria fue Nardi Barrios, que llegó a encabezar en 1996 la candidatura al Congreso de los Diputados en Las Palmas, obteniendo el mejor resultado del partido en su historia.

Barrios Curbelo, una tinerfeña radicada en Gran Canaria desde hace 45 años, inició su carrera política en el PP en 1993. Fue secretaria primera de la Mesa del Congreso de los Diputados. También estuvo en este órgano, aunque una década anterior, su ahora compañero de nuevo Bravo de Laguna. En 2002 dimitió de su cargo y abandonó el PP. Ese mismo año fundó Compromiso, partido por el que logró ser concejal de Las Palmas de Gran Canaria dos veces consecutivas.

Tres años después de que lo hiciera Nardi, también dejaron la casa común del partido de referencia de la derecha los Ignacio González, tanto el padre (Martín de segundo apellido), que llegó a presidir el PP de Tenerife, como el hijo (Santiago), que fue secretario general regional, el número dos de Bravo de Laguna, cuando éste presidía el partido conservador.

En aquella época el PP firmó un pacto con CC cuando Hermoso presidía el Gobierno regional, gracias al cual Bravo era presidente del Parlamento y González Santiago estaba al frente de la Consejería de Presidencia y Relaciones Institucionales en el Ejecutivo autonómico en la década de los 90.

González preside el CCN desde 2001, año en el que Lorenzo Olarte, su antecesor y fundador del partido, le dio el relevo. Posteriormente Olarte abandonaría el partido, del que siguió siendo presidente fundador y honorario mientras González lo presidía de manera ejecutiva.

Ignacio González, un palmero residenciado en Tenerife desde su más tierna infancia, es actualmente diputado regional y concejal por Santa Cruz de Tenerife. En 1999 abandonó el PP.

Curiosamente, muchos años después se vuelven a encontrar el número uno y el dos del PP canario en otro proyecto político, uno como independiente tras acabar de dejar el partido y el otro como líder indiscutible del CCN.

El mismo reencuentro se amplía con el majorero Domingo González Arroyo, que ha sido de todo en política. Muchos años alcalde de su municipio natal de La Oliva (donde estuvo al frente de la corporación 24 años consecutivos con mayoría absoluta), consejero del Cabildo, diputado regional y senador. Tras ser el hombre de Soria en la isla, tuvo el valor o el atrevimiento de ponerlo a parir y ridiculizarlo públicamente antes de dejar el partido.

Arroyo es en Fuerteventura lo que Dimas Martín es en Lanzarote: un animal político, polémico y controvertido, con el mismo número de partidarios que de detractores. Con ellos nadie es indiferente: o lo odian o lo aman. Ambos han pasado prácticamente por todos los cargos políticos que permite una isla periférica. Los dos también han cruzado el Atlántico para ocupar sus escaños en el Senado madrileño.

Sin embargo, hay una diferencia palmaria entre uno y otro: Dimas ha sido encarcelado en distintas ocasiones por diferentes delitos relacionados con la corrupción. Ha sido alcalde de Teguise, diputado regional y senador, como Arroyo, aunque el conejero fue también presidente del Cabildo de Lanzarote, mientras que el majorero se tuvo que conformar con ser tan solo un consejero insular más.

Pero en cuestiones controvertidas que lindan con la línea roja delictiva, Arroyo no se ha quedado atrás y ha proporcionado muchos titulares escandalosos. En octubre de 2011 fue detenido por malos tratos a su compañera sentimental, Mariola Martínez.

Ha sido imputado por prevaricación y censuró a su sucesora en la alcaldía, Claudina Morales, de CC, que también llegó a ser senadora como él, por “ir al ayuntamiento en minifalda y pantalones ajustados”. Tanto CC como PSOE exigieron su cese inmediato, pero él, como es su costumbre, hizo oídos sordos.

El conocido con el sobrenombre de marqués de las Dunas propuso en 1999 el regreso de la Legión a Fuerteventura para impedir la llegada de inmigrantes. “Toda esta gente clandestina nos come por los pies”, llegó a decir. Ese mismo año llegó a saltar a la prensa nacional por cobrar 35.000 pesetas por cada jornada de trabajo, unos doce millones de pesetas al año. A finales del siglo pasado aún no había llegado el euro.

Un juez llegó a investigar sus negocios, fue dueño de una televisión ilegal y a contratar a sus propias empresas cuando fue alcalde. Era muy generoso con los nuevos habitantes del municipio, regalándoles terrenos para que se asentaran en el pueblo y engordaran el censo.

Un fiscal que investigó su patrimonio llegó a cuantificar, entre sus propiedades, 24 fincas rústicas y seis urbanas, cinco viviendas, dos gasolineras, una cantera, seis Mercedes y varias sociedades.

En su larga vida pública ha sido tildado de machista por sus declaraciones sobre las mujeres. Su ex compañera de partido Fita Márquez lo llegó a tildar de misógino cuando ella estaba al frente de la Consejería de Política Territorial del Gobierno canario.

Ante un tríptico editado por el Cabildo majorero conmemorando el Día de la Mujer, dijo: “Me parece vejatorio que se celebre el Día de la Mujer Trabajadora y que se la represente en los folletos con una teta para abajo y otra para arriba”.

Sin embargo, su declaración más fuerte y sonada me la hizo a mí en una entrevista que le realicé para Diario de Las Palmas en 1990, cuando militaba en el CDS. El marqués se refirió a la socialista majorera Olivia Estévez de la siguiente forma literal: “No ha nacido macho que me tumbe de la alcaldía. Esa hazaña sólo la puede hacer una hembra virgen y sin desfondar”. Varias asociaciones de mujeres y Cristina Almeida, entonces diputada de IU, pidieron a Adolfo Suárez, el presidente del CDS, que le destituyera. González Arroyo respondió a la carta de protesta de Almeida con un lacónico: “Si todas las mujeres fueran como ella, yo sería virgen y célibe”.

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