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El tripartito

Lidia Rodríguez

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Que dos partidos políticos se pongan de acuerdo sobre el futuro de una televisión pública autonómica es complicado, que lo hagan tres partidos es conveniencia política. Pero así se establecen los pactos entre caballeros. Así es como Coalición Canaria (CC), Partido Popular (PP) y la Agrupación Socialista Gomera (ASG) han decidido dejar a un lado la propuesta para que el Consejo Rector de Radio Televisión Canaria sea elegido por concurso público y, oiga, qué bien luchan nuestros políticos por los intereses de Canarias.

Esta semana los nacionalistas, los populares y los socialistas gomeros se han puesto de acuerdo en una cosa: en el modelo que quieren para la Radio Televisión Canaria. Y aunque pueda parecer casual, dado lo difícil que resulta en este país que tres partidos se pongan de acuerdo para tomar decisiones, no lo es. Todos coinciden en que quieren una televisión pública de calidad, pero que no te engañen, la realidad es otra.

Cuando CC, PP y ASG rechazan esta medida, lo que realmente se quiere decir es que no confían en un modelo público, donde las personas que accedan a los puestos de dirección hayan pasado un proceso de selección y con el que se pueda garantizar la independencia del órgano. El mensaje que se lanza está bastante claro. No quieren que el órgano que debe fiscalizar las decisiones que toma el presidente o administrador único sea independiente políticamente. No quieren una televisión pública sin ataduras. Imaginen un órgano que le diga al presidente del ente que no está haciendo las cosas bajo la legalidad, imaginen que personas que no tienen vinculaciones políticas ejerzan una labor de fiscalización en la televisión pública. Sin duda, esta propuesta era un problema para aquellos que no confían en los servicios públicos. Así que había que dejarlo todo atado y bien atado.

Será muy difícil que los ciudadanos podamos contar con una televisión pública de calidad e independiente, cuando los principales partidos políticos no apuestan por un modelo verdaderamente público para RTVC. Un ejemplo de ello es la postura que mantiene Coalición Canaria. Mientras que Ana Oramas defiende un modelo completamente público para la RTVE, en Canarias hemos visto como algunos de los principales representantes del partido no se sonrojan al reconocer que el modelo privatizado les gusta más.

Pero los partidos políticos no son los únicos responsables de los vaivenes de RTVC; los ciudadanos y los profesionales de los medios de comunicación hemos permitido que durante los últimos años el devenir de la televisión pública lo decidieran los políticos de turno. Lo ciudadanos hemos delegado y nos hemos convertido en objetos pasivos que observan el descalabro, donde solo unos pocos, a contracorriente, han querido remar para salvar la RTVC. Y no se puede rescatar una televisión pública sin tener claro que lo que se debe salvar es el derecho a la información de los ciudadanos. Si no apostamos por el modelo público, condenamos a RTVC a un futuro incierto.

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