La salud mental del supuesto asesino de Icod definirá el veredicto del jurado

Imagen de la vista oral, con el acusado de asesinar al abuelo de su exnovia en Icod (derecha)

Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

Ni la acusación ni la defensa tienen duda sobre que Sergio D.G. es el autor de la muerte a golpes y puñaladas del abuelo de su exnovia en Icod de los Vinos (Tenerife), pero el veredicto del jurado depende del criterio sobre la salud mental del acusado, que está sano según los forenses judiciales y aquejado de un grave transtorno psicótico según los informes de la defensa.

El juicio queda este jueves visto para sentencia con los informes finales de las partes, tras una sesión protagonizada por la presentación de las periciales totalmente contradictorias sobre su salud mental presentadas por los peritos judiciales, por un lado, y por el psiquiatra y psicólogo nombrados por la defensa, por el otro.

La fiscalía y la acusación particular piden prisión permanente revisable, o alternativamente 25 años de cárcel, y la defensa su absolución e internamiento en un centro psiquiátrico hasta que se cure.

El crimen se cometió el 14 de enero de 2016, cuando Sergio D.G., residente en Santander y de 21 años, al que había dejado su novia de 16 años, de Icod de los Vinos, se presentó en casa del abuelo de ella y le propinó, presuntamente, 37 puñaladas y multitud de golpes hasta que murió desangrado, según han confirmado los médicos forenses.

El presunto asesino fue visto en los alrededores de la vivienda por numerosos testigos y dejó en la casa y en la calle numerosos rastros materiales, tales como los tres cuchillos, las ropas que vestía y los objetos contundentes utilizados en la agresión.

Fue detenido al día siguiente en el aeropuerto cuando se disponía a abandonar la isla.

En los días previos al crimen, según declararon los peritos de investigación tecnológica de la Guardia Civil que examinaron su teléfono móvil, Sergio realizó numerosas búsquedas en internet relacionadas con dónde comprar navajas, cómo asestar puñaladas mortales o cómo borrar rastros y ocultar su identidad a la hora de subir en un avión.

Para el médico forense Carlos Gradillas, especializado en psiquiatría, no hay ninguna duda de que en el momento del crimen Sergio conservaba su inteligencia y voluntad de manera plena, sabía lo que hacía.

Tampoco tiene dudas sobre que el acusado no sufre ninguna patología mental, ya que, aunque tiene comportamientos “que se apartan de la regla”, no constituyen enfermedad mental que necesite tratamiento.

Las psicólogas forenses Teresa Sánchez e Imelda Bencomo también han concluido que aunque tiene una personalidad introvertida y una conducta antisocial, así como rasgos de personalidad esquizoides, no se puede calificar su situación como de trastorno mental.

Sin embargo, para el psicólogo Julio Bronchal y el psiquiatra José Miguel Gaona, que han examinado al acusado por encargo de la defensa, la actuación de Sergio el día del crimen, unida a episodios anteriores y posteriores de reacciones de ira y violencia, demuestran una “personalidad patológica grave”.

El acusado requiere un tratamiento psiquiátrico y una vigilancia de por vida, porque “es un peligro para sí y para los demás si no se trata”.

Sergio padece un transtorno psicótico y sufre episodios de despersonalización que le llevan a reacciones explosivas en las que sufre disociaciones de personalidad, “un patrón patológico muy claro que no se puede disimular” y que necesita tratamiento, según ese diagnóstico.

Sus problemas podrían tener origen en una epilepsia en el lóbulo temporal que no se ha podido descartar porque no se les ha permitido realizarle un encefalograma, advirtieron los facultativos de la defensa.

A esa posible base orgánica de la enfermedad mental, se suman el aislamiento social y familiar, su inmadurez y adicción a los juegos violentos online, a través de los que construía sus relaciones sociales con el mundo.

Ese “cóctel” de circunstancias y transtornos mentales estalla cuando sale de su mundo, viaja a Tenerife y sufre un episodio psicótico de despersonalización que no controla, que le lleva a un asesinato que no tenía planeado y del que ni siquiera se protege para no ser detenido, según el psiquiatra y el psicólogo de la defensa.

“Necesitaba tratamiento desde mucho antes, y por no haberlo recibido se ha acabado así”, lamentaron los facultativos, y señalaron que de no ser tratado en adelante seguirá “ahondando en su trastorno”.

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