Svaneti: o el mejor viaje que se puede hacer dentro de Europa

Los koshkis, antiguas torres defensivas medievales, y las montañas son los principales atractivos del Parque nacional Svaneti.

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Georgia es uno de los destinos de moda en Europa. Hace apenas unas décadas, llegarse hasta aquí era una aventura digna del mejor currículo mochilero del mundo. Pero las cosas están cambiando muchísimo en esta parte del mundo. El Cáucaso es una región mítica por varias razones. Formado por una triada de países (Armenia, Azerbaiyán y la propia Georgia), este rincón del mundo se caracterizó siempre por su carácter de frontera conflictiva. Aún hay focos de inestabilidad (sólo hay que recordar la reciente guerra entre Armenia y Azerbaiyán por el eterno tira y afloja por la zona del Alto Karabaj y el larvado enfrentamiento entre Georgia y Rusia por el control de las provincias de Osetia del Sur y Abjasia –ambas ocupadas por fuerzas pro rusas). Con este panorama parecería una locura animarse a viajar hasta aquí. Pero es que merece muchísimo la pena. Georgia es un país fascinante en todos los sentidos. Es un destino ideal para reencontrarse con ese ideal de viaje romántico en el que el propio trayecto y el descubrimiento forman parte principal de la experiencia. Y, al mismo tiempo, es un lugar que ha apostado fuerte por el sector turístico en los últimos tiempos. Y eso se traduce en una oferta que facilita muchísimo las cosas.

El Parque Nacional Svaneti es la joya del país. Los Svan, mujeres y hombres que viven aún en esta verdadera fortaleza de picos que superan los 4.000 metros de altitud, son famosos en toda la región por su ferocidad. Durante siglos, esta comarca fue un mundo aparte que resistía una y otra vez los intentos de potencias extranjeras por controlarla. Pero no sólo se luchaba contra los que llegaban de fuera. También había un escenario de guerra civil endémica que enfrentaba a los pueblos y a las familias. La Unión Soviética calmó los ánimos, pero la caída del régimen de Moscú volvió a hacer aflorar los viejos odios y la comarca se sumió en un nuevo caos que cesó a principios del siglo XXI. En el 2004, el gobierno mandó a la policía y al ejército a poner paz e inició un plan de inversiones para convertir al lugar en un destino turístico. Pero las huellas de tantos siglos de violencia siguen en pie en forma de koshkis, imponentes torres defensivas que servían para guardar a las familias y al ganado. Todavía quedan en pie casi dos centenares de estas torres que, en su mayoría, se construyeron entre los siglos VIII y XVIII. Los pueblos ‘adornados’ con estos verdaderos rascacielos medievales y los paisajes de alta montaña son los principales atractivos de un lugar, sencillamente, mágico.

Llegar hasta Mestia, la puerta de entrada a Svaneti.- Desde Tiflis, la capital del país, la mejor opción para llegar es la combinación de tren nocturno y marshrutkas (los pequeños minibuses que cubren las rutas por carretera) para evitar una verdadera paliza. El tren nocturno sale de la Estación Central de Tiflis a las 21.45 y llega a Zugdidi a eso de las 6.00 horas y es ideal para ahorrar una noche de hotel. También hay varias conexiones diurnas que tardan casi seis horas. El precio de los billetes está entre los 5 y los 11 euros. Desde Zugdidi puedes tomar una marshrustka que tarda un poco más de tres horas y cuesta en torno a los 8 euros. Otra opción desde Tiflis es hacer todo el trayecto en minibús. Los vehículos salen de la parada de la Calle Didube a las 7.00 horas (aunque conviene llegar una hora antes porque cuando se llenan salen) y el trayecto demora unas nueve horas. El precio ronda los 14 euros. Las marshrustkas conectan también Mestia con las principales ciudades del Oeste del país a través de conexión con Zugdidi y Kutaisi. También hay la posibilidad de llegar aquí por vía aérea: en pequeñas avionetas que llegan desde el Aeródromo de Natakhtari en Tiflis y desde el Aeropuerto de Kutaisi. El billete desde la capital cuesta unos 40 euros por trayecto y desde Kutaisi el precio es de unos 20 euros. Estos vuelos están operados por la compañía Vanilla Sky.

Una pequeña guía de Svaneti.- Mestia ejerce de capital de la comarca aunque no sea una ciudad al uso. Es más bien una sucesión de pequeños núcleos que se extiende varios kilómetros a la vera del Valle del Río Mulkhra. Aquí vas a poder empezar a comprender la riquísima cultura de los Svan. Hay un par de museos, algunos edificios históricos, un puñado de iglesias ortodoxas dignas de verse (algunas del siglo X) y un entorno espectacular con algunos trekks de ida y vuelta muy interesantes (el que va hasta los Lagos de Koruldi y el que asciende hasta el Glaciar Chalaadi –ir en taxi hasta una presa a pocos kilómetros del glaciar-). Aquí está, por ejemplo, uno de los mejores museos de esta parte del mundo. El Museo de Historia y Etnografía de Svan (A. Ioseliani, 7) por fin tiene información en inglés y es una verdadera delicia con objetos de muchísimo valor histórico y artístico. También hay varias casas tradicionales convertidas en museos. Quizás la más interesante es la del alpinista local Mikhail Khergiani. La casa es una maravilla y cuenta con una de esas famosas torres (los koshkis) medievales. Así que es una doble oportunidad: la de ver una de estas construcciones por dentro y la de conocer la relación de estas gentes con sus montañas a través de una de sus celebridades. En la Casa Margiani puedes ver una vivienda tradicional y ver como se vivía en esta zona hasta hace apenas unas décadas.

Este es uno de los paraísos del trekking en todo el mundo y la estrella del lugar es el camino que conduce hasta la aldea de Ushguli, que tiene el honor de ser la población habitada más alta de Europa (más de 2.100 metros sobre el nivel del mar). El sendero desde Mesita demanda entre tres y cuatro días dependiendo de las ganas que le eches y tu forma física (son 68 kilómetros con desniveles considerables): aunque tienes la posibilidad de acceder a este lugar único en una excusión de una jornada en vehículos 4X4. Ushguli es el rincón más auténtico de Svaneti. Aquí vas a encontrar el conjunto de torres medievales más espectacular y mejor conservados de toda la región; un pueblo medieval anclado en el pasado en el que sobreviven muchísimas viejas costumbres. El camino es una verdadera maravilla con lugares bestiales como el  Paso de Chkhunderi, una atalaya a más de 2.700 metros desde la que puedes ver la grandiosidad de las cumbres del Cáucaso y el Glaciar Adishi. Hay una completa red casas de huéspedes por todo el camino que ofrecen una tarifa unificada que ronda los 15 euros (incluye alojamiento y desayuno). Fuera de la temporada alta (julio-agosto) es probable encontrarse con las camas ocupadas así que conviene reservar previamente (en Booking, por ejemplo).

La llegada a Ushguli es algo fuera de lo común. Se baja al Valle del Río Inguri y empezamos a recorrer un camino bellísimo que va conectando pequeñas aldeas hasta llegar al destino final. Y la meta es una verdadera maravilla; aquí puedes ver un conjunto de koshkis medievales en el que sobresalen edificios notables como el Castillo de la Reina Tamar o la llamada Kahjana, un conjunto de casas y torres adosadas que es digno de verse. Otro de los atractivos patrimoniales de Ushguli son sus iglesias ortodoxas. Algunas anteriores al siglo X y en el que se veneran a santos como San Kvirike, un personaje mítico que deriva de la antigua diosa Kviria de la fertilidad. Este es un lugar impresionante. Sobreviven costumbres y ritos que se pierden en la noche de los tiempos. Si llegas hasta aquí pasa una noche o dos. Hay muchísimo que ver. Tienen un pequeño museo, varias iglesias bonitas y la posibilidad de pasear por uno de los entornos más hermosos que verás jamás. La mayoría de los taxis y combis que salen hacia Mestia lo hacen a primera hora de la mañana.

Mazeri; el valle menos trillado.- La mayoría de los que vienen hasta aquí, pasan un par de días en Mestia, suben hasta Ushguli y vuelven a Tiflis. Si vas a estar aquí más de cuatro o cinco días merece tomar alguna combi hasta Mazeri y tratar de llegar al entorno de la Cascada de Shdugra. Los pueblos de esta parte de la región no son tan espectaculares, pero el Valle del Dorla es brutal y permite llegar hasta prácticamente el pie de las grandes alturas del Cáucaso.

Fotos con Licencia CC: DDohler; Gytis Liutkus; Jelger Groeneveld; tomasz przechlewski

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