Carta a los Reyes Magos

El mensaje de Navidad que la presidenta de Cantabria hace tradicionalmente en estas fiestas tuvo como escenario el Hospital de Valdecilla. Compareció en un video en el vestíbulo, lejos de las camas en los pasillos de Urgencias y de las salas de espera llenas de pacientes. Sin rozarse con la realidad.

A distancia, también, del personal sanitario desbordado que a diario atiende a un centenar de pacientes más que de ordinario mientras el consejero de Salud mira para otro lado y, mientras el asunto no estalle, no pone remedio.

Buruaga apeló en su discurso a la sanidad y a la educación pública, dos de las banderas del estado del bienestar contra las que tiene un combate manifiesto. Hablan las evidencias: la privatización de servicios sanitarios con un hospital privado durante casi 20 años, hipotecando el futuro de nuestra asistencia sanitaria. Presumió de sanidad pública mientras no hay médicos en los consultorios y mientras se tarda más de una semana en obtener una cita para el médico de atención primaria.

Respecto a la educación pública, cuesta digerir que se puedan erigir en defensores cuando les está negando un acuerdo económico que firmó con los médicos casi sin pedirlo, y cuando constanmente está tratando de desprestigiar públicamente al colectivo docente.

Todo tiene una explicación. La buena gestión sanitaria a la que apela se refiere a la investigación del programa Cohorte, que sus mentores promocionan en viajes por Estados Unidos y Panamá, y el nuevo parque de innovación en salud que surgirá de las cenizas de la antigua Residencia Cantabria. Otra “colaboración público-privada” que sumar a la lista de favores.

Quizá lo más entrañable es que el mensaje navideño acabó por convertirse en una carta a los Reyes Magos cuando la presidenta se refirió a los 3.600 millones que aún cree que se invertirán en el centro tecnológico Altamira. Tendrá que pedir a sus majestades de Oriente un buen enchufe para que se haga la luz en la oscuridad del proyecto de papel.

Si exhibirse en el vestíbulo de Valdecilla mientras se privatizan servicios sanitarios ya parece una provocación, peores adjetivos merece la parte del discurso en la que Buruaga se refiere a los valores humanos que sustentan nuestra convivencia “y el mensaje de fraternidad y solidaridad que debemos preservar”. Mientras predica que la Navidad “nos acerca a las personas que sufren y necesitan ayuda, a las que no dejaremos solas”, rechaza la acogida de menores migrantes.

Para que la política y los políticos recuperen prestigio tienen que empezar por hacer coincidir las palabras con los hechos.