Espacio de divulgación científica y tecnológica patrocinado por la Universidad de Alcalá (UAH), con el objetivo de acercar el conocimiento y la investigación a la ciudadanía y generar cultura de ciencia
El impacto de la arquitectura franquista en el paisaje cultural de Guadalajara
Muchos pueblos de Guadalajara fueron destruidos durante la guerra civil española. Como Montarrón, en el noroeste de la provincia. No muy lejos de las ruinas, conocidas como el 'Belchite alcarreño', se alza hoy un pueblo completamente nuevo. Fue reconstruido, pero en otro lugar.
Masegoso, Esplegares, Yela, Copernal, Valdeancheta, Gajanejos, Alarilla, Hita, Aleas… Estos y otros pequeños pueblos situados en pleno frente de la guerra, al norte de Madrid, sufrieron a diario el asedio de las bombas.
Un proyecto de la Universidad de Alcalá (UAH) en colaboración con las Cortes de Castilla-La Mancha, dotado con 6.000 euros, busca conocer el impacto que tuvo la guerra en el paisaje cultural de la provincia.
Guadalajara tuvo un relevante protagonismo durante la contienda, por su posición estratégica en el límite con Madrid. Muchos pueblos quedaron destruidos, algunos desaparecieron para siempre, pero otros fueron reconstruidos a imagen y semejanza de la ideología del régimen.
Una vez finalizada la guerra, la dictadura franquista creó la Dirección General de Regiones Devastadas y Reparaciones (DGRDR), un organismo que se ocupó de la reconstrucción de las localidades y edificios dañados por la guerra.
Algunos de estos municipios llegaron a conocerse como “los pueblos adoptados por Franco”. Formaron parte de la política de colonización durante la dictadura.
Hay todavía muchas lagunas sobre el impacto de las intervenciones. Óscar Navajas, doctor en Historia y Museología, es el investigador principal de un “proyecto pequeño” que quiere ser “el primer paso” para visibilizar los daños sufridos por estas localidades durante el conflicto bélico y su potencial para el turismo cultural.
“Al poner en relieve su historia y riqueza patrimonial, se espera fomentar un mayor interés por parte del público y contribuir a la recuperación y conservación de estos espacios”, en zonas hoy muy despobladas.
La idea surge del interés personal de este investigador especializado en el llamado ‘turismo oscuro’ y en la ‘memoria traumática’, pero también como iniciativa de la sección en Guadalajara del Consejo de Memoria Democrática de Castilla-La Mancha.
Se trata de poner de relieve que las regiones devastadas son ahora parte del paisaje cultural de Guadalajara, independientemente de los aspectos ideológicos, como en cualquier otro periodo de la historia
Hay abundante documentación e investigación en torno a la guerra civil en Guadalajara, pero no tanto sobre lo que ocurrió durante la postguerra. Dice Óscar Navajas que “falta investigación y divulgación sobre este patrimonio invisibilizado, más allá de lo primordial: las fosas o el patrimonio material de trincheras, fortines o aeródromos”.
La intención del investigador es “poner de relieve que las regiones devastadas son ahora parte del paisaje cultural de Guadalajara, independientemente de los aspectos ideológicos, como en cualquier otro periodo de la historia”.
Óscar Navajas explica que uno de los objetivos de la reconstrucción en la postguerra, entre 1939 y 1957, fue “evitar el éxodo masivo de la población del campo” y que “las zonas rurales se vieran como un lugar donde vivir y como alternativa económica, aunque hoy pueda pensarse que fue un fracaso porque no se ha frenado la despoblación”.
De la reconstrucción, dice el investigador, “salió una gran generación de arquitectos. Se necesitaba su trabajo en toda España”. Después, se impulsaron oficios como la albañilería, pero no se trataba solo de construir nuevos hogares tras la guerra, sino “de impulsar una nueva mentalidad en el campo para modernizarlo”.
Después, abunda, “estaba lo ideológico en las infraestructuras, en la planificación urbanística. Todo estaba muy pensado para adaptarse al régimen: los lugares de poder, la distribución de iglesias, escuelas, las calles y hasta la ubicación de las casas, en función de la clase social”.
El diseño de poblaciones como Masegoso o Gajanejos tras la guerra son hoy vestigios del ideario urbanístico (y social) de la dictadura franquista. Un concepto que forma parte de la historia de la Arquitectura a nivel internacional que, advierte habría que proteger porque no están declarados bienes de interés cultural (BIC). “No estaría mal disponer de una guía sobre el patrimonio arquitectónico de este periodo, para que pudiéramos saber cuáles fueron sus elementos característicos, como sus tintes herrerianos. Aquí también hay aspectos ideológicos muy interesantes”.
Después, dice, “queda mucho por investigar: cómo se adquirían las casas, por cuánto tiempo, que pensaba la población y qué piensa ahora de aquel periodo o lo que ocurrió con los presos políticos”. Hay que recordar que el programa franquista de regiones devastadas recurrió en ocasiones al trabajo forzado, aunque hoy en día hay mucha controversia sobre si eso ocurrió también durante la reconstrucción rural.
“Habría que trabajar también sobre los archivos que puedan conservar los hijos y nietos de aquellos arquitectos. Esa intrahistoria más allá de los documentos de los archivos oficiales”. También hay que indagar en la memoria oral. “Nos queda mucho trabajo etnográfico”.