Del carbón a la biomasa: transición energética “justa” en Puertollano

El cierre de la planta de Elcogas en 2017 supuso un antes y un después en la comarca de Puertollano. Parecía que en la localidad minera la energía se apagaba. La resistencia fiera de los trabajadores no impidió el cierre y la posterior desmantelación total de la planta. Pero en donde no había más que ruinas, ahora funciona una nueva planta energética y esta vez con una perspectiva diferente.

Ence inauguró en enero una “gran” planta de biomasa, tras cerca de tres años, con una potencia de 50 megavatios. La inversión, explican desde la empresa, fue de alrededor de cien millones de euros para reconvertir la antigua térmica de carbón en “una planta de generación de energía renovable con biomasa”. Consideran de esta manera que la obra es un “ejemplo de contribución a la transición energética justa”.

Ya el año pasado, la planta se acopló a la Red Eléctrica y pudo generar los primeros megavatios de energía renovable con biomasa. El material fue elegido, porque, explican, se trata de una alternativa “firme y segura”, que puede operar las 24 horas del día y todos los días del año. Además, puede llegar a las 8.000 horas de funcionamiento al año, puesto que no depende de factores como el viento o el sol. Igualmente, España se reconoce dentro de la Unión Europea como uno de los países con mayor superficie forestal y agrícola.

La biomasa, recalcan desde Ence puede contribuir a cumplir con el objetivo del 32% de generación renovable fijado para 2030 por la UE, y por la que España debe duplicar su generación de origen renovable actual.  Y también es importante dentro de la economía circular, pues ayuda a gestionar los “subproductos” de la agricultura, como es el orujillo. En cuanto a su impacto en la economía regional, desde la empresa destacan que se produce una “alta generación de empleo directo, indirecto e inducido”. La aproximación que hacen es de unos 27 empleos por cada megavatio instalado.

Además, afirman que se trata de empleo “estable y de calidad”, y que podrá producir unos 325.000 MW por hora, al año. “Equivalente a las necesidades energéticas de más de 60.000 personas”, explica. Esto se traduce en unas 238.000 toneladas de biomasa al año, entre orujillo, sarmiento y arranque de vid, hoja de olivo, y subproductos forestales y agrícolas leñosos.

Se trata de excedentes que no son aprovechables para la alimentación del ganado u otros usos prioritarios. Entre las ventajas se cuenta también la generación de incendios o que se emitan “miles de toneladas” de dióxido de carbono a la atmósfera.