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No es sólo la aprobación del anteproyecto de la nueva Ley de Caza con las barbaridades que acarrea, sino las formas en las que se ha hecho, así como las formas de intentar vender un negocio que se basa en el sufrimiento de otras vidas, que es cierto que merece su apartado y su gestión, pero no con los puntos de la nueva ley.
El pasado viernes se aprobaba, sin cumplir las promesas hechas una vez más por parte de la Junta, dicho anteproyecto que aprueba ventajas para el sector de la caza que colindan peligrosamente con las leyes de maltrato animal, como el matar a perros y gatos, la caza con trampas, e incluso actividades como el lancear animales, a la vez que se presentaba en el congreso nacional de turismo cinegético de Ciudad Real a bombo y platillo las grandes virtudes de la caza, como si fueran a sacar de pobre a toda Castilla-La Mancha.
Mientras que la gran mayoría de ciudades y lugares apuestan por un turismo donde el visitante trae una cámara de fotos y admira el paisaje y lugares, Castilla-La Mancha apostará por un turismo donde el visitante trae escopeta y cartuchos y se 'cargará' el paisaje. Una versión armada de 'Bienvenido Mr. Marshall' donde por fin los campos de la región se aprovecharán para todo aquello que aspira la gente, como cargarse un buen animal o una buena pieza con buena cornamenta para poder hacerse una foto y subirlas a nuestro Facebook: la Junta de Castilla-La Mancha no podía dejar sin atender esta necesidad imperiosa.
Siempre se ha tendido a pensar que los campos manchegos son bastante yermos, tierras duras donde cuesta mucho que crezca algo. De ello pueden dar buena cuenta los agricultores. Sin embargo la vida siempre se abre camino y dentro de nuestras llanuras, de nuestros terrenos que lógicamente nada tienen que ver con los del norte o el sur porque no son verdes, de hecho son amarillos, son llanos, con poco desnivel salvo pocas zonas, hay algunas criaturas, algunas de ellas con máxima prioridad a ser preservadas como el lince ibérico y además de una hermosura espectacular, que merecen turismo y ser visitadas. Autobuses que a su buena distancia prudencial pudieran disfrutar del encanto de la naturaleza en su máximo esplendor. Ver en la primavera de las conejeras salir las liebres por el campo de Montiel nacidas en la nueva época es todo un privilegio.
Curiosamente ecologistas y sector de la caza coinciden en un punto importante: el admirar a los animales y su valor. Su belleza, su capacidad propia uno de otro, los encantos de sus parajes. Sólo que la caza apuesta por matar aquello que admira, algo que una persona que no es así o a la que no le han inculcado eso jamás podrá aceptar.
Tema aparte quedan algunas de las actividades realizadas en dicho congreso cinegético para el que no han faltado fondos como el llevar a cocineros a explicar recetas de cocina con carne de caza o un desfile de moda con ropa cinegética (es decir, procedente de la caza) que haría sentir orgullosa a Cruella de Vil, una actividad que raya demasiado ya en el sufrimiento animal en la época en la que sintéticamente se pueden recrear las propiedades de cualquier textil.
Que en 2014 aún andemos con debates así resulta muy triste, pero más triste resulta que para la Junta ni hay debate porque aprueba las cosas mintiendo a la gente. Cuando el martes se reunían con la consejera de agricultura los consejos asesores de dicha ley jamás pensaron que en realidad ya estaba el texto preparado y simplemente les estaban engañando con la reunión, para llevarlo, como trofeo de caza, al congreso cinegético.