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20 años de silencio tácito tras el caso Nevenka: “A la gente de Ponferrada no le gusta estar en los medios por esto”

Nevenka Fernández durante una rueda de prensa en 2002. EFE/Ballesteros/Archivo

César Fernández

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Ponferrada no ha tenido tradicionalmente una buena relación con la hemeroteca. “Siempre salimos por malas noticias”, suelen lamentar sus lugareños. Cuando su pujanza industrial en la minería dejó un desarrollo económico tan voluminoso como su famosa Montaña de Carbón, este fue caldo de cultivo de prácticas empresariales que dejaron tantos titulares de prensa como cabos sueltos en los juzgados. Cuando se produjo la mayor transformación urbana reciente, otro caso volvió a llevarla en 2001, hace ahora veinte años, a la portada informativa nacional: la denuncia por acoso sexual de una concejala, Nevenka Fernández, que sentó en el banquillo a su alcalde, Ismael Álvarez (ambos del PP), y acabó poniendo en la picota a la ciudad, que reaccionó de manera pública mayoritariamente a favor del regidor, mientras la víctima se tuvo que marchar al extranjero.

Ponferrada, que se mueve en el entorno de los 65.000 habitantes, tiene otra presencia mediática recurrente (y más aséptica) cada vez que hay elecciones generales. Hasta los comicios de noviembre de 2019, la capital del Bierzo era el 'Ohio español', la ciudad que reproducía los resultados del país como lo hace aquel estado norteamericano en las presidenciales estadounidenses. Cuando la primera denuncia por acoso sexual en la política española cayó como una bomba en el segundo municipio en población de la provincia de León, ¿su reacción estuvo más cerca de aquella leyenda negra en la que se colaron sabotajes y hasta sicarios o de su supuesta condición de termómetro electoral de un país que asentaba su democracia?

El propio país, claro, era diferente. Una mujer, Charo Velasco, encabezó la lista del PSOE a la Alcaldía de Ponferrada en 1999. “Ahora ya hay más en instituciones y consejos de administración de las empresas. Pero entonces no era habitual”, admite. El PP, que ostentaba el poder municipal con Ismael Álvarez al frente desde cuatro años antes, incluyó en el número tres de su candidatura a Nevenka Fernández, una joven de 24 años de edad, licenciada en Económicas, pero sin experiencia política. ¿Fue una manera de contrarrestar el efecto de tener a una cara femenina en el cartel rival? “Por entonces ya empezaba a estar bien visto incorporar a mujeres”, responde Velasco.

Tras obtener una mayoría absoluta histórica al sumar hasta 16 de los 25 escaños de la Corporación municipal, Álvarez le encargó a Fernández la Concejalía de Hacienda, con dedicación exclusiva para gestionar un presupuesto que alcanzaba los 6.000 millones de pesetas (alrededor de 36 millones de euros). Era mediados de 1999. Los dos iniciaron ese otoño una relación sentimental que ella dio pronto por zanjada. Luego se sucedieron varios episodios que provocaron primero su baja laboral y luego su dimisión y su denuncia pública y ante los tribunales, que a mediados de 2002 condenaron al alcalde por acoso sexual.

La denuncia volvió a poner el foco informativo sobre Ponferrada. Conchi Álvarez ya había cubierto como periodista de Radio Nacional de España el juicio en el que se acusaba al empresario José Martínez Núñez de haber encargado el asesinato del entonces conselleiro de Obras Públicas de la Xunta de Galicia, Xosé Cuíña. Hay quien dice que la novela negra sobre Ponferrada está por escribir… El 26 de marzo de 2001 la reportera estaba de descanso hasta que le sonó el teléfono. Nevenka Fernández había lanzado la bomba. Y a ella le tocaba pulsar la reacción del alcalde, que proclamó su inocencia. “Lo relevante de aquel caso fue que ella lo contara públicamente. Ahora ya han surgido movimientos como el 'Me Too', pero antes no se hablaba de esto. Recuerdo luego estar pendiente de reacciones. Y no era fácil en un sitio pequeño hacer ciertas preguntas”, señala.

“No había ni un solo día en el que no hubiera una referencia informativa sobre el caso”, cuenta la directora de la emisora Onda Bierzo, Sonia Linares. “Copó todo el protagonismo desde el primer momento y, sobre todo, durante el juicio”, coincide el director de Radio Bierzo-Cadena Ser, Fernando Tascón. Ni Linares ni Tascón cubrieron la vista en el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León en Burgos en la primavera de 2002, cosa que sí hizo Álvarez. “No hubo retransmisión en directo ni el espectáculo que se monta ahora. Pero el tema era muy jugoso. Y el papel del fiscal fue la guinda del pastel”, apunta al hilo de las palabras de José Luis García Ancos. “¿Por qué usted, que ha pasado ese calvario, usted que no es una empleada de Hipercor que le tocan el trasero y que tiene que aguantar el pan de sus hijos, por qué usted aguantó?”, le inquirió a la denunciante el representante del Ministerio Público, que fue relevado del caso a renglón seguido.

Más de 3.000 personas con el condenado; apenas 300 con la víctima

Los tribunales condenaron al alcalde a una multa y a pagar una indemnización económica a Nevenka Fernández. Pese a que la sentencia no le inhabilitaba, Álvarez presentó su dimisión. Y ahí se puso a prueba la reacción de la ciudad. Más de 3.000 personas salieron a la calle a respaldar al regidor en una manifestación convocada por varios pedáneos del PP con pancartas con lemas como 'A una gestión digna, una salida digna. ¡Gracias, Ismael!'. La manifestación de apoyo a Nevenka apenas reunió unos metros más allá a menos de 300 personas: su pancarta rezaba: “No al acoso sexual. ¡Ninguna mujer sola frente a las agresiones!”. Aunque la chispa del enfrentamiento no prendió, hubo momentos de tensión.

¿Ponferrada reaccionó entonces como el 'Ohio español'? ¿Habría sido similar la respuesta de otra ciudad del país de parecida entidad? Desde la bancada entonces de la oposición política, Charo Velasco cree que sí. “Aquello fue un trauma colectivo. El alcalde era una persona muy querida y muy votada. Tenía mucho carisma e ilusionó a la ciudad”, responde sin tampoco dejar de denunciar que Álvarez, que compaginaba la Alcaldía con negocios de hostelería y ocio nocturno, había creado “una red clientelar muy importante”. “Y había cierto miedo escénico”, precisa. “Lo más fácil en estos casos”, anota desde su experiencia periodística Conchi Álvarez, “es tomar partido por el que está en el poder. Y puede ser por intereses, por miedo, por creer lo que dice o por gregarismo”.

Álvarez era, efectivamente, un alcalde muy votado. Por ser el más votado de España en una ciudad del tamaño de Ponferrada lo llamó Fernando Tascón al día siguiente de las elecciones de 1999 para que entrara en directo en la programación nacional de la Ser. La hemeroteca jugaba entonces a favor. A golpe de urbanización de plazas y de rotondas, su gestión había dado desde 1995 un vuelco estético a una ciudad gobernada desde 1979 por el PSOE, que llegó al final de su hegemonía “agotado en todos los sentidos”, dice Tascón, que no recuerda que ningún otro regidor de Ponferrada recibiera tanto apoyo político en forma de visitas de cargos de relevancia como consejeros o ministros. No había acabado el verano de 1999 cuando llegaron los entonces Reyes de España. “¡Qué joven y qué guapa eres!”, le soltó el entonces rey Juan Carlos a Nevenka Fernández en una recepción. “También soy inteligente, majestad”, le contestó ella.

Una sociedad de derechas o el 'Ohio español'

¿Ponferrada era una sociedad machista entonces? ¿Lo era más que el propio país? La capital del Bierzo era “una sociedad biempensante, de derechas (y no de una derecha cualquiera, sino de una derecha caciquil)”, escribe Juan José Millás, que también habla de “realidad de provincias” y ciudad “endogámica” en su libro 'Hay algo que no es como me dicen. El caso de Nevenka Fernández contra la realidad', la obra más completa y exhaustiva sobre el caso hasta el estreno este viernes de la docuserie 'Nevenka' por parte de la plataforma Netflix. Ismael Álvarez fue el alcalde más votado de España en 1999 y obtuvo 16 concejales. No llegó, sin embargo, a los 20 de 25 que había acaparado en 1983 el PSOE comandado por Celso López Gavela, que gobernó entre 1979 y 1995.

“Ponferrada no es una ciudad conservadora. El Bierzo tampoco lo es. Venimos de vivir de la minería, con todo lo que ello implica. Ponferrada era y es una ciudad abierta. Lo que pasa es que hace 20 años la sociedad no estaba concienciada sobre los problemas de la violencia de género”, afirma Charo Velasco. El movimiento feminista tampoco era lo que es. Y aunque llegaron apoyos de distintos puntos de España, apenas pudo reunir a 300 personas en aquella manifestación. La entonces presidenta de la Asociación de Mujeres Progresistas Bercianas, Pilar García Arias, asegura que el colectivo la arropó. “Estuvimos con ella y con su madre. Ponferrada reaccionó mal. Pero es que entonces el machismo se veía como algo normal y natural”. Velasco, a la que Nevenka le había confiado su situación antes de formular la denuncia y que se significó a su favor, considera que el respaldo se quedó corto. “Hubo entonces un secuestro tremendo de voces pendientes de financiación”, sentencia.

Ponferrada había vivido en vilo el proceso judicial. “Era un período de bonanza económica. Y la gente valoraba y ponía el foco en la gestión municipal”, apunta Sonia Linares con un ejemplo muy gráfico. Su cadena de radio entrevista el último lunes de cada mes en directo al alcalde de Ponferrada con un último tramo dedicado a las llamadas de los oyentes. No hay filtros. Y durante aquel tiempo, entre las reclamaciones por arreglar tal o cual calle, siguieron primando las felicitaciones por su labor. ¿Algún oyente llamó entonces para preguntarle por el caso? “Ninguno”, responde Linares.

Ismael Álvarez, a excepción de algunas presencias puntuales (renunció en 2004 a la propuesta del Ayuntamiento de Ponferrada de darle su nombre al centro cívico de su pueblo de nacimiento), desapareció del mapa político tras la sentencia. Su número dos, Carlos López Riesco, tomó el relevo. Y revalidó la Alcaldía al año siguiente sin casi desgaste: 15 concejales del PP por 10 del PSOE, que apenas ganó dos con una candidatura otra vez liderada por Charo Velasco, consciente de que el apoyo mostrado a la víctima durante el proceso le pudo pasar factura: “Los que no eran votantes de mi partido me señalaban. Pero era un coste con el que había que correr”.

Nevenka Fernández no sólo desapareció del mapa público. Pendiente de ofertas laborales que nunca acababan de cuajar, se marchó del país y, salvo para el libro de Millás, no volvió a hacer declaraciones hasta ahora. Ponferrada pasó página y el caso lo hizo del candelero al ostracismo. ¿Fue una manera de taparse las vergüenzas o llegó a ser un tema tabú? “Sin duda hubo un pacto de silencio no escrito”, responde Charo Velasco sin ocultar que existe “un efecto de protección: a la gente no le gusta estar en los medios por esto”.

“No creo que fuera algo intencionado. Socialmente ocurrió así”, opina Fernando Tascón. “Cuando se cerró el caso, todo volvió a su cauce. La vida municipal había estado muy agresiva”, tercia Sonia Linares sobre unos años en los que se mezclaron las denuncias por el modelo de desarrollo urbanístico y hasta por la retirada de estériles de aquella Montaña de Carbón. Con el caso de acoso zanjado judicialmente (el Tribunal Supremo confirmó al año siguiente la condena, aunque rebajó la pena al eximir del agravante de abuso de autoridad), Ismael Álvarez había seguido en la ciudad con sus negocios. Primero se le acusaba de “gobernar en la sombra” por su supuesto ascendiente sobre sus antiguos compañeros, que no aceptaron su propuesta de volver a encabezar la candidatura del PP en 2011. Y así fue como ese año creó IAP (Independientes Agrupados de Ponferrada, unas siglas que también coinciden con su nombre y su primer apellido) para volver al ruedo municipal. El anuncio se produjo en el mismo hotel en el que Nevenka Fernández había hecho pública su denuncia.

Como Charo Velasco en 1999, Adelina Rodríguez era la excepción femenina en los carteles electorales de Ponferrada en las municipales de 2011. Tras haber concurrido en el número dos de Izquierda Unida cuatro años antes, ahora lideraba la lista de la coalición. Aún quedaban algunos rescoldos. “A veces a los candidatos les llamaban por su nombre y apellido y a mí me decían la candidata de IU. Y me llegaron a preguntar qué hacía yo presentándome por ese partido y siendo profesora universitaria”, recuerda Rodríguez, docente de Sociología de la Universidad de León.

Precisamente acababa de salir de una clase cuando conoció la noticia de la denuncia en 2001 de Nevenka Fernández. “Pensé que había sido muy valiente por dar ese paso y también en la tortura que iba a sufrir. Las mujeres pagamos un precio muy elevado cada vez que desafiamos lo establecido”, cuenta para reconocerse “sorprendida” por la reacción a la sentencia con la manifestación de apoyo al condenado: “Me preguntaba si los hombres y mujeres que habían asistido tendrían hijas, hermanas o sobrinas…”. Rodríguez remarca, en cualquier caso, que aquella querella “significó un antes y un después”. Utiliza la misma expresión para referirse a la llegada de Ismael Álvarez a la Alcaldía: “Supo hacer una campaña muy populista. Era un hombre de negocios que sabía manejar sus redes y movilizar el voto”. Ahora iban a compartir, enfrentados, campaña electoral.

La utilización o no en campaña del caso de acoso sexual estuvo sobre la mesa en IU. “Yo creí que no era adecuado porque podría interpretarse como juego sucio y también por respeto a la víctima”, dice la entonces candidata, que recuerda que años después la pararon por la calle tras hacer una alusión velada en un debate televisivo. IAP sacó 5 concejales e IU no obtuvo representación. “No creo que la sentencia le penalizara nunca. Él hizo un discurso victimista y supo utilizar sus desavenencias con su sucesor. Y el electorado se olvida muy pronto de las cosas que pasan”, señala.

“Ni siquiera Ismael Álvarez apostaba por sacar cinco concejales”, piensa Fernando Tascón. “A mí no me sorprendió. Habían quedado cuentas pendientes. Y él contaba con apoyo”, opone Conchi Álvarez desde la distancia relativa al trasladarse en 2004 a León. “Sus grupos de influencia todavía permanecían”, advierte Charo Velasco. Pudo pesar el recuerdo de su gestión anterior o también el aval de quienes creyeron su versión. La política también es un ejercicio de vasos comunicantes. Álvarez 'robó' votos a su antiguo partido, ya en descenso, también porque fue en su día galvanizador del centro derecha en una comarca de tradición industrial y, por lo tanto, obrera y teóricamente más escorada a la izquierda. Ponferrada, que creció exponencialmente a mediados del siglo XX por su desarrollo industrial, es una ciudad con menos arraigo y más voluble en ideología, factores que podrían explicar su condición de 'Ohio español'.

La moción de censura que volvió a llevar a la ciudad a las portadas

IAP obtuvo 5 concejales, los justos para romper la mayoría absoluta del PP, que se quedó en 12 en una Corporación completada por los 8 del PSOE. Los populares comenzaron el mandato gobernando en minoría hasta que los independientes pactaron una moción de censura con los socialistas bajo la condición de que Álvarez dejara el escaño tras la votación para hacer alcalde al candidato del PSOE, Samuel Folgueral. La operación contó en primera instancia con el visto bueno de la dirección federal socialista, que reaccionó a un tuit de Carme Chacón tras triunfar la moción en un Pleno que, paradójicamente, se celebró el 8 de marzo de 2013 coincidiendo con las celebraciones del Día Internacional de la Mujer. Ferraz puso a Folgueral y los suyos en la disyuntiva de dimitir para volver a presentar la moción ya sin el apoyo de un condenado por acoso sexual o renunciar a la militancia, cosa que finalmente hicieron para gobernar con IAP.

Fue un terremoto. “Quiero ser justa”, señala Velasco al aludir a aquel primer apoyo, luego convertido en desautorización, de la dirección federal. “Creo que fue un error. Yo nunca lo habría hecho. Pero ellos lo vieron como un mal menor. Y el resultado fue un drama para el PSOE”, añade. “Si IU hubiera sacado representación, esto no habría ocurrido”, dice Adelina Rodríguez, para quien Samuel Folgueral “cometió el mayor error de su vida”. “Los políticos se olvidaron de todo por tener una cuota de poder”, afea la presidenta de Mujeres Progresistas Bercianas. “Ponferrada sigue estando dividida cuando sale este tema”, admite Sonia Linares. El caso salió otra vez a la palestra. El nombre de la víctima volvió a las portadas. Y Ponferrada regresó a los titulares a cinco columnas.

Como Charo Velasco en 1999 y 2003 y Adelina Rodríguez en 2011, Lorena González seguía siendo (aunque ya no tanto con otras dos mujeres encabezando otras listas) una excepción en el cartel electoral de Ponferrada en los comicios municipales de 2019. Procuradora autonómica de Podemos los cuatro años precedentes, encabezaba la candidatura de la formación morada sin esconder que, también en la política actual como en otras esferas, la mujer está “infrarrepresentada”. González era una niña cuando Nevenka Fernández presentó la denuncia. Pero afirma que el caso “forma parte de la leyenda negra de Ponferrada”, que tiene “una deuda histórica” con la víctima que saldar en forma de “reconocimiento y reparación”, añade desde su condición de concejala de Igualdad del Ayuntamiento.

La edil considera “inconcebible” que “se siga cuestionando lo que pasó” casi veinte años después de la sentencia y que “se siga poniendo el foco sobre la víctima”, algo que se ha reproducido con casos como el de la 'Manada' o de la Arandina. Aun reconociendo los pasos que faltan por dar, alaba los avances “fruto del trabajo del movimiento feminista”, visibles en el respaldo a las movilizaciones del 8M. Ponferrada, de hecho, acaba de asistir al nacimiento de la Asociación Feministas Bercianas, una de cuyas integrantes, Cristina Pérez, apenas tenía siete años de edad cuando Nevenka Fernández presentó la denuncia. “Creo que el respaldo social de entonces no estuvo a la altura. Hoy habría sido diferente por la lucha del movimiento feminista. Y eso que la sociedad española sigue siendo machista y patriarcal”, lamenta.

¿La creación de nuevas asociaciones feministas es sinónimo de pluralidad o de división en el movimiento en Ponferrada? Sus integrantes apuestan por la primera opción en una ciudad ahora pendiente de otro caso, el del presunto intento de homicidio que ha llevado a prisión provisional al exconcejal Pedro Muñoz tras las lesiones sufridas por su mujer, Raquel Díaz, entre cierta polémica por la petición de la familia de ella de no realizar movilizaciones que pudieran entorpecer el proceso judicial. Lorena González defiende la rápida reacción del equipo de Gobierno. “Y eso no ocurrió en 2001”, compara para hablar también de un “cambio de paradigma social”.

España no es la misma de 2001. El caso pionero dio visibilidad a una problemática, pero el número de denuncias todavía representa un porcentaje muy escaso, enfatiza Adelina Rodríguez. La sociedad ha avanzado y sería improbable (aunque no imposible viendo algunas declaraciones recientes) que se repitieran en miembros de la judicatura palabras como las que pronunció en su día el fiscal. A veces se echan en falta declaraciones políticas (preguntado esta semana el presidente de la Junta y del PP autonómico, Alfonso Fernández Mañueco, dijo: “Vamos a ver lo que vemos en Nextflix”), como muestra que ningún cargo del PP contactado haya querido participar en este reportaje. Nuevos factores como las redes sociales habrían jugado en contra. “A ella, que ha sido elegante y discreta, la habrían destrozado”, añade Rodríguez. Otras cosas no han cambiado. “Ismael Álvarez nunca ha tenido el valor de pedirle perdón a la víctima”, remacha Charo Velasco.

Y Ponferrada, que creció en aquellos años a lomos de un período de bonanza y fondos llegados de la primera reconversión minera pero también con un modelo de desarrollo urbanístico a veces puesto en solfa por los tribunales, seguirá esperando encabezar portadas por noticias positivas para la ciudad.

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