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Desesperación, crisis y ni un control de la Guardia Civil en Íscar y Pedrajas, los dos pueblos de Valladolid confinados por segunda vez

La entrada a Pedrajas de San Esteban en la carretera que va desde Íscar (Valladolid), este lunes.

Alba Camazón

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Los municipios vallisoletanos de Íscar y Pedrajas de San Esteban afrontan en estos días su segundo confinamiento. El pasado mes de agosto pasaron por el primero. La COVID-19 ha vuelto. No se puede entrar ni salir de estos pueblos -que suman unas 9.000 personas-, pero no hay quien vigile que las medidas se cumplen. Tal y como ha comprobado elDiario.es durante la realización de esta información, se puede acceder a ambas poblaciones sin encontrar un solo control de la Guardia Civil.

Las calles de Íscar y Pedrajas están prácticamente vacías y hosteleros y comerciantes alertan de la situación que sobreviene tras tantas pérdidas. Los vecinos defienden que la mayoría de la gente es “responsable” e insisten en las normas básicas: mascarilla, higiene de manos y metro y medio de distancia. Pero no hay agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que se aseguren del cumplimiento de todas las normas en estos municipios. La zona básica de salud (que incluye poblaciones más pequeñas) tiene actualmente 235 casos activos y una incidencia acumulada de 124 casos por cada 10.000 habitantes en los últimos 14 días.

Roberto lleva un bar en Pedrajas y explica cómo hace unos días atendió a unos periodistas de televisión a quienes llamó la Guardia Civil para colocarse en la entrada del pueblo y que pudieran grabar imágenes de recurso. Íscar y Pedrajas han sido confinadas en dos ocasiones: una en la primera quincena de agosto, coincidiendo con las fiestas patronales, y otra a partir del viernes 18 de septiembre. Los alcaldes, que en agosto apoyaron estas restricciones de movilidad, en esta ocasión no están de acuerdo y han acudido a la Justicia para recurrir este punto de las medidas.

El único rastro de la Guardia Civil es el de un helicóptero que sobrevuela Pedrajas unos segundos. Los vecinos, con sorna, saludan a la aeronave. “No hay rigor alemán... no podemos evitar ir a trabajar, porque tenemos que comer, pero las actividades lúdicas como los cumpleaños, las comuniones o ir al bar... Eso tenían que haberlo cortado de raíz”, defienden Manuel y Pepe, vecinos de la localidad.

“Yo estoy a favor de las medidas restrictivas, pero que la Junta mande médicos y personal, habrá que hacer un estudio...”, propone Manuel. Miguel Ángel, propietario de una tienda de reparación de bicicletas, calzado y otro tipo de productos, asegura que la mayoría de la gente ya tomaba medidas como evitar la barra del bar. “La gente ya no se arrimaba a la barra... Aunque alguna vez he llamado a la Guardia Civil porque había gente sin mascarilla por la calle y no me han hecho caso”, censura. “Tiene que haber más vigilancia en el pueblo y que los multen, pero que la sanción les haga daño para que colaboren y no sigamos así”, defiende este comerciante, que asegura que ha perdido clientes en los días que Pedrajas ha estado confinado.

Cuando Íscar y Pedrajas estuvieron confinados en verano, apenas tenían unos 40 positivos y eran los único municipios afectados de toda esa zona. La dura medida sirvió: redujo la incidencia y pasaron 8 días sin casos positivos antes de que se levantaran las restricciones. La incidencia actualmente es mayor en estos dos municipios, como también lo es en la mayor parte de España. En la zona básica de salud de Íscar el número de positivos es cuatro veces superior a la de agosto.

Muchos vecinos se muestran pesimistas y lamentan que sus pueblos estén confinados de nuevo apenas un mes y medio después de salir de su primer confinamiento. “Veremos si no nos confinan una tercera vez”, lamenta Miguel Ángel. Es un pensamiento que ronda la cabeza de otros vecinos de la localidad. “Si me dicen que con 15 días confinados el problema se va a solucionar... pero no. El de agosto no ha valido, ¿y este va a valer? No, para nada”, reprocha Eva, que tiene una tienda de moda en Íscar.

Una de las palabras más repetidas es “injusto”. Muchos protestan porque existen otras zonas básicas de salud con una incidencia acumulada similar como Nava de la Asunción (109) y Tudela de Duero (121). Los vecinos consideran que la situación actual es “injusta” y lamentan que “no favorezca en nada” a los municipios por los daños económicos y la mala imagen que se da en los medios de comunicación. “Pero si Bélgica prohibió viajar a los belgas a Íscar y a Pedrajas, como si mucha gente de allí viniera aquí o viviera aquí”, ejemplifica María, de Íscar. De hecho, muchos vecinos se niegan a hablar con elDiario.es: “Suficiente tenemos”, protesta una vecina que espera en la calle a ser atendida en el centro de salud. “Los medios nos estáis machacando, la verdad”, protesta Eva.

Junto a María se encuentra Analía, que no entiende que se confine el pueblo y que su hija y otros niños de la comarca vayan al colegio. “Los niños, los profesores, los médicos... ellos entran y salen. El confinamiento no es la solución porque volveremos a salir”, protesta. Íscar tiene una escuela infantil, un colegio y un instituto que reúnen a cientos de alumnos de toda la zona. De momento, solo se han detectado casos en la guardería, que tendrá una aula de 0 a 1 años aislada hasta el 29 de septiembre.

María reclama más test para identificar al máximo número de positivos posibles. “Faltan PCR en Íscar, no sabemos quién lo tiene y quién no”. De hecho, a partir del miércoles, las pruebas PCR se dejarán de realizar en el centro de salud para ocupar la plaza de toros, según informa el centro de salud con un cartel en sus puertas.

Inés trabaja en un hamburguesería de Íscar con una jornada reducida tras la pandemia. “Antes venía a tomar algo muchísima gente a Íscar, y ahora no porque creen que está infectado. Nos están fastidiando el pueblo”, critica esta vecina de un pueblo que apenas tiene actividad en sus calles y bares. Los clientes se pueden contar en muchos casos con los dedos de una mano y los grandes supermercados, que normalmente abastecen a toda la comarca, están prácticamente vacíos. “El pueblo está muy apagado y muy triste, no hay nadie”, lamenta Chelo.

“Se están cargando la hostelería”, reprocha Manuel a la puerta de un bar de Pedrajas. A su lado, Roberto, el propietario del local. “Esto nos va a llevar a la ruina... cada vez que empezamos a subir un poco, nos meten de nuevo en el pozo, aunque aguantamos como jabatos”, lamenta. Roberto explica cómo, hasta hace poco, a sus trabajadores no les había llegado la ayuda de los ERTE. “Tres meses y medio he adelantado yo, porque si no se mueren de hambre”, afea.

La falta de trabajo durante el estado de alarma y la lenta e interrumpida recuperación económica de estos municipios preocupan también a sus vecinos. “El otro día vinieron los de la Cruz Roja... había unas colas enormes de gente joven del pueblo para pedir comida... La Ingreso Mínimo Vital no ha llegado”, se queja Manuel. Pepe se suma a sus exigencias: “Si no caemos por la COVID, caeremos por inanición”.

“Yo entiendo para es un palo para la hostelería... pero si la gente no cumple las normas, esto no se va a acabar nunca”, reflexionan Chelo y Antonio, dos hermanos que pasean por las calles de Pedrajas. Ambos lamentan que en algunos bares no se observen las normas de seguridad y eso haya provocado algunos brotes. “Algunos jóvenes se meten en el bar y lo jeringan todo. Se juntan muchos, tres o cuatro horas, y echan la partida... con las cartas, que las tocan todos”, se queja Antonio. Chelo asegura que el primer confinamiento funcionó porque en Pedrajas pasaron de 40 casos a tres o cuatro. “Mucha gente lo respeta, pero algunos...”, secunda.

Íscar y Pedrajas deberán continuar aislados hasta el 2 de octubre, cuando, esperan, la incidencia haya bajado, porque si no es así, la Junta de Castilla y León podría prorrogar el confinamiento.

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