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Opinión Tribuna

La prudencia no es buena consejera

La consejera de Sanidad, Verónica Casado.

Juan Vicente Velasco

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El pasado miércoles 7 de abril asistimos con tanta perplejidad como cabreo a la decisión unilateral de la Consejera de Sanidad de Castilla y León, Verónica Casado, de suspender la vacunación masiva programada en toda la Comunidad con la vacuna de AstraZeneca. 

Si no fuera por la alarma creada en la población, la incomodidad por los desplazamientos sin recibir la vacuna y el potencial riesgo de contagio futuro entre los no vacunados en esa ocasión, esta metedura de pata “hasta lo hondo” merecería figurar en la filmografía de Berlanga junto a la escena de la Guardia Civil en una barca en las cuevas del Drach, buscando al verdugo. Ni al genial y llorado Berlanga se le ocurriría un esperpento semejante.

Apenas 24 horas después de la decisión tomada, según la mejor médico del mundo por prudencia, se volvió a recuperar la vacunación con la misma vacuna, aunque a grupos de edad distintos tras la recomendación del Ministerio de Sanidad.

Pues bien, en un vivo ejemplo del sostenella y no enmendalla en el que vive sumida Verónica Casado, en lugar de vestirse con hábito talar y administrarse tantas disciplinas como personas se quedaron sin vacunar, con un cuajo propio del maestro José Tomás, no solo no mostró el más mínimo arrepentimiento, sino que dijo que volvería a tomar la misma decisión porque es médico.

Luego debemos concluir que los consejeros de Andalucía, Galicia, Castilla la Mancha, Extremadura, Asturias, Navarra, Madrid, País Vasco o Murcia no son médicos porque no tomaron esta decisión. 

¿Es posible qué tras casi dos años, esta señora no se haya dado cuenta de que su desempeño actual es total y absolutamente político? Ni siquiera ser la mejor médico del mundo te da el aval para ser consejera. A ella le bastó la mesiánica voluntad de otro galeno metido a político para serlo.

Pero es que además y para que Verónica Casado se aplique más disciplinas, ningún médico con los datos disponibles y que luego ratificó la EMA, basaría la decisión de no administrar una vacuna en un principio de prudencia sino en el de coste-beneficio. 

Una decisión de este calibre inhabilita a cualquier persona por mejor médico del mundo que sea, a continuar al frente de una Consejería de Sanidad. Pero lo malo es que no es la primera y según nos tememos, no será la última. Basta ver cómo ha desguazado la Atención Primaria y está a punto de hacerlo con la Hospitalaria.

Por lo tanto, si no tiene el valor de irse, el presidente de la Junta debería cesarla de inmediato, para que de verdad pueda volver a actuar como médico. 

En este caso el riesgo que supone para los usuarios de su cupo se compensa con el beneficio a todos los castellanos y leoneses.

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