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La ansiada mayoría absoluta y las piedras en el camino

El candidato de CiU, en su primera rueda de prensa en campaña (Carmen Secanella)

Jordi Mumbrú

Barcelona —

Las encuestas no son precisas, pero raramente cometen disparates. Hay que tenerlas en cuenta, incluso cuando están ‘cocinadas’. Y a pesar de que todas coinciden en que todavía quedan muchos indecisos o votantes que no quieren expresar su intención de voto (el famoso voto oculto), parece bastante claro que ganará Artur Mas. La pregunta es si conseguirá la mayoría absoluta, pasando de 62 diputados a 68, y la campaña electoral, la de CiU y la de todos los demás, girará en torno a este dilema. Cuando un presidente convoca elecciones anticipadas es con el objetivo de conseguir la mayoría absoluta. Y no conseguirla es una derrota.

En su primera rueda de prensa de campaña electoral, Mas se ha mostrado confiado en que el nuevo Parlament tendrá una clara mayoría a favor del derecho a decidir pero ha insistido en que es importante que el partido que lidere el proceso salga reforzado de estos comicios. Por este motivo, Mas pide un voto prestado que le dé una “mayoría excepcional para tener los instrumentos para el derecho a decidir”. Todo está muy medido. En sus discursos durante la campaña electoral, Artur Mas y su equipo no quieren ir más allá. La última estación es organizar una consulta y luego ya se verá. De esta manera, CiU confía en no asustar a los electores y seguir sumando votos hasta la mayoría. Pero es evidente que tiene un riesgo: si el objetivo del derecho a decidir es conseguir la independencia, ¿por qué no votar directamente a ERC? Mas responde: “La gente se tiene que olvidar ahora de Convergència i Unió o ERC. Si nos vota a nosotros no vota por unas siglas, vota por un proceso”. El objetivo es presentar a Mas como el político que, más allá de los intereses partidistas, quiere guiar al pueblo hacia la libertad. Los carteles electorales de CiU, donde aparece Mas con los brazos abiertos al estilo Moisés, según algunos tuiteros refuerzan esta idea, así como el lema de la campaña: “La voluntad de un pueblo”.

Si la estrategia funciona, Mas utilizará la mayoría absoluta para organizar una consulta durante la próxima legislatura y además podrá seguir con sus políticas de austeridad y de privatización del sector público. Reforzado en las urnas, Mas tendrá vía libre y será totalmente legitimo, porque jamás ha prometido cambios en su política fiscal y económica. Pero si la jugada sale mal y no llega a la mayoría, Mas tendrá que buscar apoyos y sería esperpéntico que llamara a las puertas del PP. Su único socio posible es ERC. Pero a los republicanos los recortes les dan mucha pereza y entre las diferencias sobre la austeridad y sobre una posible hoja de ruta independentista, la oposición tendrá varias vías de ataque.

En la primera fase de la campaña, Mas se centrará en el derecho decidir, en los “instrumentos de Estado” que hacen falta para conseguirlo y en la descripción de cómo será Catalunya en el 2020 si el proceso sigue adelante. Como ya avanza su programa, los convergentes ven en el horizonte a una Catalunya más justa, más rica y con un Estado del bienestar ejemplar. Esta primer fase de la campaña terminará el lunes, según explicó Mas, dos días antes de la Huelga General, que representa una gran piedra en medio del camino.

Todo hace pensar que la huelga será contundente. Todos los sindicatos la secundan y hasta cuentan con el apoyo de la asociación independentista que organizó la multitudinaria manifestación del 11 de septiembre. Si la huelga es un éxito, el discurso de CiU quedará un poco vacío si se sigue limitando a la consulta y a la promesa de una Catalunya ideal para el 2020. La tensión social ayudará más a ERC que a CiU y la huelga puede ser determinante.

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