Clara Segura es Sofia Loren. Y Pablo Derqui, Marcello Mastroianni. No se parecen mucho a estos monstruos del cine italiano y universal, pero aún así son ... ¡son iguales! Viven Una giornata particolare que nos introduce en el mundo de sueños, de poemas, de imágenes, de ilustración, de ilusiones que Oriol Broggi, con texto de Jeroni Rubió, ha tejido con todo el equipo de La Perla 29 con ganas de “mirar las estrellas y después intentar evocar las dentro de nuestro pequeño espacio de magia”. Este pequeño espacio de magia es la Biblioteca de Catalunya y permite que los actores sean los personajes. Directamente. Desde los citados protagonistas hasta el último de los muchísimos tipos que circulan por la arena de la nave gótica. Los nueve actores encajan a la perfección en los caracteres fellinianos.
La magia que se despliega ante el público no tiene un argumento concreto. Hay una base de Otto e mezzo como hilo conductor de un desfile de gente, de poesía, de canciones, de personajes reconeixbles; idolatrados, muchos de ellos; admirados, todos; recordados; envidiados; que nos han emocionado desde la gran pantalla o desde las mesas. Hay esta angustia de no encontrar las musas, de no saber por dónde tirar, de llamar “Desmontamos todo!”, los recuerdos de una vida que Fellini describe en su película.
Pero 28 y medio es mucho más que 8 y medio. No sólo por obvias cuestiones aritméticas. Es mucho más que Fellini. Es Chéjov y El tío Vania, es Pirandello y sus seis personajes que se materializan en la escena en busca de un autor, es Shakespeare y Hamlet y El Rey Lear, es Ettore Scola, es Bergman, es John Ford, es Claudia, Sofía, Marcello, Anita ... Es La strada, son los recuerdos de Amarcord, es Dante ... Es Cinecittà. Y es, también, “ese amor a Italia que me mata de tristeza”. Es un homenaje que se permite un tipo como Broggi, seguro de lo que hace y seguro de lo que quiere (tan lejos, en esto, las dudas del Fellini de Otto e mezzo).
Todos estos referentes de la cultura universal (no se pueden cerrar en un género concreto: son la cultura) nos abren las ventanas de la Biblioteca, nos cogen de la mano y ya no nos dejan hasta que recorremos, con ellos, los horizontes de cada uno . Y sufrimos con ellos, nos emocionamos con ellos y reír a carcajadas con ellos. Ya sea entrando en los cuadros del pintor Notxa, bien a través de proyecciones de míticos títulos del cine, bien siguiendo a una tropa circense, bien al ritmo de Viaje con nosotros, bien paseando en un 600, bien atravesando una cortina, bien a lomos de un caballo blanco o bien subiendo en una avispa hacia Cinecittà. Todo cabe en la arena de la Biblioteca para demostrar que “el teatro es una mentira... que dice la verdad”.
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