Colau propone una “Barcelona ejemplar” con un ayuntamiento “que camine preguntando y mande obedeciendo”
Con gritos de “sí se puede, sí se puede” y música de Txarango ha empezado y acabado uno de los actos de corte más festivo de Barcelona en Comú (BComú), al menos en lo que lleva de precampaña. La fecha escogida -el nada casual 14 de abril- ha teñido de espíritu republicano una conferencia el alto voltaje simbólico y personal en el que la cabeza de lista de la formación, Ada Colau, ha sido la gran protagonista —y prácticamente la única—. Aclamadísima por los asistentes, la alcaldable ha dejado claro que la suya es una candidatura nueva –“de regeneración democrática”—, pero con memoria —“nada arrogante”—, en alusión a Maria Salvo y Josep Fontana, los dos veteranos luchadores que cerrarán la lista de la coalición.
La líder de BComú ha tejido un discurso íntimo -repleto de referencias vitales- y ha insistido en la necesidad de constituir un ayuntamiento valiente, que “camine preguntando y que mande obedeciendo”. Un consistorio que ha contrapuesto, sin citarlo directamente en ningún momento, al Ejecutivo de Trias. “Hace falta un cambio estructural capaz de combatir la deriva neoliberal” que vive Barcelona, ha dicho la alcaldable antes de matizar: “No necesitamos una pista de esquí en la Zona Franca, un parque temático infantil en la Sagrera o subvenciones de millones de euros para la Fórmula 1”.
Sin querer entrar en la letra pequeña de su programa —“ya llegará el momento”, ha dicho—, la alcaldable ha puesto como prioridad las políticas que luchen contra la precariedad y la “creciente precarización”. “Si esta brecha entre personas y barrios continúa creciendo, cada vez será más difícil hacer realidad el sueño de una ciudad integradora, cohesionada, que sea ejemplo para el resto de ciudades del mundo”. Para Colau, Barcelona debería “ejemplar” y un “sello de calidad”, también, en el estricto cumplimiento, por parte de las empresas, de los derechos sociales y ambientales.
Incluso, resaltó, en el ámbito turístico. Según Colau, si bien es cierto el sector turístico genera una riqueza necesaria para la ciudad, también lo es que no está repercutiendo de forma equitativa ni en los barrios, ni en las condiciones laborales de los puestos de trabajo. Por ello, propone “regular, democratizar y auditar” el modelo de turismo que impera en la ciudad y que, según ella, “está desgastando Barcelona”, y apostar por una fiscalidad “social y ambientalmente justa”.
Como medidas urgentes, propone limitar “a través de una moratoria temporal” los nuevos alojamientos turísticos y reducir el impacto negativo con medidas de protección del pequeño comercio, así como los comercios emblemáticos y tradicionales. En este sentido, apuesta por configurar una “alternativa sensata al monocultivo del turismo”, que debería pasar por la rehabilitación urbana y energética, el desarrollo de infraestructuras ligeras y de proximidad, y por la atención a las personas mayores y niños.
Colau ha puesto en sobre la mesa otros ejes, algunos urgentes, como erradicar los desahucios o la pobreza energética; y otros más concretos, como repensar la Carta de Barcelona, cambiar el funcionamiento de Barcelona Activa y plantear un Instituto Municipal de Crédito que empuje la economía cooperativa.
1992, punto de inflexión
Colau ha situado los Juegos Olímpicos del 92 como “una especie de frontera”, y ha reconocido sus luces a la vez que a sancionado las sombras de un evento clave para comprender la ciudad de hoy. Por un lado, según ella, supuso una expresión de ilusión y el desarrollo de importantes infraestructuras, como la red del alcantarillado de la ciudad. Ejemplos que ha atribuido a “la visión audaz y creativa del mejor Pascual Maragall”, en un intento de encontrar el equilibrio entre la crítica y el reconocimiento de la herencia de las izquierdas de la ciudad.
Por el contrario, Colau ha incidido en que se dejaron escapar oportunidades vitales. “La ciudad no aprovechó ese momento para dar un salto cualitativo en aspectos importantes como el transporte público o la vivienda”. Unas cuestiones en las que ha reprochado la falta de diálogo de gobiernos anteriores con el tejido vecinal, en un momento clave en el que la ciudad comenzó a convertirse en pista de aterrizaje de inversores “poco escrupulosos y con intereses muy lejanos al bien común”.
Mirada al proceso soberanista
Aunque de forma calculadamente secundaria, el proceso soberanista ha asomado la cabeza en el discurso de Colau, que lamentó la ausencia de un ayuntamiento “valiente y firme” en la defensa del derecho a decidir de los ciudadanos. En ese sentido, ha matizado que hay que hacerlo “de forma limpia y ejemplar”, utilizando las instituciones públicas para defender los derechos sociales de todos, “y no para ocultar corruptelas o favorecer los negocios de unos pocos”.
Más allá de la crítica por el uso partidista de los símbolos nacionales, Colau no ha entrado en excesivas concreciones sobre la personalidad de su formación en esta cuestión. “Si queremos transformar nuestra ciudad, es también porque queremos cambiar nuestro país. Un país que se ha levantado muchas veces contra el centralismo y la prepotencia y en defensa de sus libertades”, dijo la líder de una formación que integra Procés Constituent, el acento nítidamente independentista de todos los actores confluentes.
Para Colau, el derecho a decidir supera las fronteras de Cataluña. “Los anhelos de cambio no son sólo nuestros”. En esta línea, ha dibujado una Barcelona y una Cataluña más conectadas con su entorno, capaces de “encontrar complicidades” en todas aquellas iniciativas hermanas que en España y en Europa quieran recuperar, ha dicho, “la democracia secuestrada para ponerla en manos de la ciudadanía”, donde ha puesto los casos Madrid, Coruña, Valencia, Donosti, Sevilla y Atenas, “y todos los procesos constituyentes y de cambio puestos en marcha por los pueblos del Sur de Europa y del Mediterráneo”.
Una candidatura con memoria
Una candidatura con memoriaCoincidiendo con el 84º aniversario de la proclamación de la Segunda República, Colau ha puesto en valor la Barcelona que se construye colectivamente y recordó las luchas que combatieron las desigualdades en aquella época. “Hoy es 14 de abril y hace 84 años que decenas de movilizaciones populares en todo el Estado hicieron huir al Rey Alfonso XIII”, recordó entre aplausos Colau, que ha dado las gracias a los luchadores por las libertades.
La herencia de aquellas luchas las ha vinculado a los actuales movimientos sociales y vecinales. “La experiencia de la PAH, del 15-M y de las mareas ciudadanas nos han demostrado que si nos organizamos, tenemos más poder de lo que nos quieren hacer creer”.
Especialmente emocionada se ha dirigido al historiador Josep Fontana y a la luchadora antifranquista María Salvo, ausente por un imprevisto de última hora. “Gracias por seguir luchando después de todo; tu coraje es hoy nuestro faro”, le ha dicho a la veterana activista. “Gracias a las mujeres del 36, que tuvisteis esperanza el 14 de abril, fuisteis valientes el 18 de julio y fuisteis perseverantes después”.
Antes de que Colau subiera al escenario, la historiadora Anna Sallés, viuda de Manuel Vázquez Montalbán, ha presentado el acto. Sallés ha confiado en que Barcelona haga confianza a BComú, la mejor manera, según dijo, para hacer aflorar de nuevo a las “personas olvidadas” y “hacer emerger la ciudad escondida”. Entre los asistentes se han podido ver representantes de las fuerzas confluyentes -ICV, EUiA, Procés Constituent y Podem- y algunos flashes han buscado, sin ningún rendimiento especial, un discreto Ricard Gomà, actual líder del grupo municipal de ICV-EUiA, que ha seguido con normalidad el acto desde la tercera fila.