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Nueve años del partido de Albert Rivera: el viejo pasado del nuevo Ciudadanos

Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, va camino de los nueve años y tres legislaturas ocupando escaño en el Parlament catalán.

Arturo Puente

Barcelona —

Ciudadanos está internándose con fuerza en el panorama político español. En un momento en el que lo nuevo tiene premio electoral, la formación de Albert Rivera se presenta ante la opinión pública como un partido de la nueva política y garante de regeneración. Algunos no han dudado en llamarles “el Podemos de derechas”, por la fuerza de un discurso que combina a partes iguales frescura, oposición frontal a la corrupción y responsabilidad. No hay duda de que Ciudadanos –Ciutadans, como hasta ahora se había conocido al partido– ha extendido su marca por el Estado con gran habilidad para hacerla pasar por nueva.

Pero lo cierto es que Albert Rivera sumará al final de esta legislatura la tercera en su escaño como parlamentario catalán, defendiendo las siglas de un partido que cumple nueve años precisamente este 4 de marzo. Un tiempo más que suficiente para que sus diputados, tres durante las primeras dos legislaturas y nueve a partir de 2012, se retraten con el sentido de sus votos. A juzgar por su actuación en el Parlament, Ciutadans se ha revelado como un partido de tendencias derechistas que ha votado frecuentemente junto al PP y, en menos ocasiones, el PSC.

El 25 de abril de 2013, el diputado de Ciutadans Manuel Villegas defendió desde la tribuna del Parlament retirar la sanidad a los inmigrantes sin permiso de residencia. “No podemos ofrecer asistencia sanitaria gratuita e ilimitada a todo el que venga como turista o a aquellos que han entrado de forma irregular en España”, proclamó Villegas. “Creemos de lógica, pero también de justicia, que los servicios sanitarios que se ofrecen a los ciudadanos que se encuentran ilegalmente en Catalunya no pueden ser exactamente los mismos que los que se ofrecen a los ciudadanos que pagan religiosamente sus impuestos y cumplen sus obligaciones para con la sociedad”, continúo el diputado. Y, por último, remachó: “Creemos que cualquier euro invertido en esta medida [la asistencia a inmigrantes en situación irregular] estaría mejor invertido en reabrir algún centro de atención primaria de los que se han cerrado”.

En aquella ocasión, la propuesta de Ciutadans solo contó con el apoyo de los diputados del PP, los mismos con los que el 13 de octubre de 2013 abandonaron la Cámara para escabullirse de una votación sobre el franquismo. El grupo parlamentario de ICV-EUiA había presentado una moción en la que se instaba a condenar el franquismo y el fascismo, pero el debate se agrió cuando David Fernàndez, diputado de la CUP, acusó a Ciutadans de tener intención de manifestarse junto a grupos xenófobos como Plataforma Per Catalunya (PxC), Falange o Tramuntana. El diputado de Ciudadanos Jordi Cañas respondió a la CUP reprochando que ellos se manifestaban junto al 'comando Barcelona'. Tras ser llamado al orden y cortarle el micrófono por parte de Presidencia, los diputados de Ciutadans y del PP abandonaron el hemiciclo.

El 12 de octubre de ese año Ciutadans y el PP se habían manifestado en plaza Catalunya junto a la plataforma 'Som Catalunya, Somos España', que, pese a sus intentos de desmarcarse, no puedo evitar la presencia del partido xenófobo de Josep Anglada, Plataforma Per Catalunya. El líder racista no ha dudado en mostrar sus simpatías hacia el partido de Rivera, aunque en ocasiones se lo ha puesto difícil. En el verano de 2013, Anglada fichó al hasta entonces candidato de Ciutadans, Manuel García Florido, con el que un nutrido grupo de personas pasaron de militantes de Ciutadans a engrosar las filas ultraderechistas de PxC.

Libertad religiosa e impuestos

Los asuntos de índole religiosa constituyen buen termómetro de las posiciones de la que hoy se presenta como flamante incorporación a la nueva política española. Ciutadans se abstuvo en el punto de una moción que reclamaba no aplicar la reforma del aborto de Gallardón en Catalunya, aunque sí se mostró partidario de retirar las subvenciones a centros religiosos bajo el argumento de “quien quiera escuela que segrega, que la pague”.

Además, la hoy portavoz y candidata a la alcaldía de Barcelona por la formación, Carina Mejías, propuso prohibir algunos tipos de velos islámicos, como el burka y la niqab, en lugares públicos. “Desde Ciutadans creemos que bajo cada burka hay una mujer sometida, y que los derechos humanos y las libertades están por encima de cualquier cuestión religiosa o cultural”, aseguró, aduciendo además cuestiones de seguridad pública.

Para la prohibición del velo integral, Mejías ni siquiera pudo cosechar el apoyo del que fue su partido durante veinte años, el PP. La número dos del partido se afilió a Nuevas Generaciones en el año 1989 y ascendió en la formación hasta llegar a concejal de Barcelona y diputada durante ocho años en el Parlament, donde también fue portavoz del grupo popular.

Durante su primera etapa como diputada del PP, pudo haberse cruzado con un joven abogado barcelonés que entonces daba sus primeras pasos en las Nuevas Generaciones del partido conservador. Se trataba de quien luego sería su jefe, Albert Rivera, que estuvo afiliado al PP entre 2002 y 2006, hasta poco antes de ser elegido presidente de Ciutadans.

Ciutadans ha sido un partido que se ha significado contra los recortes, a la vez que contra las subidas de impuestos. Según ha defendido la formación, se necesita un sistema que redistribuya, gravando a los más ricos y liberando de impuestos a las clases medias y bajas. Sin embargo, Ciudadanos se retrató en 2013 votando en contra de recuperar el impuesto de patrimonio, con el argumento de que “servía para meter la mano en el bolsillo a los ciudadanos para construir la transición nacional”. Seis meses después, de nuevo con el PP, también votó en contra de restablecer el impuesto de sucesiones, que grava especialmente las herencias de más de medio millón de euros.

Conatos de corrupción y prácticas poco limpias

Si en algo se ha alineado Ciutadans con formaciones más a la izquierda como la CUP o ICV-EUiA ha sido en el azote contra la corrupción, enfocada especialmente contra los dos partidos hegemónicos en Catalunya, CiU y PSC. Famoso entre la prensa parlamentaria es el exportavoz de la formación Jordi Cañas, quien frecuentemente clamaba contra el régimen “nacionalismo cleptómano” en el que, a su parecer, vive la ciudadanía catalana.

Pero los buenos tiempos de Cañas como látigo de la corrupción acabaron cuando el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya le imputó en enero de 2014, acusado de haber defraudado 429.000 euros a Hacienda como gestor de una sociedad.

Cañas dimitió de todos sus cargos en el Parlament en abril, por lo que no llegó como diputado a la confesión que el expresident Pujol hizo en julio y de la que con seguridad Cañas hubiera sacado jugo en sus diatribas parlamentarias. Pero en noviembre Ciutadans lo recolocó como asesor en el Parlamento Europeo, donde trabaja codo con codo junto a otra persona que también regularizó dinero proveniente de un país con secreto bancario: Javier Nart.

El eurodiputado de Ciutadans recibió una herencia que su padre guardaba en Suiza, lo que Nart justificó por miedo a ETA. Una coincidencia más: el gestor de la cuenta de su padre es la misma persona que gestionó los fondos suizos de Fèlix Millet, el acusado de saquear el Palau de la Música.

En sus nueve años de vida, Ciutadans también ha tenido problemas con sus fundaciones. En octubre de 2013, la Sindicatura de Cuentas catalana reclamó al partido los presupuestos de una de sus fundaciones, Tribuna Cívica, que entre 2009 y 2012 eludió la fiscalización tanto del ente catalán como del estatal al pertenecer a un partido catalán pero tener sede en Madrid.

Finalmente el partido presentó la documentación requerida y el asunto se solucionó ahí, pero de nuevo la sindicatura volvió a darle un tirón de orejas en su informe de 2014 por no aportar todos los documentos requeridos sobre las cuentas del partido y de sus tres fundaciones vinculadas.

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