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“Todavía hoy existen desigualdades de género respecto a la participación política y social en el medio rural”

Cristina Ortí Delgado

Teresa Sánchez Garzón

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“La igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres no solo es una cuestión de justicia, sino que es imprescindible para conseguir un mayor desarrollo en las zonas rurales”. Así lo asegura Cristina Ortí Delegido, responsable del trabajo de investigación 'La participación política y social en el medio rural. Desigualdad y género’, un proyecto que ha realizado gracias a la convocatoria de 2019 de ayudas a la investigación del Instituto de la Mujer de Castilla-La Mancha.

“Considero que existe la necesidad de contar con más herramientas concretas, empezando por saber de qué punto partimos, que nos permitan propiciar cambios respecto a las desigualdades que se producen, todavía hoy en día, entre hombres y mujeres y de manera más visible, en las zonas rurales”, asegura. Por este motivo ha realizado este proyecto en cuatro municipios de la comarca de Hellín, en la provincia de Albacete: Ontur, Albatana, Tobarra y Fuente Álamo.

Cristina asegura que con este estudio se refuerza su compromiso de participación activa a nivel político y social, su compromiso por el desarrollo de las zonas rurales y especialmente en la zona en la que ha crecido. Además, señala que otro de los motivos que le han llevado a realizar este estudio han sido las propias vivencias de discriminación que ha sufrido a lo largo de su vida, pero especialmente desde que fue madre.

La semilla de esta investigación la puso en el año 2013, momento en el que hizo una primera prospección exclusivamente en el municipio de Ontur, pero realmente la investigación actual la ha llevado a cabo desde mayo hasta diciembre de 2019 en las cuatro localidades. “El motivo vuelve a estar relacionado con un compromiso personal por el desarrollo de mi pueblo, de mi comarca y porque quiero poder elegir vivir en un pueblo sin renunciar a las oportunidades que tiene cualquier mujer que vive en una ciudad”.

La importancia de la participación ciudadana

El objetivo de este estudio es abrir un proceso de reflexión sobre la discriminación de género en la participación social y política y propone cambios necesarios para la consecución de una mayor igualdad de participación entre hombres y mujeres a nivel político y social en los municipios que forman parte del informe. Expone además uno de los pilares fundamentales, la participación, para construir una ciudadanía activa sin discriminación de género que fortalezca la democracia, que incida en el desarrollo rural y genere un cambio social sustancial basado en el desarrollo humano.

La idea es poner a disposición, tanto de instituciones públicas como de las organizaciones sociales, una herramienta que no solo permita analizar las desigualdades de género existentes en la participación social y política en estos municipios sino además, proporcionar una batería de recomendaciones dirigidas a combatir dichas desigualdades.

“La participación ciudadana es la clave de la democracia ya que es el medio para ejercer la soberanía popular. Sin la participación de la sociedad y su implicación en la vida política y social no existiría la democracia, el cambio social sería inviable y estoy convencida de que no habría desarrollo. La participación ciudadana debe servir a la sociedad para establecer relaciones más justas e iguales, para empoderar a la sociedad y especialmente a las mujeres. Debe ser la base para construir la ciudadanía y para marcar las prioridades de esta ciudadanía”.

Para Cristina Ortí Delegido, sí existe desigualdad de oportunidades todavía en el medio rural y también en las zonas urbanas.“La realidad es que, por ejemplo, todavía sigue habiendo bastantes más hombres que mujeres en puestos de responsabilidad, si bien es verdad que encontramos cada vez más mujeres alcaldesas, concejalas y presidentas de colectivos sociales. Esto lo podemos contrastar claramente con datos estadísticos. Sin embargo, el precio que tienen que pagar las mujeres para poder acceder a los puestos de responsabilidad, es mayor, entre otras cosas porque tiene mayores condicionantes y sobre todo porque tienen que demostrar su valía constantemente y muy especialmente porque los juicios de valor de la sociedad respecto a las mujeres que participan de manera activa son muy determinantes”.

La responsable de este estudio, también coordinadora de programas y proyectos y consultora, asegura que esta desigualdad se debe a diferentes factores, todos ellos resultado “del sistema patriarcal que marca nuestras vidas”, pero el condicionante principal es “la educación sexista” que seguimos perpetuando, especialmente en las propias familias, en la sociedad en general y en la mayoría de ocasiones también en las instituciones educativas. Además, se adereza, explica, con la falta de recursos, la falta de empleo y las limitaciones de acceso a muchos servicios “que, en los pueblos, lamentablemente existe” y que afecta en mayor medida a las mujeres.

“Hasta que no seamos capaces de modificar nuestro modelo educativo hacía una educación en igualdad, sin seguir perpetuando los roles sexistas o los estereotipos no habremos conseguido casi nada. Es imprescindible para revertir esta situación que al igual que las mujeres vamos ocupando poco a poco espacios públicos y que históricamente han ocupado los hombres, los hombres ocupen también los espacios privados y por tanto haya una corresponsabilidad real entre hombres y mujeres respecto a los cuidados, las tareas domésticas y todos aquellos trabajos que no son remunerados y que además casi siempre son invisibles”, asegura.

El papel de la despoblación

En este contexto, primordialmente agrícola, “con una población cada vez más mermada, a la vez que envejecida y masculinizada”, su autora ha podido comprobar “marcadas” diferencias históricas en cuanto a la participación política y social de mujeres y hombres, especialmente si se refiere a la ocupación de puestos de responsabilidad tanto políticos como en movimientos sociales, lo cual implica una menor representación de las mujeres en el desarrollo local. “Tradicionalmente los puestos de responsabilidad política como alcaldías y concejalías y el liderazgo de organizaciones sociales han recaído siempre en manos masculinas. Especialmente aquello que tienen especial impacto en la economía y están ligados a la agricultura.

“Yo creo que la despoblación juega un papel fundamental. Desde un punto de vista puramente estadístico es preocupante que las zonas rurales se van masculinizando cada vez más. Es decir, las mujeres abandonan más las zonas rurales que los hombres, ya que estas tienen menos oportunidades. Las mujeres que tienen acceso a estudios y que se profesionalizan, finalmente no encuentran cómo desarrollarse en las zonas rurales con altas tasas de desempleo, por lo que acaban emigrando a ciudades más grandes. Esto además provoca que de manera generalizada, una gran parte de las mujeres que se quedan viviendo en los pueblos, tienen menor formación, y este es un hándicap para acceder a puestos de responsabilidad fácilmente”.

Para esta consultora albaceteña hay una escasa cultura de la participación en estos cuatro municipios y es imprescindible no solo mayor compromiso de partición sino además que esa participación tenga un claro enfoque de género, ya que es imprescindible que las mujeres accedan a los puestos donde se toman las decisiones importantes.

“Las mujeres deben comprometerse con el desarrollo y para ello es imprescindible sentirse parte de la toma de decisiones en igualdad de condiciones que los hombres, Todavía hoy existen desigualdades de género respecto a la participación política y social en el medio rural, aunque estas desigualdades ya no se perciben claramente por la sociedad, incluso por muchas de las mujeres que sufren a diario situaciones de discriminación de las que no son conscientes”, concluye.

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