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Dos décadas de Revolta contra el poder en València

La asociación Centre de Recursos Just Ramírez abría las puertas de Ca Revolta el 20 de octubre del año 2000 en el barrio de Velluters. Al día siguiente de su inauguración, los periódicos contaron que nacía un espacio de ocio alternativo, en pleno centro de València, para potenciar iniciativas críticas en el campo del pensamiento, la actividad social, las relaciones humanas y la cultura en su sentido más amplio. Inspirados en la versión contemporánea de los antiguos cafés o en los ateneos populares de la Segunda República, nacía en la calle Santa Teresa número 10 un lugar donde encontrarse, debatir y pensar.

Las memorias de actividades anuales dejan constancia de la intensa actividad que este palacio señorial rehabilitado del siglo XV-XVI (antigua consulta de un ginecólogo) ha tenido durante sus dos primeras décadas como centro cívico: 1.450 conferencias y debates, 1.350 proyecciones cinematográficas, 320 presentaciones de libros, 800 conciertos, 250 recitales de poesía, 1.370 exposiciones de artes plásticas, 1.300 representaciones de teatro y danza, centenares de talleres y jornadas, entre otras expresiones culturales.

Para celebrarlo, este 23 y 24 de octubre, Ca Revolta ha preparado a partir de las 19.30 horas diferentes actividades culturales con música en directo, dramaturgia y “otras sorpresas”. “Con prudencia y sin olvidar la reivindicación, nos reencontramos para celebrar que esta casa de locas, luchadoras y rebeldes continúa en pie”, anuncian en sus redes sociales. También será la primera ocasión en la que se pueda probar la cocina de proximidad del nuevo bar de la casa, Sucamulla.

Esta fiesta de cumpleaños es también el prólogo de las tradicionales Jornadas de Pensamiento y reflexión de otoño. Durante los próximos meses pasarán por el centro cultural obras como Odet y las otras, de Anna Albadalejo; tendrá lugar una charla sobre la escritora Carmelina Sánchez Cutillas, con Pau Sanchis y Pepa Alòs; se debatirá sobre la ampliación del puerto marítimo de València; o se presentará el libro Refugiados climáticos, del antropólogo y presidente de CEAR Catalunya, entre otras actividades.

Dos décadas de conciencia crítica

Paralelamente a su compromiso cultural y político, estos veinte años de difusión de valores críticos contra el poder también han implicado hacer frente a amenazas y presiones políticas. En innumerables ocasiones la policía ha tocado a sus puertas, han recibido decenas de denuncias y órdenes de cierre y cuentan por miles de euros las multas que, gracias a la red de Ca Revolta, han podido ir pagando para mantener el local abierto.

“Tenemos mucho que celebrar, es casi una heroicidad que estemos aquí”. Isabel Cercenado participó en el inicio y creación de este proyecto en el que se juntaron personas implicadas socialmente de la izquierda valenciana. El libro de la antropóloga Josepa Cucó De la utopia revolucionària a l’activisme social resume, según Cercenado, ese “espíritu” con el que Ca Revolta nacía, heredado de las personas que en su día lucharon por acabar con el franquismo y que, décadas después, continuaban con esa “utopía por la revolución”.

En la sala de recursos, en el segundo piso del local, es donde tiene lugar este encuentro en el que también participan Josep Martínez y Valeriano Martín, otras dos personas centrales en Ca Revolta, en el mismo día de su veinte aniversario.

La mesa de esta sala donde nos sentamos ha sido -y es- testigo de centenares de reuniones de asociaciones y colectivos valencianos como Per l’Horta, Col·lectiu Ovidi Montllor, Falles Populars i Combatives o la Tertúlia d’arquitectes i urbanistes, entre otros muchos. Sus paredes están repletas de carteles de manifestaciones del 8M y fotografías, y sus estanterías están copadas por centenares de libros y ficheros que convierten la sala en una gran hemeroteca del activismo valenciano reciente.

De las denuncias y las multas recibidas durante la época en la que gobernaba el PP en València ya parece que hace mucho tiempo aunque apenas hayan pasado cinco años. Y aunque actualmente la situación política “haya mejorado” e incluso tengan “cierto apoyo y reconocimiento institucional” Ca Revolta continúa sin una licencia que se adecue totalmente a su actividad.

“El gobierno del PP nos ponía multas día sí día no únicamente por poner en la programación que hacíamos teatro”, asegura Cercenado. Oficialmente Ca Revolta cuenta con licencia de bar y de sala de conferencias y exposiciones. Durante estos veinte años han esquivado la rectitud de la ley solicitando permisos para actividades extraordinarias concretas que el ayuntamiento podía denegar a su gusto porque la normativa no contemplaba que este espacio de 600 m² pudiera acoger diferentes disciplinas culturales.

“Llevamos 20 años reivindicando una licencia que posibilite un centro cultural más amplio”, afirma Josep Martínez. En 2018, la Generalitat Valenciana incorporó una ley que ampliaba el concepto de espacio cultural. Este hecho, junto con “la sensibilidad” de la administración pública del gobierno del Botánico, han provocado que Ca Revolta “haya dejado de estar en el punto de mira”, aunque siga relativamente al margen. Una normativa que llega veinte años más tarde. O quizás Ca Revolta llegaba veinte años antes.

Más allá de un espacio de reflexión

“Pero Ca Revolta también ha estado muy presente en la calle”, resalta Valeriano Martín. El colectivo, recuerda Martín, ha impulsado y convocado manifestaciones como, por ejemplo, la del ‘No a la guerra’ contra Irak, por la libertad de Palestina o del Sáhara, y tantas otras en defensa de la lengua, la educación y el territorio valenciano. También elaboraron una Carta Valenciana de Derechos Sociales, presentada en les Corts Valencianes en 2012.

“Con el PP la realidad nos exigía estar en la calle prácticamente todos los días”, cuenta Cercenado de una época en la que los recursos económicos eran muy limitados. Y si algo ha permitido sus veinte años de historia, destacan, ha sido la colaboración e implicación de los socios y socias de Ca Revolta, y “otras personas comprometidas con el proyecto desde antes incluso de que se abrieran las puertas del local”. Por ejemplo, artistas reconocidos como Juan Genovés, Rafael Armengol, Rosa Torres, Cristina Navarro, Pepe Gimeno o Antoni Miró, donaban cuadros para rifas de arte que Ca Revolta subastaba para pagar las multas.

“Ahora ya no sentimos la asfixia de antes, pero las contradicciones sociales son las mismas y los intereses capitalistas tienen mucha fuerza”, aseguran. Por delante, el reto de adaptarse al presente y al futuro de la realidad cultural. “Volveremos a reinventarnos, pero tratando de cumplir con los mismos objetivos que nos animaron a poner en pie esta casa”, afirman.

Pero, ¿qué es esta casa? ¿qué es Ca Revolta?. “Un espacio desde el cual mirar al mundo de forma crítica, de encuentro con personas con las que compartir el pensamiento crítico y generar nuevas complicidades para el activismo social”, describe Cercenado de este antiguo palacio señorial del centro de València que hoy celebra sus primeras dos décadas de revuelta contra el poder.

La asociación Centre de Recursos Just Ramírez abría las puertas de Ca Revolta el 20 de octubre del año 2000 en el barrio de Velluters. Al día siguiente de su inauguración, los periódicos contaron que nacía un espacio de ocio alternativo, en pleno centro de València, para potenciar iniciativas críticas en el campo del pensamiento, la actividad social, las relaciones humanas y la cultura en su sentido más amplio. Inspirados en la versión contemporánea de los antiguos cafés o en los ateneos populares de la Segunda República, nacía en la calle Santa Teresa número 10 un lugar donde encontrarse, debatir y pensar.

Las memorias de actividades anuales dejan constancia de la intensa actividad que este palacio señorial rehabilitado del siglo XV-XVI (antigua consulta de un ginecólogo) ha tenido durante sus dos primeras décadas como centro cívico: 1.450 conferencias y debates, 1.350 proyecciones cinematográficas, 320 presentaciones de libros, 800 conciertos, 250 recitales de poesía, 1.370 exposiciones de artes plásticas, 1.300 representaciones de teatro y danza, centenares de talleres y jornadas, entre otras expresiones culturales.