El mural del puente de la solidaridad de los voluntarios de la dana busca un hogar

Miles de voluntarios cruzan el puente de la solidaridad de Valencia de un lado a otro. Es, sin duda, una de las imágenes y de los símbolos que nos dejó la DANA del pasado 29 de octubre. Personas de cerca y de lejos, amigos y desconocidos, alianzas que se crean al instante, sin pensar, por pura necesidad o por pura voluntad. Allí, entre ellos, un artista mexicano planta su estructura y su enorme lienzo y empieza a pintar. En los días previos ha ejercido de voluntario en lugares como Catarroja o Benetússer, ha retirado barro, ha visto de cerca la tragedia, ha sentido y llorado con ellos. Ya en el puente, entre brocha y brocha, habla con esos desconocidos que han parado sus vidas para ayudar a quitar barro, a repartir comida, a retirar escombros, a limpiar casas, garajes y calles. Ellos les cuentan lo que han visto, lo que han sentido, una voluntaria le enseña un reloj parado y cubierto de barro y le dice: “Seguramente se paró cuando llegó la riada y así se ha quedado”. Y esa hora, ese momento interrumpido, le hacen pensar en las vidas que así se quedaron, detenidas, quebradas, paradas para siempre en medio de la riada.

Roberto Márquez, así se llama este artista mexicano afincado en Texas, decide darle cabida a ese reloj y a su simbolismo en su obra, que tras varios días de pintura interrumpida solo por el obligado descanso y por las conversaciones con los que van y vienen, está ya acabada al 80%.

Ahí, tras él, una joven artista valenciana lo observa. Se llama Beatriz Roclim, lleva ya un rato mirando, con admiración, el trabajo y el resultado de Roberto y quiere hablar con él, conocerlo, saber de sus motivos y sus intrigas. Se acerca, se conocen, conectan y Márquez le pregunta si quiere colaborar en la obra. Ella, sin dudar, le dice que sí y él le señala dónde tiene las brochas. Coge una, observa el lienzo, se miran y comentan que podría tratar de reflejar ese reloj, ese tiempo interrumpido, esa solidaridad, esa pausa en un gran reloj cuyas manecillas tomarán la forma de una pala y una gran escoba.

La alianza de Roberto y Beatriz, una de las tantas que se crearon tras la DANA, tuvo como resultado un impresionante mural de estilo entre cubista, abstracto y realista que a muchos les hizo pensar en el Guernica de Picasso y que permaneció en el Puente de la Solidaridad durante algunos meses. No obstante, y tras empezar a mostrar síntomas de desgaste por la intemperie, y tras no encontrar ninguna institución pública o privada que se comprometiera a hacerse cargo de él, decidieron retirarlo y guardarlo a buen recaudo para evitar que se maltratara más. Una decisión que Márquez comparte, al menos en parte, aunque también confiesa que muchas de las obras que ha llevado a cabo en todo tipo de situaciones a lo largo de su carrera han sido, más bien, efímeras: “Antes de empezar un proyecto siempre voy preparado a que al mural le pueda pasar cualquier cosa. He sido afortunado y algunas se han conservado. Son obras donde gran parte de su importancia radica en que se interconectan con un suceso y muchas personas colaboran, pero muchas han terminado en la basura, en el olvido o rotas. No hay control de eso”.

El proceso creativo de Márquez no se puede entender, precisamente, sin esa conexión directa con los hechos: “Me gusta llegar rápido porque pienso que es importante dejar esas historias grabadas de una manera pictórica, sino que también yo soy un poco de esos artistas raros que me gusta pintar, pero también colaborar. Son obras que pueden ser tristes, pero que también las utilizo para mandar un mensaje de esperanza”.

“Lo típico de un artista es que se encierra en un estudio y empieza a tomar referencias. A mí me gusta estar en el lugar porque así recibo una información actual, fresca y de los detalles más importantes y fuertes, creo que sino fuera así la obra no tendría mucha relevancia. Yo suelo hacer preguntas y la gente me da información que yo no tendría si no estuviera en el lugar de los hechos”, agrega.

Se intentó vender o donar, pero no se concretó nada”

Sobre el mural hecho en Valencia dice: “Cuando estuvimos decidiendo qué iba a pasar con él. Lo donamos lo vendemos, se intentaron muchas opciones. Yo comentaba que se intentara venderlo o donarlo a algún lugar, pero no se encontró. Había lugares donde les pedimos de dejarlo como un préstamo y siguen abiertas varias opciones, pero aún no se ha concretado nada”, lamenta.

“De acuerdo a mis experiencia, mientras lo estoy pintando o una semana después lo que tiene que suceder sucede. Hicimos un equipo de cinco o seis personas, cuando me vine de allí les dejé a ellos porque son españoles y viven acá que decidieran la mejor opción. Decidieron desgraparlo y llevarlo a un lugar para que no se rompiera o se humedeciera. Yo al final dije que lo que hicieran estaba bien, por una parte pienso que tal vez se debiera haber quedado allí. Pero se pensaba que se podía llevar a otro lugar y luego donarlo”, explica.

Él y su equipo son conscientes de que en los días y semanas posteriores a la DANA era complicado encontrarle una ubicación: “Lo teníamos en cuenta y por eso decidimos tener paciencia. No quería poner presión tampoco a Beatriz y el resto de compañeros y por eso he dejado que ellos observen la situación. Es cuestión de seguir intentando y esperar. Vamos a ver qué pasa”, indica.

Un pintor comprometido con el pueblo

Márquez lleva años pintando insitu todo tipo de realidades, situaciones, guerras o catástrofes naturales. Estuvo en Ucrania al inicio de la guerra y pintó, desde Polonia, un mural que tuvo una historia particular: “Pinté un mural antes de entrar a Ucrania, cuando la invasión de Rusia, pero estaba un lugar que estorbaba. Pinté y me fui y la tiraron a la basura. Pero se dio cuenta una organización y un museo y lo recogieron de la basura y lo tienen en exhibición permanente. Sobre este respecto, también reflexiona acerca del arte efímero que tienen en muchas ocasiones sus obras, aspecto que comparten por ejemplo con las Fallas: ”Lo efímero también es parte de una obra. Uno quisiera que todo durara y entre más tiempo mejor, pero en mis obras ha habido sorpresas de todo tipo“.

Por ello, no descarta incluso que el mural pueda regresar al Puente de la Solidaridad: “No pasaría nada con que se quede ahí. He tenido otros que se han quedado así. Sí pasa algo con él, al final representa una tragedia y si se humedece, se descose o lo que sea es un poco como el reflejo también de lo que sucedió. Le da incluso más autenticidad”, afirma.

A pesar de ello, y más por lo que representa que porque sea una obra suya, espera que logre encontrar un lugar donde se pueda apreciar como se merece: “Lo veo más que nada desde el punto de vista que representa y con todas estas personas que cooperaron en la tragedia. Que se les dignifique y que lo recibieran en un lugar donde no solo ellos sino su comunidad lo sigan apreciando. Es un recordatorio que nos sirve de aprendizaje y sería bueno que se le guardara respeto a todas esas personas dándole a ese mural la mejor casa posible”, reconoce.

En el momento de hacer la entrevista, Márquez se encontraba pintando un mural de homenaje a Pepe Múgica en Uruguay: “Estoy en la sede del partido que fundó Múgica en su tiempo. Llegué acá y fue que me comunicaron dónde estaban sus restos, en el palacio legislativo, a 15 minutos caminando de aquí, les conté de mí y de mi trabajo y les gustó mi idea. Yo venía preparado para trabajar en la calle, pero iba a ser difícil porque acá está lloviendo, y es otoño y empieza el frío, pero me recibieron bien y me dieron el espacio, estoy dentro de la sede del partido. No solamente me van a recibir el mural, sino que se lo voy a entregar a su partido y a su familia y va a formar parte de una colección de regalos que le han dado a Múgica a lo largo de su vida. Me siento honrado de que me dieron el permiso y nos miraron como familia”, declaraba satisfecho.

Y agregaba: “Si te fijas acá a mis espaldas, hay unas vitrinas, es una colección de cosas que le han dado a Múgica a lo largo de su vida. Les comenté del mural y les gustó la idea de que sería parte del contenido de estos regalos que se va a hacer un museo luego con todo ello.

Un mensaje para a las autoridades competentes

Márquez aprovecha la entrevista para lanzar un mensaje a autoridades, organismos, empresas o instituciones: “Quisiera que tomaran en cuenta que no es una obra mía, sino que es de la comunidad, me gustaría que esa obra quedara en el mejor lugar. Entendemos que museos, municipalidades hogares fueron destruidos, si entonces no había dónde se alojaran los residentes locales para la obra y de ese tamaño no iba a haber lugar tampoco. Por eso yo comentaba que se quedara en el puente, me decían que se podía dañar, y yo decía que si el pueblo se dañó sería como un reflejo de eso. Cómo no ha habido una institución ni municipalidad que nos proponga hacerse cargo. Estoy pensando que regrese al puente y que se quede ahí hasta que alguien responda”.

Finalmente, manda un mensaje de esperanza: “Muchas gracias porque esto va a ser un mensaje para que la gente y las autoridades se den cuenta que esta obra todavía está en el aire y sería muy satisfactorio saber que le den un espacio para que no se pierda, porque incluso guardada y enrollada también se puede estropear”.

Paradójas del destino, apenas unos meses después de la Dana del pasado 29 de octubre, Roberto Márquez vivía en su lugar de residencia en Texas unas inundaciones similares en las que también colaboró como voluntario y donde también llevó a cabo un mural conmemorativo.