En camisas de once varas

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Porque sugerir estrategias electorales a la izquierda española es, sin duda, meterse en eso. Pero ¿cómo resistirse si te gusta la política en el doble sentido de juego de poder y posibilidad de ejercerlo en la dirección que uno cree la correcta?

En UGT, el sindicato socialista español, además de intentar mejorar las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras en nuestro país, a través de la negociación colectiva y de la vigilancia en el cumplimiento de ésta, sabemos que esa posible y deseable mejora depende en gran medida de las decisiones que en tal sentido adopte el legislativo y el ejecutivo al que aquél le da soporte. Vivimos en democracia, toda una revolución para los españoles de mi generación y para todas aquellas que la precedieron, por lo que de lo que se trata es de evolucionar en la perfectibilidad del único sistema que nos otorga el derecho a la participación de la cosa pública en libertad.

“El régimen del 78” es una extraordinaria contribución de la sociedad española para la convivencia democrática, y en la Constitución que lo hizo posible caben propuestas dispares que los trabajadores, ciudadanos de pleno derecho, tenemos la oportunidad y aun el deber cívico de seleccionar. Como le escuche decir en cierta ocasión a Cándido Méndez, nuestra Constitución es una matriz social, pero lo es solo como posibilidad, de ahí el atrevimiento de sugerir estrategias para la izquierda que dice querer “Sumar”.

En la propuesta de la vicepresidenta Yolanda Díaz hay un reconocimiento de la desunión entre los que se encuentran ideológicamente a la izquierda del PSOE, y que recientemente Joan Ribó calificaba de izquierda transformadora (aunque apenas ha gobernado más allá del ámbito municipal) y una voluntad de superarla al abrigo de su tirón electoral y del riesgo cierto de que el actual Gobierno de coalición pueda ser desbancado en las próximas elecciones generales como consecuencia de esa misma desunión que fragmenta el voto llevándolo de la urna a la papelera sin más trámite.

Nada que objetar, el reconocimiento del problema es indiscutible y solo cabe esperar la generosidad de aquellos que debieran darse cuenta de que sus opciones están muy por debajo de sus egos para ajustarlos y hacer posible ese empeño de “Sumar”.

Sin embargo, si analizamos los resultados electorales obtenidos por Podemos en 2015, su mejor resultado hasta la fecha, observamos que son 13 las provincias en las que no obtuvo ningún diputado. Y si llevamos esa observación a los últimos comicios, la cifra de provincias sin obtener resultado alguno (no solo Podemos, sino todos aquellos que se presentan a la izquierda del PSOE) se eleva a 26.

Son por tanto los electores y electoras de izquierdas de 26 provincias españolas los que nada han podido aportar a ese intento de sumar para conformar el primer Gobierno de coalición en nuestro país, y es aquí donde sugiero que tan importante como sumar es no restar. Soy consciente de que es difícil renunciar a presentarse en determinadas circunscripciones, aunque las posibilidades de obtener resultados sean mucho más que remotas; pero de eso se trata, de que los votantes que apuesten por la renovación del Gobierno de coalición, y esa parece ser la propuesta de Yolanda Díaz, puedan hacerlo. Aunque no sea a su partido político predilecto, que lo sea al menos a su formulación de Gobierno deseada.

También sé que la suma aritmética de esta propuesta no está asegurada, puede producir rechazo y llevar a buen número de votantes a la abstención, no solo en esas circunscripciones en las que se opta por no restar, sino también en otras en donde los simpatizantes que no la compartan se queden en casa. Además, incluso teniendo éxito, la concentración del voto no proporciona en todos los casos un mejor resultado en escaños, pues puede ser insuficiente para acrecentarlo, pero es indudable que la ley d´hondt lo favorece enormemente. Sin embargo ¿cómo presentar una alternativa que sume ante una derecha que se agrupa tras la defunción de C`s, si no es haciendo el intento por no restar?

Alguien repetirá que con “programa, programa, programa”, manteniendo una pretendida posición ética que contrapone su superioridad moral a las razones prácticas. A mí me parece, sin embargo, que proponer a los electores españoles el voto a favor de un Gobierno de coalición, allí donde no concurra deliberadamente el partido político que lo conforma con menos posibilidades de sumar para no restar, es además de práctico ético, por cuanto responde a la experiencia programática de un Gobierno que se pretende reeditar y del que los ciudadanos y ciudadanas españoles tienen sobrados elementos de juicio a su disposición.

Definitivamente, en camisas de once varas.