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Los pensamientos intrusivos y los martillos de confinamiento. Guía para superarlos y que no tomen el control

Mamen Buigues

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La situación que estamos viviendo no es para nada típica, normal, cómoda, habitual, o confortable y nuestro cerebro lo sabe, e intenta buscar en su bagaje de experiencias pasadas algún resquicio de algo parecido que haya experimentado para poder copiar como se sintió que pensó y sobre todo como actuó en aquel entonces.

Ante el fracaso en esa búsqueda de recuerdos comparables reacciona simplemente sobre sentimientos de incertidumbre y, esa incertidumbre provoca un dominó emocional que conduce a la ansiedad y, por tanto, al malestar.

Este malestar, en este caso, no aparece de la nada. No se sustenta sobre miedos irracionales o teorías conspiranoicas que puedan salvarse con trabajo de racionalización. En esta ocasión está plenamente apoyado en datos que nos hacen pensar, reflexionar; en imágenes que inundan nuestras redes sociales y que hacen que nuestra preocupación y nuestro estado de alarma individual vaya aumentando. En situaciones similares nuestro propio cuerpo reaccionaría activándose en la búsqueda de soluciones, salidas y alternativas. Pondría en marcha los mecanismos propios de escenarios similares. 

Pero, el problema es que en esta situación, sabemos que la mejor manera de defendernos es quedarnos quietos en casa, y eso va en contra de nuestras estrategias vitales de defensa, lo que genera en nuestra mente un choque emocional muy  brutal, entre lo que cree que debería estar haciendo y lo que en realidad hace.

Es entonces cuando empiezan a aparecer pensamientos intrusivos que nos boicotea y bloquea, que sobre el paso de horas en un entorno idéntico golpea como una martillo percutor y se convierte en la melodía que te aborda y de la que no te puedes deshacer por mucho que lo intentes. Pides otra canción que te distraiga pero, hoy en día, este disco sólo tiene una pista.

Pues bien, pese a complejidad del escenario, debemos educar nuestra mente. Pero este ejercicio no puede partir, por lo extraordinario, de reflexiones propias y exige seguir unas pautas que, permitdme, os intente aconsejar. Estos consejos no van a hacer desaparecer pensamientos, pero sí nos va a ayudar a filtrarlos y que no ocupen de forma continua nuestra actividad.

Lo primero que hay que hacer es no luchar contra ellos, darles importancia excesiva, es darles más luz, poner el foco sobre ellos y agrandarlos, sí, lo sé, es muy fácil de decir, y la teoría está muy clara, pero en la práctica es más complicado no? Pues vamos entonces a por esa parte práctica:

1) Imaginemos que ese pensamiento intrusivo sea “no voy a poder aguantar más tiempo encerrado….me va a dar algo”, Seguro que hemos pasado por momento así, pues bien, una vez identificamos el pensamiento intrusivo, o cómo a mí me gusta llamarle el pensamiento martillo, vamos a darle motivos para que deje de ser tan importante, y lo vamos a hacer con una serie de preguntas, que podemos utilizar para cualquier otro pensamiento que nos martillee sea de la temática que sea.

2) Primeras preguntas:

¿Qué pruebas tengo de que no voy a poder aguantar esto? Y podría responder, pues que estoy ansioso, -te aconsejo que leas el artículo sobre la diferencia entre estar nervioso y estar ansioso que está en el aula virtual de la Fundación Asindown. y yo te diría que es lógico y que en tu vida has hecho muchas cosas estando nervioso y lo has conseguido, piensa en todos aquellos momentos que has estado con malestar y has podido controlarlo,¿ porque ahora va a ser diferente? Evidentemente no va a ser fácil, pero de ahí, a no poder conseguirlo hay mucho camino. Sólo necesitas estrategias para recordar como calmarte.

3) Segunda pregunta:

¿Cómo se estará sintiendo la gente que conozco, la más cercana? ¿mejor? ¿peor? Pues evidentemente igual, porque es una situación complicada, pero lo expresará de manera diferente, pensar en los demás nos dará perspectiva y nos ayudará a valorar nuestra situación y nuestras emociones con el calibre justo y necesario. Cualquier persona con este pensamiento se sentiría mal, no es extraño que tenga estas sensaciones.

4) Tercera pregunta:

¿Qué tiene de positivo pensar ““no voy a poder aguantar más tiempo encerrado; me va a dar algo”?

Pues evidentemente tiene poco positivo. Las palabras nos ayudan muchas veces a entendernos y a veces al escucharnos en voz alta entendemos lo que está pasando por dentro, así es importante que estas preguntas las hagas en voz alta a ti mismo o a otra persona con la que estés y expliques el método. Si soy consciente que pensar así no me hace sentir bien, tal vez podría intentar cambiar un poco ese pensamiento, tal vez me dé cuenta que me hace sentir peor cada vez que lo pienso y que no es un pensamiento útil. Me hace sentir mal, y sintiéndome mal no voy a conseguir controlarlo, a lo mejor, puedo empezar por hacer algo que me haga sentir bien, A PESAR DE, estar en confinamiento, pero sobre todo A PESAR DE, no encontrarme del todo bien, recordad, cuantas veces os habéis levantado de la cama, A PESAR DE, tener sueño? Entra en un círculo vicioso que enlaza ese sentimiento con la incapacidad de controlarlo

5) Cuarta pregunta:

¿Qué palabras estoy utilizando para expresar mi pensamiento? Probablemente esté siendo muy dramático, muy intenso, muy exagerado y sobre todo muy extremo y generalizado. El propio vocabulario, tono e intención me está condicionando a pensar que no voy a ser capaz de hacerlo. Sin embargo, ¿cuántos pensamientos tenemos a diario a los que no damos importancia, no se hacen realidad? ¿Cuántas situaciones hemos pensado serían dramáticas y después hemos reflexionado sobre la necesidad de no haber dado más trascendencia a ese pensamiento? En este caso es únicamente uno de los miles pensamientos que tenemos a diario. Démosle la relevancia de forma proporcional.

Si después de hacerme estas preguntas, me doy cuenta de que este pensamiento no me es útil, lo expreso de manera exagerada…me hace sentir continuamente mal  y no me ayuda a seguir con mis hábitos, rutinas y programaciones, ya tengo la conclusión

ENHORABUENA es pensamiento INTRUSIVO  y además inadecuado.

Y ahora lo mejor que puedes hacer por tí y para conseguir sentirte mejor es hacer la última y más importante de las preguntas; ¿Qué podría pensar en vez de eso, para lograr sentirme mejor? Te dejo un pensamiento sustituto, pero tú debes buscar el tuyo, tal vez podrías sustituirlo por: la situación es rara, nueva, preocupante, pero que estamos adaptándonos y día a día lo vamos superando…aprendiendo cosas nuevas sobre la sociedad, sobre nosotros mismos y sobre lo que somos capaces de hacer y sentir.

Recuerda, que entrenar la mente es un trabajo tan duro y constante como entrenar el cuerpo, pero que es cuestión de empezar a coger hábitos, tal vez este puede ser un buen momento para empezar. Si haciendo este ejercicio ya has sido capaz de hacer dudar a tu malestar y mostrarle algún pensamiento que te haya hecho sentir mejor, significará que ya estás en el camino para aprender a estar mejor.

*Mamen Buigues, Psicóloga de la Fundación Asindown y Coordinadora del Centro de Apoyo a la Inclusión

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