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En un moment en què la lluita contra el canvi climàtic guanya protagonisme, aquest blog pretén aprofundir en el debat sobre el territori i els impactes que suporta. Es tracta d'un espai dedicat a l'anàlisi i la reflexió, en què col·laboraran professionals de diferents disciplines. El territori, la ciutat, el medi ambient i la cultura són els eixos d’un imprescindible debat, amb l'objectiu de lluitar a favor de la salut del planeta i contra les desigualtats socials. 

La transición energética y el discurso de los magos de las renovables

Un horizonte próximo de disminución en el suministro de energía primaria.
7 de enero de 2022 10:24 h

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Vivimos tiempos navideños y llegan los Reyes Magos colmándonos de ilusiones -más que de regalos-; pues ya que la realidad no está siendo demasiado benigna con nosotros, al menos vivamos de ilusión mientras podamos. De eso va este artículo, y más en concreto de las promesas a futuro que nos traen los magos y las magas de las renovables. En síntesis, la voluntariosa maga Teresa Rivera nos habla de una revolucionaria transición energética a fuentes renovables que conseguirá, en lo que nos toca, cumplir con el acuerdo climático de París, mantener la competitividad y el crecimiento, etc. A su vez, los magos de las eléctricas, disfrazados con sus ricas capas estampadas con aerogeneradores y paneles solares -y con alguna llamita verde de gas, muy natural- nos prometen un futuro muy sostenible donde antes todo era negro y rojo humeante. A su vez, bajo mano, intentan hacer lobby para que la energía nuclear y el gas accedan a los fondos Next Generation de la UE, o sea que se consideren también verdes.

Pero de ilusiones solo se vive un breve periodo de tiempo, y eso quien siga teniendo capacidad de ilusionarse con promesas salvíficas como la de Pedro Sánchez sobre el mantenimiento del precio de la electricidad similar al de 2018. Pues ¿qué tenemos realmente en el doble fondo de la chistera de estos magos prestidigitadores? pues poca cosa más que humo de colores, veámoslo más en detalle:

La promesa institucional de una transición energética presentada como “revolución verde y digital” oculta que las renovables tienen sus límites, tanto a nivel de materiales como de espacio adecuado para su despliegue en el territorio. De hecho, ya encontramos una preocupante contradicción entre grupos ecologistas internacionales como Greenpeace que proponen sin demasiados matices su despliegue -igual que Iberdrola o Endesa, por cierto-, y grupos ecologistas locales que defienden su territorio ante megaparques eólicos y solares, que sin embargo serán imprescindibles si realmente se quiere hacer dicha transición de forma efectiva. Límites en lo tocante a la protección del territorio y límites en lo relativo a los materiales, según nos vienen advirtiendo expertos en materiales como Antonio y Alicia Valero: la creciente necesidad de acero, aluminio o cobre para el despliegue de las renovables, cobalto y litio para las baterías, tierras raras para la fabricación de múltiples componentes tecnológicos en general, está presionando más todavía territorios ya muy castigados desde hace años por la minería, en muchos casos a cielo abierto. Hay que recordar también que las llamadas renovables utilizan sistemas no renovables de captación de la energía del sol: la fabricación de aerogeneradores es industria pesada muy dependiente de los combustibles fósiles, y las placas solares se hacen principalmente en China a partir de la energía del carbón... Pensar que todo el ciclo de vida de los captadores solares se puede realizar con renovables y que su base material es sostenible a través de los siglos, necesita mucha magia e ilusionismo.

Tampoco nos dicen nuestros queridos magos que, bajo los mejores pronósticos, podríamos conseguir de fuentes renovables tan solo un 40% de la energía primaria que actualmente utilizamos, y eso con un despliegue a gran escala que emitirá más CO2 inicialmente, según nos muestran los escenarios del proyecto europeo MEDEAS sobre la transición a renovables. Basta, para comprenderlo, con mirar el pequeño fragmento que las renovables ocupan en los gráficos de fuentes de energía primaria mundial (Imagen-1); esto no es nuevo, lo vienen diciendo especialistas como García Olivares y Antonio Turiel (CSIC), o Pedro Prieto (AEREN) desde hace años.

Al mismo tiempo comenzamos a verle las orejas al lobo geopolítico en lo referente al suministro de gas -conflictos entre Argelia y Marruecos, presión política de Putin-, junto al propio peak-gas que se ha producido recientemente, con lo cual la producción iniciará su lento declive. Desgraciadamente el gas natural va a funcionar durante bastantes años como regulador del pool eléctrico, y para suministrar energía calorífica a la industria, la calefacción y, en parte, a la movilidad. No tenemos en la chistera de los magos prestidigitadores ninguna energía que la sustituya... ¡Ah sí! nos dice la maga de la transición energética, ¡tenemos el hidrógeno! Pero el hidrógeno no es una fuente de energía primaria, es un vector energético o energía puente, que sí nos servirá para mover motores y calentar, pero necesitamos sintetizarlo a través de electrólisis, para lo cual necesitamos energía. Actualmente solo el 1% del hidrógeno se obtiene de fuentes renovables, mayoritariamente se produce con gas natural, es decir un combustible fósil; eso sin contar en el elevado coste económico del proceso y la pérdida de energía que se da en cualquier conversión de una fuente primaria a una secundaria.

Fuera del escenario de los magos tenemos la realidad: la actual potencia suministrada por combustibles fósiles no podrá ser sustituida por fuentes renovables -en términos absolutos-, y menos en el plazo que nos impone tanto el agravamiento del cambio climático como el declive sostenido de la extracción de petróleo líquido. Ello implica un horizonte próximo de disminución en el suministro de energía primaria y, por lo tanto, aumento de crisis económicas, en la medida en que no existe un desacoplamiento positivo entre consumo energético y crecimiento del PIB.

Solo tenemos una buena respuesta, pero está fuera de la chistera del mago: la temida palabra “decrecimiento” (ordenado). Decrecer vamos a decrecer, eso ya lo vemos venir: tenemos problemas de suministro de materias primas o precios del gas y de la electricidad que ya están haciendo quebrar a pequeñas empresas y empobreciendo a la ciudadanía. Para nosotros queda afrontar la realidad sin el ilusionismo de los magos: iniciar un proceso colectivo de autoorganización para el decrecimiento programado, que es la opción prioritaria ante el declive de las fuentes de energía en las que se sustenta nuestra sociedad industrial capitalista. Todo lo demás es humo, magia e ilusión.

  • José Albelda es profesor titular de la Facultad de Bellas Artes en la Universitat Politècnica de València y codirector del Máster en Humanidades Ecológicas, Sustentabilidad y Transición Ecosocial (MHESTE).

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En un moment en què la lluita contra el canvi climàtic guanya protagonisme, aquest blog pretén aprofundir en el debat sobre el territori i els impactes que suporta. Es tracta d'un espai dedicat a l'anàlisi i la reflexió, en què col·laboraran professionals de diferents disciplines. El territori, la ciutat, el medi ambient i la cultura són els eixos d’un imprescindible debat, amb l'objectiu de lluitar a favor de la salut del planeta i contra les desigualtats socials. 

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