Cerveza en polvo: una bebida más sostenible y que pronto se podrá consumir en casa

Cerveza en polvo

Martín Frías

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Si vives cerca de cualquier bar, te resultará familiar esta escena: un camión llega a la puerta, bloquea el tráfico y descarga media docena de barriles de cerveza, o cajas y cajas de botellas. En tu supermercado, las latas y botellas de cerveza también ocupan un espacio considerable. 

La cerveza es una de las bebidas más antiguas. Se han encontrado restos de una cervecería en Israel que tiene más de 13.000 años, antes de la adopción de la agricultura por los humanos. También es la bebida alcohólica más consumida en el mundo. Su consumo ha aumentado en España en las últimas décadas, desplazando al vino, y ha crecido en China, Brasil y la India, los países de mayor crecimiento. 

Sin embargo, el consumo de cerveza tiene sus consecuenciuas, especialmente el envasado y el transporte, que suponen el 70% del impacto ambiental en emisiones de CO2 por cada litro de cerveza. Las botellas, latas y barriles llenos de líquido se fabrican con metal o vidrio, y tienen un peso considerable, lo que hace que aumente el coste en emisiones de su transporte. 

Así pues, si reducimos el tamaño de los envases y, por tanto, la demanda de transporte, podemos reducir enormemente el impacto de la industria cervecera. Esto es exactamente lo que intenta hacer la cervecería de Neuzeller, en Alemania, cerca de la frontera con Polonia.

La cerveza en polvo

Aunque existe, pocas personas consumen café envasado en forma líquida (Japón es una excepción). ¿Por qué no hacer lo mismo con la cerveza? La cervecería alemana ofrece esta bebida deshidratada en polvo. Basta añadir agua (y alcohol) para tener cerveza, que según los creadores, “tiene aspecto de cerveza, sabe a cerveza, es cerveza”. 

Según la empresa, se están transportando “miles de millones de litros de agua al consumidor en todo el mundo, porque la cerveza está compuesta hasta en un 90% de agua”. Si en su lugar se transporta la cerveza en polvo, no solo se ahorra en transporte, sino también en el uso de recursos y los costes de producción. En otras palabras, cerveza más barata y sostenible. 

El destinatario final por el momento no es tanto el consumidor final de cerveza, sino los distribuidores y establecimientos en todo el mundo. No es necesario tener conocimientos sobre cómo fabricar cerveza. En su lugar, pueden reconstituir el granulado de cerveza y venderlo. 

Hacer cerveza en casa

En los últimos años se han hecho populares los sistemas para hacer cerveza en casa, utilizando los ingredientes tradicionales: agua, cebada, lúpulo y fermentos. El tanque de fermentación es aparatoso y hay multitud de vídeos de explosiones durante el proceso que acaban con la casa oliendo a concierto. No obstante, la cerveza en polvo abre la puerta para que el proceso de hacer cerveza en casa sea mucho más sencillo.

A primera vista, el polvo de cerveza parece queso parmesano rallado. Para reconstituirla, se mezclan 50 gramos de polvo con medio litro de agua y se agita la mezcla. Enseguida se forma espuma y se obtiene un líquido con color, olor y sabor a cerveza. Lo único que no se puede pulverizar es el alcohol, por lo que el producto inicial es 0,0. Tampoco tiene tanto CO2 disuelto como la cerveza a presión que sale del barril.

¿Y el sabor? A pesar de las declaraciones de los fabricantes, que afirman que es idéntico a la cerveza, el alcohol es una parte importante de la sensación en la garganta, que debería añadirse de alguna forma. Aún así, el consumo de cerveza sin alcohol se ha multiplicado en los últimos años en todo el mundo, por lo que, mientras el fabricante sigue desarrollando una versión alcohólica, todavía hay un buen mercado por explotar.

La fábrica de Neuzelle aún no ha lanzado el polvo de cerveza comercialmente, pero espera poder comercializarlo en unos pocos meses. El principal mercado objetivo serán los países africanos y asiáticos, ya que un polvo es mucho más fácil y barato de transportar a largas distancias que las botellas de cerveza. 

La cerveza está regulada en muchos países, y para tener esta denominación, los ingredientes deben limitarse a malta, lúpulo, levadura y agua. No está claro si el producto podría comercializarse como cerveza en el futuro, o deberá buscar otro nombre. 

El formato en polvo también ahorra tiempo, ya que la producción en laboratorio es más rápida que la elaboración tradicional, que tarda una media de dos meses. Lo que no está claro es si los países con una tradición cervecera de siglos, y con una cultura de la cerveza equiparable a la del vino en en sur de Europa, estarán dispuestos a consumir la versión instantánea. 

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