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Diez razones para plantearse seriamente empezar a comer insectos

Foto: Graeme Newcomb

Jordi Sabaté

Los tabúes son un constructo metafórico creado por Sigmund Freud para explicar por qué las personas tenemos implantadas en nuestra psique determinadas líneas rojas en la conducta, que colisionan con nuestro instinto animal. En su libro 'Totem y Tabú' (Alianza Editorial), el padre del psicoanálisis describe este fenómeno como uno de los que mejor explican la psique humana y le da gran trascendencia en el desarrollo de las civilizaciones y sus normas.

Pero uno de los puntos en los que incide Freud es que los tabúes no siempre tienen un sentido biológico. El tabú en las relaciones interfamiliares obedece a la lógica de evitar la endogamia genética, pero en otros casos el médico austríaco no supo hallar un respuesta clara. ¿Es probable que el tabú que en el hemisferio norte occidental observamos respecto a la ingesta de insectos se deba más a un prejuicio que a la prevención de peligros?

Parece que sí. O al menos así lo confirman diversos hechos que a continuación pasamos a relatar, para defender que quizá merece la pena mirarse este tabú del otro lado, desmitificarlo, abrir la boca e introducirse un crujiente escorpión rebozado en harina.

1. Porque han formado parte de la dieta tradicional de nuestros ancestros

En efecto, la entomofagia era una de las formas de alimentación del hombre paleolítico. Así se observa en las pinturas de Altamira, donde se pueden apreciar paneles de abejas. Se sabe que se comían las pupas de abeja rebozadas en miel, así como chinches y piojos. En los coprolitos (heces fecales petrificadas) de las cuevas de las montañas de Ozark, en Oklahoma, se han detectado larvas de estos mismos animales, además de termitas.

También Aristóteles hace mención en sus escritos al uso culinario de las cigarras, y se sabe que los romanos se comían los Lucanus cervus o ciervos voladores, que son unos enormes escarabajos adornados con una gran cornamenta.

2. Porque en la mayor parte del planeta se consumen en mayor o menor medida desde antiguo

Prácticamente el único continente del planeta donde no se consumen insectos es el europeo, y más bien con excepciones, puesto que en algunas zonas sí tienen alguna afición por determinado insecto, como puedan ser las larvas que devoran el queso de Cerdeña casu marzu, una especie de torta del casar con vida dentro. 

En el resto del planeta los insectos se consumen, sobre todo en Asia y Latinoamérica, si bien asociados a la cocina tradicional de las distintas regiones. Por ejemplo en Bangkok o en ciudades de la China rural es frecuente encontrar en puestos callejeros escorpiones, cucarachas, escolopendras o arañas fritas. Y en la provincia colombiana de Santander las llamadas hormigas culonas son un plato frecuente. En México son famosos los gusanos de maguey y unos saltamontes conocidos como chapulines.

3. Porque algunos de nuestros alimentos los contienen aunque no lo sepamos

Los cereales con los que hacemos harinas suelen estar poblados de gorgojos que se los comen, al igual que el arroz. Al moler el cereal también se muelen estos pequeños insectos, que pasan a formar parte de la masa. En numerosos análisis se han encontrado restos de proteína animal en las harinas y la legislación las tolera siempre que estén en unos mínimos.

4. Porque casi todo su cuerpo es aprovechable

Al contrario que ocurre con otros animales que sí comemos, los insectos apenas tienen agua en su carne, ya que están cubiertos por un exoesqueleto que les impide deshidratarse. Este hecho les da un peso escurrido mucho mayor que, por ejemplo, a la carne de vacuno. En otras palabras, cuando compramos un kilo de insectos, compramos mucha más proteína de calidad que en un chuletón de Ávila, por citar uno de los ilustres. Y por supuesto, sin hueso. De una vaca se aprovecha el 40%, de un cerdo el 55%, de una gallina el 50% y de un saltamontes el 80%.

5. Porque rinden hasta cuatro veces más que la carne de ganado en calidad proteica y mineral

Al tener menos agua y menos partes no aprovechables, así como carecer de grasa, los insectos pueden aportarnos mucha más materia proteica específica. Si se necesitan ocho kilos de carne de vaca para aportar un kilo de peso a su predador, basta con 1,7 kilos de insectos para conseguir el mismo efecto. Además, mientras que 100 gramos de ternera nos aportan seis miligramos de hierro, algunos insectos pueden contener hasta 20 miligramos de hierro por cada cien gramos.

6. Porque es mucho más ecológico que las explotaciones ganaderas

Aunque los insectos no sean una panacea, ya que para tener una población de calidad se necesita alimentarlos bien y eso sale caro, no implican las grandes explotaciones agrícolas de terreno que requieren los mamíferos, dado su alto rendimiento nutricional.

También juega a su favor que dejan menos residuos, que no requieren de tratamientos con antibióticos o que es menor probable la transmisibilidad de enfermedades a los humanos. Ahora bien, conviene matizar que se habla de insectos de granja, no se los silvestres, en los que sí preocupa la presencia de pesticidas.

7. Porque hay empresas en Europa que estabulan insectos de una manera seria

La harina de grillo ya se está utilizando para fabricar pienso animal. La empresa holandesa Kreca, fundada en 1978, cría hasta doce especies de insectos para alimentación animal. Además, en Holanda y Bélgica el consumo de insectos está normalizado y algunos supermercados tienen su propia gama de productos elaborados a base de estos animales.

8. Porque la Unión Europea ya los ha autorizado en la categoría nuevos alimentos

En diciembre de 2015 el Parlamento Europeo aprobó una propuesta de legalización del consumo de insectos en el entorno UE. Los países miembros tienen hasta finales de 2017 para aplicar la legalización, pero la intención de las autoridades españolas es aplicar la norma a lo largo de 2016.

 

9. Porque se han convertido en un alimento de alta cocina

El chef brasileño Alex Atala ofrece en sus restaurantes hormigas amazónicas y el israelí Moshe Basson apuesta por las langostas empanadas o caramelizadas. Además, las hormigas culonas se utilizan como plato exquisito en restaurantes colombianos de alto nivel. Por su parte el español Pedro Subijana, chef del restaurante Akelarre de San Sebastián, asegura que estaría dispuesto a estudiar su incorporación a sus menús, aunque duda de la aceptación que puedan tener.

10. Porque somos demasiados en el planeta para comer carne de ganado

Así es: el aumento de la demanda de carne de calidad por parte de dos gigantes como China e India deja la sostenibilidad del planeta en una situación difícil. La cría de ganado es muy agresiva con el medio y conviene diversificar la oferta proteica. Es posible que pronto el precio de todo tipo de carne animal se dispare y una buena opción podrían ser los insectos.

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