Ver vídeos porno en modo incógnito: ¿Hasta qué punto protege mi privacidad?

Foto: Stokpic

Jordi Sabaté

Aina [nombre ficticio], lectora y socia de eldiario.es, se confiesa “una mujer casada y con hijos, que ve porno cuando no hay nadie en casa” y nos dice que recientemente ha visto varios artículos en los que se comentaba que servicios pertenecientes a Google, Oracle o Facebook, entre otros, rastrean nuestros datos mientras miramos vídeos de contenido pornográfico en los dispositivos conectados a internet “incluso cuando lo hacemos en modo incógnito”, que es el que ella usa...

Aina comenta que “pensaba que con el modo incógnito (o ventana privada) en el navegador había bastante” para preservar la intimidad de las búsquedas de porno y de los visionados, pero que ahora no está tan segura de que sus datos personales en esta vertiente estén protegidos. Nos pide que le aclaremos hasta que punto es seguro este modo de navegación para mantener la privacidad sobre sus búsquedas.

Es cierto que hace cosa de un mes, emergió la noticia en los medios sobre un estudio de diversas universidades estadounidenses, entre ellas Pensilvania y Carnegie Mellon, que junto con expertos de Microsoft han rastreado miles de páginas web en modo incógnito y las han abierto para ver que tipo de software descargan estos sitios y las empresas que trabajan con ellos sobre los dispositivos.

En concreto, en eldiario.es destacamos que una empresa española es el ojo oculto que rastrea datos de los usuarios en el 40% de las webs porno del mundo. La misma se encarga de gestionar la publicidad contextual en numerosas páginas web pornográficas, para lo cual debe forzosamente recoger datos de los usuarios. Lo hace porque es un negocio del que ni Google ni otros quieren encargarse.

Para qué sirve el modo incógnito

Pero antes de profundizar en cuánta información recopilan de nosotros mientras vemos porno en modo abierto o incógnito, primero debemos aclarar cuáles son los límites del modo incógnito. Este modo de navegar lo único que hace es no guardar los registros de nuestras navegaciones en el historial del navegador, de modo que otra persona, sea por accidente o intencionadamente, no pueda acceder a ver qué páginas hemos visitado.

Es decir, que si lo que preocupa a Aina es si alguien desde su ordenador puede ver qué ha buscado y ha visto en internet, no podrá si lo ha hecho en modo incógnito. Tampoco en otros ordenadores entrando con su sesión de usuario si es el caso. Ahora bien, este es el límite del modo incógnito: para las empresas de traqueo que nos dejan cookies en el ordenador, es indiferente que veamos porno o vestidos de Zara. Al menos, si algunas como Google tienen reparos morales -con determinadas páginas, pero no con las más estándar, tal como destacó el estudio-, otras les sustituyen.

Trazar un perfil sexual del navegante

Pero el hecho objetivo es que para muchos de ellos da lo mismo que sea una página de contenidos sensibles. No buscan delatarnos a nadie, sino establecer nuestro perfil comercial para mejorar la calidad de la publicidad que nos envían. El problema que tiene esto es que pueden realizar un perfil sexual sobre nosotros en base al tipo de contenidos que consumimos, suponiendo por tanto que somos de una tendencia sexual mayoritaria o minoritaria, según lo que nos guste.

Puede que la deducción sea acertada o puede que no, y nos cataloguen por lo que realmente no somos. Lo cierto es que los programas que dejan estas páginas, y las empresas que colaboran con ellas, en nuestros dispositivos llegan al nivel de geolocalizarnos e incluso a seguir los movimientos que hacemos con el ratón. Tal vez todavía no puedan saber exactamente quiénes somos, pero tal como destacaba un informe de la Agencia Española de Protección de Datos, publicado a principios de año, la suma de toda esta información recopilada tan al detalle “permite confeccionar una suerte de huella digital única del dispositivo que lo singulariza y, por lo tanto, diferencia de forma unívoca a cada usuario en Internet”.

¿Nos hace esto más vulnerables? Al parecer sí; no debemos descartar la posibilidad de que estos datos escapen al control de los servicios de recopilación de datos más o menos ortodoxos y lleguen a terceras manos, por ejemplo de ciber delincuentes que quieran extorsionarnos. Así se puede deducir si se tiene en cuenta que, según el citado estudio, solo el 17% de las páginas porno tiene sistemas de cifrado de los datos que recopila realmente serios y a prueba de asaltos.

¿Qué puede hacer Aina para proteger totalmente su privacidad? Lo más eficiente sería colocar en su navegador un filtro que bloquee el envío y aceptación de cualquier programa de rastreo de su dispositivo, así como realizar una limpieza previa de cookies y todo tipo de programas de monitoreo que nos hayan colocado. Pero esta medida no puede aplicarse selectivamente a una actividad determinada y a otras no, con lo que deberá navegar siempre sin que las empresas sepan quién es, y esto implica, por ejemplo, introducir contraseña y nombre de usuario cada vez que Aina entra en la web de eldiario.es, a pesar de ser socia y por tanto librarse de la publicidad.

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