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Estos son los beneficios de escribir tus sueños

La pesadilla, de John Henry Fuseli. Foto: Dominio Público

Cristian Vázquez

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Escribir sobre uno mismo tiene muchos efectos positivos. Llevar un diario personal es una actividad que a menudo se relaciona solo con la adolescencia, pero sus beneficios pueden ser aprovechados por personas adultas, en cualquier momento de la vida. Hay un tipo de experiencias que resulta especialmente valioso escribir, y mucho más si esta práctica se desarrolla con constancia y regularidad. Esas experiencias son los sueños.

Todos soñamos y, por lo tanto, todos sabemos lo que es soñar. Aun así, conviene en primer lugar definir de qué hablamos cuando hablamos de sueños. Los sueños son “una representación nocturna de ilusiones, preocupaciones, miedos, anhelos y un sinfín de emociones que, al ser reproducidas por la mente al dormir, permiten que se produzca una reelaboración de los hechos y los recuerdos”. De esa manera lo explica el psicólogo madrileño Fernando Azor.

Esa reelaboración permite “procesar” los hechos y recuerdos. “Cuando un determinado conflicto ya no es tan incómodo -explica Azor-, tras haber soñado con él y haberlo afrontado más veces en la vida real, es el momento de dejarlo en segundo plano”. Esto tiene gran importancia, pues permite “hacer espacio” en la mente para la llegada de nuevas experiencias y aprendizajes.

Escribir los sueños, una herramienta de autoconocimiento

Es en este punto donde aparece uno de los principales beneficios de escribir sobre los propios sueños. Apuntarlos es “una manera de ser más conscientes de las preocupaciones o de las ilusiones que están en nuestra cabeza, y por tanto podemos hacer más énfasis a la hora de resolverlos”, señala Azor. 

“Ver que algunos contenidos se repiten, a veces con variaciones de protagonistas o de contextos pero con emociones muy parecidas, nos da información sobre lo que debemos atender o resolver”. Los sueños son, entonces, una buena herramienta de autoconocimiento. En muchas ocasiones, brindan información valiosa acerca de temas a los que conviene prestar atención. 

Pero no siempre es sencillo atender a esa información, ya que la memoria de los sueños suele ser bastante precaria: se recuerda una pequeña porción del total de lo soñado, y las evocaciones se mezclan, se confunden y se olvidan en pocos minutos, incluso en muchos casos en que, durante los primeros instantes tras el despertar, se recuerdan con claridad.

Allí radica el valor de escribir los sueños: para no olvidarlos. Aunque no se recuerde el contenido exacto de lo soñado, apuntar las sensaciones o las emociones que se recuerde haber experimentado de forma onírica ya es conservar un recuerdo. El hábito de hacerlo, además, “estimula la memorización de los sueños”, como puntualiza por su parte la psicóloga Aurora López. Es como un entrenamiento: si se persiste en la escritura de los sueños, cada vez resultará más fácil recordarlos.

El mundo onírico y la creatividad

“Escribir los sueños habilita una conexión con la creatividad que es súper poderosa y nos invita a explorar zonas en las que quizás, de otro modo, no se nos hubiera ocurrido indagar”, apuntan Emilia Cortina y Bárbara Duhau, quienes son comunicadoras y docentes y componen Lengua de Lava, un espacio destinado a dictar talleres de escritura. 

En la actualidad dictan “Lengua nocturna”, un “taller de exploración creativa desde el mundo onírico y las experiencias de la noche”. Cortina y Duhau destacan que “hay muchísimos ejemplos de escritores y artistas que utilizaron sus sueños como fuente de ideas” para sus obras. El surrealismo es el ejemplo por excelencia de la importancia de los materiales oníricos en la creación artística. Pero hay muchos más.

El escritor Robert Louis Stevenson contaba que las claves de algunas de sus obras más conocidas –entre ellas, El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde– le “fueron dadas” en sueños. Paul McCartney relata que despertó una mañana con el recuerdo de haber oído una melodía en sueños, y la reprodujo y la anotó y así nació Yesterday, uno de los mayores clásicos de los Beatles. 

Incluso grandes inventos como la máquina de coser moderna y la tabla periódica de los elementos se les ocurrieron a sus autores (Elias Howe y Dmitri Mendeleev, respectivamente) mientras dormían. Escribir al despertar puede servir para traer al mundo de la vigilia buenas ideas surgidas en el mundo de los sueños. Y atender a los sueños puede ser un gran aliciente para la creatividad.

Consejos para empezar a escribir los sueños

Para quienes quieran llevar un “diario de sueños”, el principal consejo de Emilia Cortina y Bárbara Duhau es “tratar de escribir los sueños 'en caliente”, nada más despertar, para que el recuerdo sea lo más nítido posible. Con ese fin, conviene tener en la mesa de noche una libreta y un bolígrafo, o el móvil con una aplicación de notas o de grabación de voz fácil de manejar. 

“Después –añaden–, con más calma, podemos volver sobre esas ideas para pasarlas en limpio o reconstruir lo que no quedó tan claro”. “Escribir un diario de sueños debe tener un propósito y hacerse de forma constante”, remarca Aurora López. Subraya que “con el tiempo y con la práctica podemos conseguir recordar los sueños con bastante detalle y convertirnos unos maestros de los sueños oníricos y lúcidos”.

Fernando Azor, por su parte, propone “hacer una anotación a modo de titulares, sobre lo que se ha vivido en el día antes de acostarse, y tras despertar resumir los sueños que se recuerdan”. De ese modo, se facilita la conexión entre lo soñado y las experiencias cotidianas, algo que puede ser muy útil, sobre todo, explica el psicólogo, “para las personas a las que les cuesta hacer introspección y bucear en lo que sienten”.

Y luego se puede pensar, también, “de qué manera podemos retomar esas ideas o las emociones que despiertan para generar una creación nueva”, apuntan Cortina y Duhau. Podría ser “un cuento, un poema, un dibujo, un collage”, dicen, o muchas otras opciones artísticas o creativas. “Una vez que se construye el hábito de escribir todas las mañanas, suele volverse más fácil recordar los sueños -aseguran-. Es una habilidad que se ejercita”.

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