¿Por qué mi mascarilla huele mal tras usarla unas horas?
Entre los muchos cambios de hábitos que ha producido este año la pandemia de COVID-19, el uso de mascarilla es uno de los más notorios. Hemos tenido que acostumbrarnos a ella y aprender cómo usarla de forma correcta, cómo detectar si nos han vendido una “falsa” y cómo hacer para que al llevarla puesta no se empañen las gafas, entre otras cosas. Las dudas, no obstante, pueden persistir.
Una de esas dudas se relaciona con el mal olor que a menudo queda en la mascarilla después de usarla. ¿Es la persona que usa la mascarilla la que le transmite ese mal olor? ¿Es esto señal de un problema? La respuesta es: no necesariamente.
En realidad, ese mal olor puede tener sobre todo dos orígenes. Uno de ellos es el uso inadecuado de la propia mascarilla. Sobre todo, emplearla durante más tiempo del que su vida útil indica.
Cuando una mascarilla se usa más de lo aconsejado
La principal función de la mascarilla es retener las pequeñas gotas de saliva que toda persona expele al respirar y al hablar (además de impedir que muchas gotas de otras personas llegar a su propia boca y a sus mucosas nasales).
Son esas gotitas de la propia saliva las que, si la mascarilla se usa más tiempo que el recomendado, se secan y se descomponen y, en consecuencia, generan mal olor. En su intensidad puede intervenir tanto el pH de la boca como la densidad de la saliva, etc.
El tiempo máximo recomendado depende del tipo de mascarilla:
- Las mascarillas caseras e higiénicas en general son reutilizables. Es decir, se pueden lavar, y de ese modo quitarles el mal olor. De todas formas, la cantidad de lavados no es ilimitada, ya que con el uso y el paso del tiempo su efectividad se reduce.
- Las mascarillas quirúrgicas tienen una vida útil de cuatro horas de uso. Después de ese lapso, la respiración y el sudor humedecen el material, alteran su capacidad de filtro y, por lo tanto, hace que pierdan eficacia. Además, producen mal olor. Como no se pueden lavar, pues esto aumentaría el deterioro del material, lo recomendado es desecharlas.
- Las mascarillas EPI (equipos de protección individual), también conocidas como autofiltrantes, tienen un uso máximo aconsejado de 24 horas. Estas mascarillas son las que tienen una mayor capacidad de retener las partículas que flotan en el aire y, debido a eso, son las más seguras. Pero, por la misma causa, también suelen retener mayor cantidad de saliva y, por lo tanto, también es superior el riesgo de que generen mal olor si se usan más tiempo del adecuado.
La mascarilla y el mal aliento
Otra idea que ha circulado en estos meses es que el uso de la mascarilla propicia la halitosis. Se ha señalado que la supuesta reducción de los niveles normales de oxígeno causada por la mascarilla podría causar un desequilibrio en la flora bacteriana de la cavidad bucal y, como consecuencia, generar mal aliento y también otros problemas.
Sin embargo, es “altamente improbable que en las condiciones habituales de uso de las mascarillas se produzca esta situación de falta de oxígeno”, según explica un comunicado del Consejo de Dentistas de España.
De hecho, muchos profesionales de la salud pasan años utilizando mascarilla durante muchas horas por día, y no existen estudios que relacionen esa práctica con la halitosis ni con otros problemas bucodentales de los que también se ha hablado en estos tiempos de pandemia, como la sensación de boca seca o las manchas en los dientes.
Lo que sí puede generar el uso de la mascarilla es el descubrimiento de una halitosis preexistente. “Al llevar la mascarilla, una parte del aire que expiramos queda durante un mayor tiempo en contacto con nuestro sistema olfativo”, explica Óscar Castro Reino, presidente del Consejo de Dentistas, en el citado documento de esa organización.
“Por ese motivo -añade- algunas personas piensan que han desarrollado ahora este problema, cuando lo cierto es que ya lo padecían antes de llevar la mascarilla pero no lo habían detectado”.
El mal aliento puede impregnar la mascarilla y, por lo tanto, también puede ser causa de que esta huela mal. Dado que -según los estudios- hasta la mitad de los seres humanos puede padecer de halitosis en algún momento de su vida (por no hablar de la halitosis matinal, que afecta a casi todo el mundo).
No es extraño, pues, que mucha gente lo haya advertido ahora debido al uso de la mascarilla, tanto durante su uso como después, al comprobar su mal olor. Las causas de la halitosis son muy variadas.
Alrededor del 90% de los casos tienen su origen en la cavidad bucal, por motivos como la presencia de caries, el uso de prótesis dentales, problemas en la secreción de saliva, lesiones o una higiene insuficiente. El 10% restante se genera en otras partes del cuerpo, como el tubo digestivo o el aparato respiratorio. Una dieta desequilibrada también contribuye con el mal aliento, y también la diabetes.
Consejos para evitar que la mascarilla huela mal
Identificadas entonces las causas del mal olor en la mascarilla, se pueden enumerar una serie de consejos para evitarlo:
- Cambiar la mascarilla cuando se haya superado su tiempo de uso recomendado, o lavarla con frecuencia si es reutilizable, siempre teniendo en cuenta el número de lavados que se pueden efectuar antes de que su eficacia se reduzca de manera significativa.
- Cuidar la higiene bucal. Esto es fundamental no solo para prevenir la halitosis y evitar el mal olor en la mascarilla, sino también porque la boca es una de las vías de entrada del coronavirus. Por eso Óscar Castro, del Consejo de Dentistas, recomienda no solo cepillarse los dientes correctamente, sino también cuidar el cepillo dental, lavarse bien las manos antes y después usarlo, limpiarlo, enjuagarlo y secarlo, mantenerlo protegido en su capuchón, no compartirlo nunca y mantenerlo alejado del sanitario. También es importante bajar la tapa del inodoro antes de “tirar la cadena”, para evitar que lo alcancen las bacterias del aerosol que se genera tras la descarga de agua, y limpiar con frecuencia para mantener la higiene en el cuarto de baño.
- Llevar una dieta equilibrada, con especial cuidado de no abusar de productos como el ajo, la cebolla y el café, que contribuyen con la halitosis. Por la misma razón, conviene evitar el tabaquismo y el consumo excesivo de bebidas alcohólicas.
- Mantenerse bien hidratado, lo cual ayuda a evitar la sequedad en la boca. La segregación insuficiente de saliva también puede contribuir con el mal aliento, el cual puede terminar impregnado en la mascarilla.
- Acudir al dentista ante cualquier posible trastorno bucodental. La mayoría de estos problemas, en palabras de Castro, “tienen un tratamiento sencillo si se diagnostican de forma precoz”.
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