Siete pasos para limpiar el baño en diez minutos (o casi)

Baño Art Decó

Cristian Vázquez

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El cuarto de baño es el sitio en cuya limpieza se debe poner mayor atención en el hogar. Es lógico que así sea: es allí donde vamos nosotros a dejar nuestra propia suciedad (además de otras actividades, entre ellas incluso la lectura). Por eso, si no se presta la suficiente atención a su higiene, puede tornarse una estancia colonizada por los gérmenes.

Por poner un ejemplo: si después de defecar se “tira la cadena”(se aprieta el botón, para decir lo que en realidad sucede en casi todos los casos) sin bajar la tapa del inodoro, las pequeñas gotículas que se desprenden de esa acción forman un aerosol que transporta por el aire las bacterias de la materia fecal.

Posteriormente las deposita sobre las superficies cercanas: sanitarios, grifería, toallas, muebles, etc., disparando la contaminación fecal para todos aquellos que usen ese baño. Así lo comprobó hace unos años un estudio de la Universidad de San Diego, Estados Unidos.

Si a eso se suma la humedad ambiental y la falta de ventilación que sufren muchos baños, la combinación puede dar resultados bastante desagradables. De ahí la importancia de limpiar ese espacio con frecuencia y dedicación. El problema es que a menudo carecemos del tiempo suficiente.

Una posible solución es aprovechar los pequeños periodos de tiempo para cuidar la higiene del cuarto de baño. A continuación se enumeran siete pasos rápidos para mantenerlo en condiciones. Por supuesto, no será una limpieza profunda -que resulta imprescindible al menos una vez a la semana- pero sí una manera de reducir el riesgo de acumulación de virus, bacterias y otros agentes patógenos.

1. Tener los productos de limpieza ordenados y preparados

Parece obvio o trivial, pero tener los productos preparados y todos en el mismo sitio es de gran ayuda cuando se cuenta con poco tiempo para la limpieza. Los elementos esenciales son desinfectante, limpiador y paños

También son útiles los guantes de látex, un aspirador o una fregona y un cubo para cargar agua, una esponjita metálica o un cepillo de cerdas duras, y papel, que puede ser de periódico o de cocina. No tener que perder tiempo en reunir todas estas cosas es un buen comienzo.

2. Despejar el suelo

En el baño suele haber muchas cosas: un cubo para papeles y botes usados, un cesto para la ropa sucia, una báscula, taburetes, muebles, etc. Lo más aconsejable es sacarlos al exterior, para poder limpiar el suelo con comodidad. 

A menudo también hay muchos otros elementos sobre los sanitarios (jaboneras, vasos con los cepillos de dientes, botes de cremas y otros cosméticos, floreros, etc.), pero, si se pretende una limpieza rápida, mejor dejarlos allí. Habrá que retirarlos cuando se vaya a limpiar en profundidad.

3. Quitar el polvo

Aunque el sentido común indica que primero hay que limpiar las superficies más elevadas, en este caso conviene dedicarse solo al suelo. Por dos motivos. El primero, ahorrar tiempo. 

El segundo, porque al barrer el suelo el polvo se levanta (aunque sea de manera imperceptible) y puede volver a ensuciar lo limpiado antes. Por esta misma razón, si es posible, lo recomendable es limpiar con aspirador y no con escoba.

4. Aplicar los productos de limpieza

Retirado ya el polvo, que a menudo constituye la suciedad más visible, es momento de aplicar los productos de limpieza. Se recomienda comenzar aplicando el desinfectante sobre el inodoro, para que tenga más tiempo para ejercer su efecto: se trata del lugar más contaminado de la casa. 

Luego se aplica limpiador sobre los azulejos, la mampara, la bañera, el lavabo y -si lo hay- el bidé. La forma más aconsejada de aplicar estos productos es no echarlos directamente sobre las áreas que se desea limpiar, sino de manera abundante sobre un paño y luego pasar ese paño por las superficies en cuestión. 

De esa manera, se evitan desperdicios y también el riesgo de que las sustancias terminen dejando manchas o “lamparones”. Para esta limpieza rápida, por cierto, se puede usar una mezcla de vinagre y agua a partes iguales. No es tan eficiente como los limpiadores comerciales, pero resulta más económico, menos tóxico y más amable con el medio ambiente.

5. Limpiar con paños y papel

En el momento de retirar los productos, conviene que el inodoro quede para el final, por la razón ya señalada: que el desinfectante tenga más tiempo para hacer efecto. Las mamparas, y también los espejos, se pueden limpiar con papel, que no raya y ayuda a que no queden brillos desparejos

Para los azulejos, por su parte, se pueden usar paños o también alguna toalla limpia en desuso. Como es más grande que un paño normal, ayuda a retirar el limpiador en menos tiempo. Las juntas de los azulejos deberán esperar a una limpieza más profunda.

Si se cuenta con un rociador de ducha, se puede aprovechar para limpiar la bañera, que en ocasiones exige retirar la suciedad adherida con una esponjita metálica o un cepillo. Luego se seca con un paño o con la mencionada toalla, y lo mismo con la grifería, el lavabo y el bidé. 

Dejar el inodoro para el final, además de permitir una mejor desinfección, es un modo de asegurarse de que el paño con que se limpie no se usará después para ninguna otra superficie.

6. Fregar el suelo

La tarea ya está casi terminada. Queda limpiar más a fondo el suelo, que antes solo hemos aspirado o barrido. Para ello, el procedimiento más cómodo es emplear una mopa o fregona, pero para ganar tiempo hasta se puede usar la toalla húmeda citada más arriba. De esta última forma, el suelo se secará más rápido, y por lo tanto se podrá llegar más rápido a la instancia final.

7. Colocar todo en su sitio

Con el suelo seco, se podrán volver a colocar en su sitio los cestos, muebles, básculas y demás elementos retirados al comienzo. Lo que resta es guardar los productos de limpieza para que queden ordenados para la próxima vez. Importante: cepillos, esponjas, escobillas y guantes también deben ser lavados y desinfectados con frecuencia. Pero esa tarea quedará para cuando se cuente con algo más de tiempo.

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