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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Negacionistas de las cremas solares: desmontando un argumentario que pone en peligro nuestra piel

Las cremas solares son indispensables para proteger la piel, especialmente en verano.

Darío Pescador

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Hace 50 años las cremas con filtro solar eran un capricho extraño o algo que usaban los esquiadores para no volver con la cara roja y la marca de las gafas. Sin embargo, la alarma sobre el incremento de los casos de cáncer y los riesgos de quemarse al sol se extendió por el mundo durante los años 80 y 90, cuando se temía que el agujero de la capa de ozono se hiciera mayor y nos dejara sin protección contra la radiación solar. En países como Australia empezó a aparecer el índice de radiación ultravioleta en el parte meteorológico y el mundo siguió las recomendaciones (más o menos).

Sin embargo, desde hace algunos años se oyen voces contra el uso de cremas de protección solar por sus supuestos efectos negativos en la salud. Los argumentos contra las cremas solares suelen ser de tres tipos:

  • Las cremas solares producen deficiencia de vitamina D porque impiden que se forme en la piel cuando se expone al sol.
  • Las cremas solares contienen productos químicos orgánicos perjudiciales que se absorben a través de la piel.
  • Las cremas solares producen cáncer.

Los estudios más recientes han encontrado que estos argumentos, o bien no tienen base alguna, o bien exageran sus riesgos, que son insignificantes en comparación con el riesgo muy real de padecer cáncer de piel por quemarse al sol.

Los beneficios y los riesgos de estar al sol  

Todo lo anterior no niega los muchos beneficios de una exposición moderada al la luz del sol. El sol hace mucho por nosotros: aumenta los niveles de vitamina D y serotonina, y contribuye a la reducción del riesgo de diabetes y ciertos tipos de cáncer Estar al aire libre es beneficioso, especialmente en invierno, y regula nuestro ciclo de sueño, lo que hace que podamos dormir mejor por la noche.

Pero ponerse al sol con moderación es muy diferente a quemarse al sol como aún vemos en verano que ocurre a tantos bañistas en las costas españolas. Abusar del sol es muy peligroso: existe una correlación entre el número de quemaduras solares que sufrimos en nuestra vida y el riesgo de padecer cáncer de piel. 

Hasta un 95%, es decir, casi todos los tipos de cáncer de piel se relacionan con la exposición al sol, especialmente en las personas de piel clara. El riesgo absoluto de padecer melanoma es bajo, un 2,6% en personas de piel blanca, comparado con un 0,1% para piel negra, según cifras de la American Cancer Society, aunque son los tumores con mejores posibilidades de curación si se detectan pronto (hasta un 90%, pero no es un riesgo que queramos tomar). 

En un estudio con alemanes, belgas y franceses que se mudaban a sitios más soleados en el Mediterráneo, el riesgo de padecer melanoma, el tipo de cáncer de piel más frecuente, aumentaba en 2,7 veces, y hasta 4,7 veces si eran de esos que quieren estar de color marrón todo el año. 

Haberse quemado al sol en el pasado también es peligroso. El riesgo de melanoma se triplica cuando la persona se ha quemado al sol al menos cinco veces cada diez años. 

Los protectores solares y la vitamina D

Los protectores solares forman una barrera que, o bien bloquea o bien absorbe la radiación ultravioleta del sol, y por tanto impide que una parte de estos rayos alcancen la piel. Pero la incidencia de los rayos UV sobre la piel es necesaria para que se produzca vitamina D. Y, en efecto, las cremas solares por encima del factor de protección SPF 30 reducen la producción de vitamina D hasta en un 98%

Lo que ocurre es que, aún así, la piel sigue produciendo suficiente vitamina D. Un estudio encontró que 30 minutos al sol en Oslo (un lugar no muy soleado) es el equivalente a consumir entre 10.000 y 20.000 IU de vitamina D3 al día, cuando la cantidad recomendada por la Unión Europea de vitamina D en la dieta está en 15µg o 600 IU. Otro estudio de la Universidad Politécnica de Valencia encontró que en primavera y verano, con el 25% del cuerpo expuesto al sol (manos, cara, cuello y brazos) entre ocho y 10 minutos de exposición al sol al mediodía producen la cantidad recomendada de vitamina D. 

Una reciente revisión de estudios concluyó que los protectores solares no afectaban de forma significativa a los niveles de vitamina D en sangre. Por desgracia, tomar el sol sin protección puede ser mucho peor que perder un poco de vitamina D por el camino, que además podemos obtener de la comida.

Los protectores solares y los ingredientes químicos 

Las cremas solares protegen la piel de los rayos ultravioleta por dos mecanismos diferentes, usando compuestos distintos en cada caso, aunque también pueden combinarse. Los ingredientes minerales proporcionan una barrera física a la radiación, como el dióxido de titanio y el óxido de zinc. Estas sustancias bloquean y dispersan los rayos antes de que penetren en la piel, actuando como un escudo. 

Por su lado, los protectores solares mal llamados “químicos” —todo es químico— contienen ingredientes como la avobenzona y el octisalato. Estos compuestos absorben los rayos UV antes de que puedan dañar la piel, actuando como una esponja.

Los protectores solares físicos (también denominados “minerales”) no suelen causar irritación, escozor ni reacciones alérgicas, pero son cremas espesas, blancas y grasas que no resultan tan agradables al tacto como los protectores solares químicos, que suelen ser transparentes y fáciles de aplicar, aunque más propensos a causar irritación y reacciones alérgicas.

En 2019, la FDA, la agencia que regula medicamentos y otros productos en Estados Unidos, encontró que algunos de estos compuestos orgánicos podían atravesar la piel y pasar al torrente sanguíneo. A pesar de ser un estudio pequeño, con una docena de participantes, se detectaron niveles por encima de lo permitido de avobenzona, oxibenzona, octocrileno y ecamsule. Algunos de estos compuestos se consideran disruptores endocrinos, pero como suele ocurrir, depende de la dosis. No es lo mismo inyectarlos en vena que absorber una cantidad mínima a través de la piel. 

Los propios científicos que realizaron el estudio escribieron en sus conclusiones que estos resultados no querían decir que esos niveles en sangre de los compuestos fueran un riesgo y que “la gente debe seguir usando imperativamente protector solar, sabemos con certeza que el sol puede causar cáncer de piel y melanoma”. 

Lo que sí quiere decir es que estos productos, que están regulados como cosméticos, deberán someterse en Estados Unidos a los mismos controles de seguridad que los medicamentos.   

La oxibenzona (BP-3) y el octinoxato (OMC), dos ingredientes habituales de los protectores solares, fueron prohibidos recientemente en Hawai debido a sus efectos tóxicos en los ecosistemas marinos. Sin embargo, a pesar de estas precauciones otros estudios han encontrado que el efecto es prácticamente inexistente, ya que las cantidades disueltas en el agua del mar procedentes de los bañistas son prácticamente indetectables.

Por su parte, en 2021, la Comisión Europea publicó dictámenes preliminares sobre la seguridad de tres filtros ultravioleta orgánicos: oxibenzona, homosalato y octocrileno. Concluyó que dos primeros no son completamente seguros en las cantidades en que se utilizaban actualmente y propuso limitar la concentración al 2,2% en el caso de la oxibenzona y al 1,4% en el del homosalato. 

Los potenciales riesgos de estos compuestos palidecen frente al riesgo real del cáncer de piel a causa de las quemaduras solares. Como medida de precaución extrema, basta con usar protectores inorgánicos y, sobre todo, evitar quemarse a toda costa.  

Los protectores solares y el cáncer de piel

No, la crema protectora no aumenta el riesgo de cáncer de piel, en realidad lo reduce entre un 50 y un 70%. Por otro lado, la exposición moderada al sol, siempre sin quemarse, puede causar una disminución del riesgo en otros tipos de cáncer

Pero prescindir de los protectores solares por sus supuestos efectos sobre la salud es un error, especialmente frente al riesgo de las quemaduras solares, que son las principales desencadenantes del cáncer de piel.

El riesgo es especialmente alto para las personas con tono de piel claro, que deben usar protección solar a diario, ya que se queman más rápidamente, y deben usar un protector solar de al menos FPS 50 en todo momento.

*Darío Pescador es editor y director de la revista Quo

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