Seguros de ahorro: los riesgos de una opción en alza
Los seguros de ahorro son el nuevo producto que ofrecen las compañías aseguradoras, cada día más activas como entidades financieras. Se trata de vehículos de ahorro e inversión de riesgo y modalidades variables, que están pensadas para inversores conservadores e incluso pequeños.
Generalmente se ofrecen a personas que ya tienen un seguro de vida o algún otro tipo de seguro, como un modo de ahorrar con unas rentabilidades mínimas, pero también se pueden contratar sin tener ningún tipo de seguro inicialmente, aunque es frecuente que vayan vinculados a uno.
Actualmente, con el alza de los tipos de interés, estos fondos de ahorro se venden a personas que desean destinar una parte más o menos grande de su capital o salario al ahorro productivo. Las aportaciones se pueden hacer en diferido o de golpe, según el producto o el tipo de seguro.
Como dato ilustrativo, según los datos que maneja la patronal de los seguros UNESPA, en el Estado español había 184.730 millones de euros en seguros de vida con formato de ahorro hasta junio. En la misma fecha, 117.000 millones correspondían a planes de pensiones.
Tipos de seguros de ahorro
Existen distintos tipos según su capital máximo aportado, así como los riesgos asumidos y los rendimientos obtenidos, que suelen ir en paralelo.
Los seguros individuales de ahorro sistemático (Sialp) ofrecen las mayores garantías de recuperación del capital aportado, vayan bien o no las inversiones realizadas, ya que deben garantizar el 85% del mismo en caso de rendimientos negativos.
Se lanzó a partir de 2015 pensando especialmente en jóvenes con poca experiencia en ahorro. El tope máximo de aportación son 5.000 euros y si se rescata a partir del quinto año, no hay que pagar impuestos por los rendimientos generados, que de todos modos suelen ser modestos.
Los planes individuales de ahorro sistemático (Pias) pueden ofrecer garantías de rentabilidad y devolución, pero el capital aportado es algo mayor (8000 euros) y el riesgo también sube, a la par que el rendimiento. Es también una modalidad estable. El dinero se puede recuperar en cualquier momento, pero puede haber penalizaciones.
Unit linked es una modalidad muy similar a un fondo de inversión, pero manejado por una compañía de seguros. Por lo tanto, asumimos riesgos y si el rendimiento es negativo, este puede ir en contra del capital aportado, algo que no pasa en las modalidades arriba descritas.
En la renta vitalicia se aporta un capital importante, muchas veces patrimonio o resultado de la venta de un inmueble, y la aseguradora se compromete a abonar una renta mensual hasta el momento del fallecimiento, ya sea con cargo al capital aportado o solo con los rendimientos que se generan.
Según UNESPA, hay 86.000 millones aportados a las aseguradoras bajo esta fórmula, lo que habla de su éxito, debido a que dicho capital se libra de una parte importante del pago de plusvalías en caso de venta de inmuebles.
Finalmente los capitales diferidos acumulan 45.000 millones de euros en aportaciones. Se debe a que es una fórmula que muchas empresas usan para nutrir los planes de incentivos de sus empleados.
Los riesgos que deben valorarse
En primer lugar debe tenerse en cuenta no estamos hablando de depósitos realizados a bancos, sino a compañías aseguradoras, y por lo tanto ninguna de las aportaciones que se hagan a seguros de ahorro están cubiertas por el Fondo de Garantía de Depósitos.
En caso de hecatombe en el sector, nadie nos garantiza la recuperación de lo aportado. Ni siquiera en el caso de los formatos más seguros, donde se nos garantiza el 85% de las aportaciones, ya que en estos casos lo que se garantiza es sobre rendimientos negativos.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que los rendimientos de estos depósitos son muy bajos, especialmente en los formatos más seguros. Como máximo, en la actualidad ofrecen un 0,5%, lo que para aportaciones bajas es un rendimiento a cinco o diez años muy poco significativo.
En las modalidades de mayor riesgo, el rendimiento suele ser mayor, pero también el riesgo, en cuyo caso puede ser más interesante optar por otras formas de mayor rentabilidad e igual seguridad, como destaca la OCU, que recomienda Letras del Tesoro a un año y depósitos a plazo, con rentabilidades actuales entre el 2,45% y el 2,5%.
El rendimiento no se contabiliza sobre el dinero total de la aportación, sino sobre el resultado de restar a esta los costes de comercialización, entre los que pueden y suelen estar la contratación de su seguro de vida y su coste -para que si morimos pueda heredar el producto otra persona-, el coste del corredor de seguros y los gastos de gestión de la aseguradora.
Todos estos gastos pueden suponer una mella considerable si el capital aportado no es muy alto, y podemos llevarnos sorpresas desagradables a la hora de rescatar las aportaciones.
En parte porque, además, con las bajas rentabilidades ofrecidas, es muy difícil recuperar a corto plazo el dinero devengado en gastos de gestión y seguros, y por supuesto entrar en rentabilidades positivas puede demorar hasta 14 años, según algunos cálculos.
Por otro lado, en muchas de estas modalidades se fijan periodos de contrato largos, y si se rescata el dinero antes corremos el riesgo de tener que pagar penalizaciones importantes, por no citar que los rendimientos generados por el capital aportado tributan como incremento de la renta.
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