Hábitos cotidianos aparentemente inofensivos que dañan tu cerebro

Hábitos que dañan el cerebro

Darío Pescador

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En algún momento, todos hacemos cosas que sabemos que no debemos hacer, como tomar unas cuantas copas de más, comernos otro postre, fumar o saltarnos el gimnasio. Somos más o menos conscientes de que estas decisiones pueden afectar a la salud de nuestro corazón, intestino, riñones, hígado, pulmones, músculos y articulaciones, entre otras cosas.

Sin embargo, algunos de nuestros malos hábitos cotidianos pueden pasar factura directamente a nuestro cerebro. No estamos hablando del abuso del alcohol o el consumo de drogas ilegales, que son los más comentados, sino de otros hábitos aparentemente inofensivos. Por ejemplo, la pérdida de sueño puede ser a la larga una causa de demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer. Consumir comida basura puede afectar a la capacidad de aprender y provocar depresión. 

Lo peor de estas conexiones entre hábitos y enfermedad es que son una trampa: una vez el tejido cerebral está dañado, es más fácil que se repita esa conducta. Por ejemplo, las personas con depresión cada vez tienen menos ganas de moverse, aunque el ejercicio es una de las mejores formas de combatir esta dolencia.

Estas son algunos de las conductas diarias aparentemente inocuas que pueden afectar seriamente a tu cerebro:

Vivir en la oscuridad

Es bien conocido el síndrome de la depresión estacional que afecta a muchas personas en los países del norte, que reciben menos horas de luz natural a lo largo del año. En efecto, los estudios han comprobado que si no obtenemos suficiente luz natural, especialmente en las primeras horas del día, aumenta el riesgo de depresión y empeora los síntomas a quienes la padecen. La falta de exposición a la luz del día también impide dormir bien por la noche, multiplicando los daños.

Consumir demasiadas noticias

La exposición constante a noticias negativas que producen ansiedad pueden dañar el cerebro. Estas noticias activan la amígdala, la parte del cerebro donde reside el miedo y la respuesta a las amenazas, es decir, la respuesta de luchar o huir. Estar constantemente en estado de alerta produce inflamación crónica, que es una de las principales causas de las enfermedades neurodegenerativas y los trastornos depresivos.

Escuchar la música demasiado alta

Los auriculares te permiten disfrutar en privado de tu reggaeton favorito y son una bendición para las personas que te rodean. Sin embargo, hay que tener cuidado con el volumen. La música demasiado alta produce daños en el oído y pérdidas de audición, y a su vez esto provoca pérdidas de memoria y puede contribuir a la demencia. 

Pasar demasiado tiempo solos

Los expertos están empezando a descubrir que las secuelas psicológicas de la pandemia de Covid están relacionadas con la falta de conexiones sociales. Relacionarse con los demás estimula la neuroplasticidad, es decir, la creación de nuevas conexiones y nuevas neuronas en el cerebro, prolonga la vida y protege contra las enfermedades neurodegenerativas. Los estudios también han encontrado que el aislamiento aumenta el riesgo de padecer un infarto cerebral

Demasiadas horas delante de una pantalla

Estar todo el día mirando pantallas, la del ordenador en el trabajo, la de la televisión en casa, y la del móvil el resto del tiempo, no solo aumenta el riesgo de depresión y ansiedad, sino que afecta físicamente al cerebro. Pasarte el día en Instagram reduce la materia gris y la materia blanca (las conexiones entre neuronas) en el lóbulo frontal, donde se produce el pensamiento racional y lógico.

Consumir azúcar en exceso

Los antojos de azúcar son una forma en la que nuestro organismo busca automedicarse frente al estrés. Sin embargo, tomar demasiada azúcar provoca altibajos en los niveles de glucosa en sangre, lo que agrava la situación, produciendo mal humor, depresión, ansiedad y un mayor riesgo de enfermedades neurodegenerativas. 

Pasar el día sentados

Las personas que viven en sociedades modernas pueden pasar entre 10 y 16 horas al día en una silla, lo cual puede afectar gravemente a las capacidades cognitivas. El movimiento es necesario para el correcto funcionamiento del cerebro, especialmente para el pensamiento lógico y deductivo. El ejercicio produce un aumento de BDNF (factor neurotrópico derivado del cerebro) la molécula que hace que se formen nuevas conexiones y neuronas.

Falta de sueño

La falta de sueño de calidad tiene un impacto directo en la energía mental, la memoria y las capacidades cognitivas. Cuando el insomnio se convierte en crónico, los fallos en la memoria y en el procesamiento del cerebro pueden llegar a hacerse permanentes, y aumentar el riesgo de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

Es poco probable que uno de estos malos hábitos te deje el cerebro como un queso suizo, pero la combinación y, sobre todo, la repetición a lo largo de nuestra vida, es lo que los hace peligrosos. 

 * Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

¿En qué se basa todo esto?

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