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¿Habrá cohabitación?
Hasta el momento, en la V República se ha venido imponiendo la tradición de que un cambio en la mayoría presidencial supone la disolución automática de la Asamblea Nacional si la mayoría parlamentaria es distinta. El presidente recién elegido convoca elecciones con la finalidad de que ambas mayorías coincidan. No ha ocurrido lo contrario: que una nueva mayoría parlamentaria suponga la dimisión del presidente y la convocatoria de elecciones para que la mayoría presidencial coincida con la nueva mayoría parlamentaria. En todos los casos en que ha ocurrido esto último, el presidente se ha mantenido, aunque el primer ministro sea elegido por la nueva mayoría parlamentaria. Es lo que se conoce como “cohabitación”. En el poder ejecutivo conviven dos mayorías distintas, la presidencial y la parlamentaria.
En la historia de la V República ha habido tres cohabitaciones, dos en la Presidencia de François Mitterand y una en la de Jacques Chirac. El presidente y el primer ministro pertenecían a partidos distintos, pero ambos pertenecían a uno de los dos partidos de gobierno reconocidos como tales. La cohabitación no se produjo nunca con un partido de extrema derecha.
Si Emmanuel Macron no hubiera disuelto la Asamblea Nacional y convocado elecciones, no se habría planteado la posibilidad de la cohabitación. El resultado de unas elecciones europeas no comporta cambio alguno en el funcionamiento del sistema político francés. Ni en el de ningún otro de los Estados constitutivos de la Unión Europea. Emmanuel Macron podía haber seguido perfectamente como presidente con el primer ministro por él designado.
Pero al haberlas convocado ha abierto la posibilidad de que tenga que enfrentarse con el problema de la cohabitación. El partido de extrema derecha de Marine Le Pen tiene al alcance de la mano conseguir la mayoría absoluta. Únicamente si el partido de Emmanuel Macron, Renacimiento, y el Nuevo Frente Popular deciden retirar su candidatura en la segunda vuelta en todas las circunscripciones electorales en que quedaron terceros y concentran el voto en la candidatura que quedó en primera o segunda posición, se podría evitar que el partido de Marine Le Pen alcanzara la mayoría.
No es seguro que, incluso si se produjera esa concentración, se consiguiera evitar la mayoría de Marine Le Pen. Pero lo que es prácticamente seguro es que, sin dicha concentración, la mayoría la tiene asegurada. La apuesta de Macron de que una cierta concentración en torno a las candidaturas de su partido se podría producir en la primera vuelta, facilitando la victoria en la segunda, ha fracasado de manera estrepitosa.
Pienso que la decisión de disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones no era mala apuesta. Dejar las cosas como estaban tras el resultado de las elecciones europeas era regalarle a Marine Le Pen la Presidencia de la República en las próximas elecciones. Pero lo que no se podía hacer era tomar la decisión de la forma en que lo hizo. Tendría que haberla preparado negociando con los partidos que constituyeron la mayoría que le eligió como presidente en dos ocasiones y no de la forma en que lo ha hecho, convocando las elecciones como una trampa para la izquierda. Trampa que, de tan visible, ha conducido a todo lo contrario de lo que pretendía.
Queda una semana para ver si se puede deshacer el entuerto. El domingo sabremos si Emmanuel Macron, en lugar de cerrarle la puerta a Marine Le Pen, se la ha abierto de par en par. Es posible que no llegue a haber cohabitación, porque Emmanuel Macron no puede mantenerse en la Presidencia de la República. Se alteraría con ello la tradición de que la mayoría parlamentaria no acaba arrastrando a la mayoría presidencial.
Annie Ernaux decía hace unos días en una entrevista en El País que Emmanuel Macron iba a dejar una Francia espantosa. Todavía no conocía los resultados electorales de este domingo.
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