Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
El tribunal del Congo: de Bukavu a Berlín
- Una nueva edición del conocido como “Tribunal Russell” se ha llevado a cabo recientemente sobre los crímenes y la explotación de El Congo por parte de grupos armados y empresas transnacionales
Los tribunales de opinión están de moda. La razón es obvia: en el mundo suceden cosas insoportables y las instituciones que tienen el mandato para remediar la situación -ya sean tribunales nacionales e internacionales, o la propia ONU- no reaccionan. Mientras tanto, activistas políticos tratan de superar esta impotencia y organizar tribunales de opinión simbólicos.
El inicio de estos tribunales, organizados en 1967 por los filósofos Bertrand Russell y Jean-Paul Sartre en Suecia, vino provocado por los crímenes de guerra cometidos por parte de los Estados Unidos durante la guerra de Vietnam. Russell y Sartre los conectaron explícitamente con los procesos abiertos por crímenes de guerra contra los nazis en Nuremberg. Querían “darle vida a la ley que nació demasiado pronto en Nuremberg y hacer uso de reglas éticas y jurídicas frente al derecho de la jungla”.
El cineasta Milo Rau ha organizado un “Tribunal del Congo” en Berlín, al igual que el celebrado hace un mes en Bukavu, en el este de la República Democrática del Congo. En el escenario de un teatro, las Sophiensäulen, debatimos durante tres días cuestiones sobre las que muchos desearíamos que existiese un tribunal o un foro parecido que las retomase.
Por ejemplo, la masacre de Mutarule en junio de 2014, durante la cual las milicias asesinaron a 35 mujeres y niños; o las condiciones de trabajo explotadoras en la mina de Bisie; o las expulsiones masivas sin indemnización en la zona minera de Twangiza Site. Todas han quedado hasta el momento impunes. Pero Mutarule, Bisie y Twangzia solo son casos particulares, elegidos entre acontecimientos terriblemente dramáticos por Rau y su equipo.
Según estimaciones con las que contamos, desde la primera guerra del Congo a principios de los años noventa hasta el día de hoy han muerto cuatro, seis, ocho e incluso algunos hablan de diez millones de personas. Millones y millones huyen, mientras cientos de miles de mujeres -y hombres- han sido y siguen siendo víctimas de violencia sexual.
El Tribunal Penal Internacional de La Haya ha iniciado investigaciones contra algunos autores de los crímenes acaecidos en El Congo, pero hasta el momento solo se incluyen integrantes de grupos de rebeldes armados. Los ejércitos del Congo y de los países vecinos Uganda y Ruanda, quienes también han participado en los crímenes y han estado involucrados en el robo de materias primas, han quedado impunes.
Pero el tribunal de Berlín trataba ante todo de la responsabilidad de los europeos respecto a los sucesos del Congo. Que se eligiera Berlín como lugar de este acto guarda relación con un dato histórico: la Conferencia del Congo que tuvo lugar en 1885 en el palacio del canciller imperial en la Wilhelmsstrasse, a tan solo unos cientos de metros de los Sophiensäle. En aquella conferencia las grandes potencias se repartieron esta región rica en materias primas e iniciaron con ello el mal sobre los actuales Estados de la República Democrática del Congo, Ruanda, Uganda, Kenia y otros.
Pero ni los brutales crímenes coloniales de la tropas del rey belga Leopoldo fueron llevados ante los tribunales, ni tampoco lo fue el asesinato del primer presidente votado democráticamente, Patrice Lumumba, en 1961, cuyo carisma temían los poderosos en Europa.
El Congo es un ejemplo para los efectos devastadores de la globalización. Un suceso global que tiene lugar al mismo tiempo en diferentes sitios. Además de los escenarios de Bukavu en el este del Congo, la capital Kinshasa, Kigali en Ruanda y Kampala en Uganda, también son protagonistas Nueva York, Londres, París, Bruselas y Berlín. Durante el tribunal en Berlín fueron acusadas principalmente empresas transnacionales. La responsabilidad por los crímenes del Congo va mucho más allá de los autores locales. La normativa sobre minas de este país, así como diversos contratos acerca de su uso, del cual sacan provecho varias empresas transnacionales han sido denunciados, como es el caso de la empresa canadiense Banro y Twangiza Site cerca de Bakavu. Firmados bajo dudosas condiciones, todos estos contratos deben ser revisados legalmente.
Durante el tribunal del Congo surgieron muchas preguntas importantes. Deben adoptarse nuevas regulaciones, especialmente para la extracción de materias primas, que deben asimismo ser controladas legalmente por tribunales en el Congo, Europa, Estados Unidos o a nivel internacional.
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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.