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ESTRENO

'Compartimento Nº6', un tren por Rusia que choca contra clasismos y nacionalismos

Los protagonistas de 'Compartimento Nº6' son una mujer de Finlandia y un obrero ruso

Javier Zurro

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Cuando se conoce a alguien se activan de manera involuntaria numerosos prejuicios que hacen que se forme una imagen determinada. Existen muchos factores: quién presenta a esa persona, de dónde viene, en qué trabaja o cuáles son sus gustos. Es difícil escapar de ellos. Incluso a veces nos comportamos respecto a lo que se espera de cada uno de nosotros. Una performance inconsciente para encajar en la etiqueta que se nos coloca. El cine de Juho Kuosmanen tiene un carácter humanista que siempre intenta derribar los prejuicios y mirar a las personas de forma frontal, sin prejuzgarles. 

El director finlandés enamoró con su retrato de un boxeador enamorado en El día más feliz en la vida de Olli Mäki y se confirmó en el pasado Festival de Cannes con su último filme, Compartimento Nº6, una adaptación de la novela de Rosa Liksom con la que ganó el Gran Premio del Jurado. Una película que funciona como una historia de amor aunque no hay ninguna relación romántica. Ni un beso. Solo dos desconocidos que se encuentran en un largo viaje en tren por Rusia después del final de la Unión Soviética. Ella, una mujer finlandesa, progresista, lesbiana y moderna. Él, un obrero rudo, ruso, tradicional y siempre borracho. Ambos se comportan como mandan los patrones que les definen, y ambos derribarán los prejuicios en ese compartimento que da título al filme.

Muchos ven en Compartimento Nº6 los mimbres de un romance, pero el director no cree que sea cierto aunque sí ve “una historia de amor en el sentido de que ambos consiguen sentirse queridos al final”. “Esta idea del amor tiene más que ver con la idea de liberarse de uno mismo, de la idea que uno tiene de lo que debe ser. Es una historia de amor en la que no hay futuro amoroso. Ellos no quieren vivir juntos. Es un amor que te da la posibilidad de mostrarte como eres porque no tienes a nadie a quien agradar delante. No tienes a nadie a quien impresionar, y esto ocurre cuando te liberas de la idea romántica de cómo deben comportarse un hombre o una mujer”, cuenta Kuosmanen.

En este viaje, ellos se ven como realmente son, lejos de primeras impresiones condicionadas. “Cuando ves a una persona, normalmente estás intentando adivinar cómo es, y de esa forma inmediatamente estrechamos su posibilidad de existir como ser humano. Si ya sabemos que este hombre es ruso y de clase obrera, esa definición le estrecha sus posibilidad de existir como ser humano. Estos roles están construidos con nuestros prejuicios. Cuando vemos a una persona rusa, masculina y de clase obrera, tenemos una idea que viene inmediatamente a nuestra cabeza y que no es la la persona que realmente tenemos delante. No puede haber una conexión, un encuentro, mientras nos veamos como representantes de una nacionalidad o una clase obrera concreta. Lo que es bonito en estos viajes de tren tan largos es que hay tiempo para ver más allá de esos roles”, explica el director sobre su filme.

Compartimento Nº6 llega en medio de la guerra provocada por la invasión de Rusia a Ucrania: “Obviamente estoy muy triste por este terror ruso que está pasando en Ucrania. En cuanto a nuestra película, creo que tiene un contenido ahora más intenso en este momento, e incluso más difícil para algunos espectadores, porque la idea que tenemos de las personas rusas se ha visto empañada por esta guerra, y creo que esta idea es muy importante, porque de otra forma solo odiaríamos. Tal como yo lo veo, ver a todos los rusos como malvados no nos lleva a ningún sitio. Creo que esta idea humanista es más fuerte ahora mismo que antes”.

No puede haber una conexión, un encuentro, mientras nos veamos como representantes de una nacionalidad o una clase obrera concreta

Juho Kuosmanen Director de cine

Confirma esa visión humanista de sus películas, una cualidad que Juho Kuosmanen considera inherente al cine. “Esa es su esencia, la habilidad para ver a los seres humanos. El cine es una forma de pensar en el comportamiento humano y de empatizar, de ver al otro, de ver a través de sus ojos. En ese sentido la esencia del cine, para mí, es humanista, y mucho mas que cualquier otra forma de arte”.

En el libro de Rosa Liksom encontró “atmósfera, melancolía y ese encuentro con el otro”. También una “simplicidad” que le gusta y que cree que ayuda a que las películas “sean profundas”. Hay un cambio fundamental en la historia. Mientras que el libro se desarrolla en los 80, con la Unión Soviética vigente, la película lo hace en los años 90. Una decisión que tiene que ver con motivos de producción. “Era más fácil encontrar localizaciones de los 90, pero en la Unión Soviética todo era diferente”, confiesa Kuosmanen. Pero también porque el libro “habla de la URSS como un estado mental”, mientras que su guion se centraba más en la relación de los dos protagonistas: “Si no hablaba de eso, sentía que ambientarla en los 90 la hacía más libre. Si sitúas una película en la Unión Soviética tienes una idea muy concreta de cómo debe ser, pero si lo pasábamos a Rusia podíamos centrarnos de forma más fácil en los seres humanos, porque si fuera en los 80, todo lo que pasara estaría afectado por ese contexto”.

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