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‘Me siento extraña’, el regreso del romance lésbico entre Rocío Durcal y Bárbara Rey que sacudió la Transición

Bárbara Rey y Rocío Dúrcal tienen una noche de amor en 'Me siento extraña'

Javier Zurro

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“Tú y yo, Chelo, y te quiero y siento mucho que no me hayan gustado las mujeres porque habría sido más feliz, hemos tenido una noche de amor”. El 18 de noviembre de 2011, Bárbara Rey reconocía en directo, en Sálvame Deluxe, y ante el polígrafo de Conchita, que había tenido un affaire con su amiga, la periodista y colaboradora del programa Chelo García Cortes. La actriz confirmaba de nuevo su posición como icono LGTBI. Aunque las generaciones más recientes crean que aquella cumbre televisiva fue la que convirtió a Bárbara Rey en un símbolo del colectivo, la artista siempre ha estado muy vinculada a él y, sin duda, fue Me siento extraña la película que lo logró, tal como explicaba el documental Mujeres sin censura, donde se contaba cómo a pesar de la mirada machista del director, el filme había sido reivindicado y reapropiado.

El filme de Enrique Martí Maqueda se ha convertido con el paso de las décadas en un auténtico clásico de culto para los cinéfilos amantes de las joyas ocultas, y Me siento extraña tiene todo lo necesario para ser entendida como tal. Estrenada en el año 1977, es considerada como la primera película que mostraba de forma abierta una relación lésbica en la gran pantalla. Por si fuera poca provocación en un país que acababa de dejar atrás al franquismo, las que mantenían dicha relación eran dos de las estrellas del momento, la vedette Bárbara Rey y la cantante Rocío Dúrcal. Ellas eran el principal reclamo de una película que respondía a todos los tópicos del cine del destape, triunfador en aquel momento, y que arrasó en taquilla dicho año.

La película era, actualmente, un fantasma que no se encontraba disponible ni en formato físico ni en ninguna plataforma. Una joya que muchos aseguraban haber visto o que se podía lograr de forma pirata en portales ilegales. Desde el 30 de junio por fin se podrá disfrutar en Flixolé, la plataforma de Enrique Cerezo, poseedor de los derechos y que ha restaurado el filme en lustroso 4K y lo estrena coincidiendo con las celebraciones del orgullo LGTBI. 

Una revisión a Me siento extraña la confirma como evidente película de culto por aquella relación lésbica que reventó a los moralistas de la época, pero también por su audaz y valiente mirada política en pleno año 1977. La película es mucho más que el morbo de ver a las dos estrellas del momento pasando “una noche de amor”, sino que ofrece una despiadada visión de la sociedad de aquel año, que sigue siendo eminentemente retrograda y franquista, pero que aparenta una modernidad impostada porque les han dicho que es lo que deben hacer. Detalles como esa foto de Franco en un cajón cambiada por una del rey. Esas reuniones de empresarios y, sobre todo, ese machismo dominante que quieren tener a las mujeres dominadas y sin vivir su sexualidad en libertad. 

Una película polémica

Al aura en torno al filme también ha contribuido toda la polémica que hubo desde su estreno. Las actrices renegaron del filme; principalmente, Rocío Dúrcal, que llegaría a asegurar en entrevistas que se equivocó al rodarla y que nunca la había visto. De hecho, tras participar en Me siento extraña se retiró de la actuación, a la que solo volvió en la serie Los negocios de mamá en 1997. Nunca haría las paces con el filme como sí lo hizo Bárbara Rey, que terminaría abrazando su legado en 2010, cuando recibió el premio honorífico del IV Festival Internacional de cine gay y lésbico de Andalucía por la importancia de aquella obra. Rey lo recogió en persona y aseguró estar orgullosa de que por fin se valorase una película que había sido vapuleada por su contenido LGTBI.

Más recientemente, en la serie documental sobre su vida Una vida Bárbara, la artista volvía a referirse al filme. “Me parecía una oportunidad increíble para el colectivo y hacerla, precisamente, con Rocío Dúrcal”, afirmaba en la docuserie de Antena 3. También se refirió a la mala relación que tuvo con el director del filme, Enrique Martín Maqueda, al que acusó de haberla acosado durante las grabaciones del programa Palmarés, un año antes del rodaje del filme. 

Martín Maqueda tampoco regresaría al cine, y su carrera quedaría vinculada a la televisión y a las polémicas del corazón o incluso políticas, ya que en 1988, tras ser contratado como director general de la televisión local de Marbella, abandonó el cargo a los seis meses por desacuerdos con Jesús Gil. En 2012 también intentó probar suerte en las elecciones por la provincia de Ourense. Lo hizo de la mano de la formación política de Mario Conde. Su última aparición pública fue en 2007, cuando entró en un programa del corazón para insultar y acusar a Bárbara Rey de haber ejercido la prostitución.

Una restauración en 4K

Para poder disfrutar de Me siento extraña se ha tenido que restaurar la copia original. Un trabajo delicado que se realiza en las oficinas de Flixolé, donde se está digitalizando y remozando clásicos del cine español constantemente. Se hace gracias al ingente fondo físico de Enrique Cerezo, que se guarda en diferentes filmotecas para conservar la copia original en las condiciones adecuadas de humedad y temperatura, pero que él mismo se encarga de digitalizar, retocar y colocar en la plataforma que ostenta el mayor catálogo de clásicos del cine español. El orden de restauración obedece a efemérides o festivales. Fue aquí donde se ha restaurado la impresionante versión de Carmen de Carlos Saura que se pudo ver en el Cinema de la Plage de Cannes y en el que incluso trabajó el director antes de su muerte.

Muchas veces, cuando el realizador está vivo, colabora de forma activa en el trabajo de restauración de sus películas. Lo han hecho Juanma Bajo Ulloa o Alejandro Amenábar que, tal como confiesan desde los laboratorios, decidió que era el momento de corregir digitalmente uno de los errores que incluía una de sus escenas más míticas de Abre los ojos, aquella en la que se ve una Gran Vía completamente vacía y que, si uno se fijaba, presentaba a dos personas en un balcón. Gracias a esta revisión, ya nadie podrá ver a esos dos polizones en una imagen que sigue siendo imponente.

Las ‘erratas’ cinematográficas son algo a lo que los restauradores se enfrentan habitualmente, y cuentan que tienen que decidir si es, evidentemente, un error que estropea el plano o lo dejan para mantener lo más intacta la copia. Cigarros, sombras de aviones… son varios de los ejemplos que se suelen encontrar en su trabajo diario. Un trabajo que consiste en digitalizar la copia original (por un lado la copia de imagen y por otro la de sonido), y posteriormente analizar lo digitalizado para darle la mejor calidad. Los procesos automáticos ya quitan puntos y rayas, pero hay momentos que hay que dedicarle especial atención, además de etalonar y corregir el color para que todo tenga el mismo aspecto. Un trabajo en el que una jornada puede equivaler a un minuto de película retocada, por lo que se puede estar un año con un filme si este presenta bastantes fotogramas a retocar.

En Me siento extraña el principal problema —aunque la copia estaba en un estado estupendo— llegó con un fotograma partido. ¿Cómo se restaura una imagen cuyo fotograma está roto a la mitad? Con el fotograma anterior y posterior se reconstruye la imagen y se va puliendo para que las imágenes que faltan no se noten cuando la película se proyecte. Un trabajo minucioso que consigue que aquella relación lésbica que revolucionó la Transición brille más que nunca en 4K.

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