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La gran despedida de Uderzo, padre de Astérix, un año después de su muerte

La gran despedida de Uderzo, padre de Astérix, un año después de su muerte
París —

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París, 25 may (EFE).- Un año después de su muerte, la hija y la viuda del dibujante Albert Uderzo, creador de Astérix y Obélix, recuerdan la apasionante carrera del artista con más de 250 obras de su archivo personal, desde dibujos de infancia hasta el éxito del galo más famoso del mundo.

“Mi padre se fue al principio del primer confinamiento y no pudimos darle la despedida que hubiéramos querido. Hemos trabajado a contrarreloj para darle a su público una forma de homenaje”, explica a Efe Sylvie Uderzo, comisaria de la exposición “Uderzo, como una poción mágica”, en el Museo Maillol de París.

Sylvie y Ada Uderzo, su viuda, han recuperado un amplio archivo que muestra además la capacidad de organización del dibujante, muerto a los 92 años, procedente de una familia de inmigrantes italianos que había huido de la Italia fascista en la década de los 20 y que guardó durante toda su vida hasta sus cuadernos de dibujo del colegio.

Un Albert Uderzo de apenas 7 años que dibujaba peces y animales con una sorprendente precisión anatómica e ilustraba los cuentos infantiles con viñetas que no parecían pintadas por un niño pequeño.

El creador de Astérix hizo con 14 años su primer cómic, después de que a los 13 entrara a trabajar como aprendiz en la Sociedad Parisina de Edición, que publicaba revistas y suplementos de prensa, donde aprendió a manejar la ilustración de logos que plasmaría más tarde en los títulos de sus series.

“Quería que expusieran estos cuadernos porque se ve su trabajo desde pequeño. El don ya estaba ahí”, dice su hija, quien detalla que venía de una familia de artesanos y obreros sin relación con la pintura, pero donde todos los hermanos sabían dibujar.

Cuando después de hacer el servicio militar regresó a Francia y no pudo encontrar trabajo, pensó en aceptar la oferta de su hermano y ser camionero.

Afortunadamente para los admiradores de sus cómics, un periódico lo fichó para ilustrar los sucesos y pudo seguir dibujando.

UN ARTISTA PRECOZ

El pequeño Uderzo soñaba con ser el nuevo Walt Disney y convertirse en el “Disney de la rue Montreuil”, la calle en la que vivía junto a su familia en París.

Con apenas 20 años, las viñetas se volvieron angulosas y heroicas, al más puro estilo de los cómics de ciencia ficción que empezaban a ponerse de moda en Estados Unidos.

Las planchas originales y cuadernos expuestos son una muestra apabullante de cómo sus primeros veinticinco años de vida marcaron su camino y tallaron su imaginación.

Animado por su hermano mayor, pasó los años de la Segunda Guerra Mundial en un pequeño pueblo de la región de Bretaña, en la que descubrió los bosques, las leyendas bretonas, y entró en contacto con miembros de la Resistencia que hacían frente a la ocupación nazi.

En 1959, la aparición de las primeras planchas de Astérix y Obélix, una cómica pareja de una aldea ficticia al noroeste de la Galia que planta cara al poderoso imperio romano, publicadas en la revista Pilote, tuvo un particular eco en la sociedad francesa.

El primer álbum de Astérix vendió hasta 6.000 ejemplares, un récord para la época, que no tardó en ser superado, pues el cuarto álbum, en 1964, alcanzó los 50.000 ejemplares en Francia.

De las dos plantas que el Museo Maillol dedica a la exposición, una está consagrada en exclusiva al éxito de “Astérix y Obélix”, desde la concepción en un pequeño piso de la periferia parisina junto al que, más que aliado, fue su socio durante veinticinco años, René Goscinny, quien escribía las historias.

Tras la repentina muerte de Goscinny en 1977, Uderzo estuvo a punto de dejar los lápices, pero la presión de los lectores lo animó a continuar y a mantener viva la saga hasta 2005.

En la última década, las aventuras han sido recuperadas por el guionista Jean-Yves Ferri y el dibujante Didier Conrad, que han tomado el testigo de la mundialmente conocida historieta.

Para Sylvie Uderzo, esta exposición es, como los cómics, “para todos los públicos”: “Astérix tiene 61 años, hace décadas que niños, jóvenes y abuelos siguen estas obras”.

Por María Díaz Valderrama

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