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Qué celebramos cuando celebramos el Día Internacional del Holocausto

Un clásico de Auschwitz: el trabajo te libera

Marta Peirano

A las nueve de la mañana del 27 de enero de 1945, las divisiones 100 y 107 del 60º Ejército procedente del Frente Ucraniano del Ejército Rojo abrió las puertas de Auschwitz I-Stammlager, donde se podía leer el eslógan del gobierno de Weimar que recuperó el partido nazi: Arbeit macht frei (El trabajo te hace libre). También llamado el campo principal, Auschwitz I tenía capacidad para 15.000 prisioneros (20.000 en días “buenos”). El más grande, sin embargo, era el campo de exterminio Auschwitz II-Birkenau, construido más tarde (un censo de 1944 cuenta 90.000 prisioneros).

El tercero, Auschwitz III-Monowitz, era un campo de trabajo que concentraba un complejo industrial que producía caucho sintético y caucho para la IG Farben, un consorcio de compañías químicas alemanas que incluía una fusión a la BASF, la Bayer, la Hoechst, Agfa, Chemische Fabrik Griesheim-Elektron y Chemische Fabrik vorm. La IG Farben era dueña de la patente del famoso Zyklon B y de la mitad de la empresa que lo fabricaba. Este fue el pesticida con el que se exterminaron millones de presos, incluyendo judíos, comunistas, gitanos, antisistema, intelectuales, masones, negros, homosexuales, mestizos, discapacitados y enemigos de guerra en general.

Los últimos días de Auschwitz

El complejo había sido establecido por los nazis en 1940 en las afueras de Oswiecim para gestionar los arrestos masivos de polacos, que ya no les cabían en las cárceles locales. No fue el primero; los nazis tenían campos de concentración desde mediados de los años treinta. Pero fue el más grande. El primer convoy de 728 prisioneros polacos llegó el 14 de junio; en diciembre ya había más de 8.000. Se calcula que allí murieron 1.1 millones de personas. Además de los prisioneros, el Konzentrationslager Auschwitz era el hogar de unos 6.000 miembros de las SS, que vivían allí con sus familias. Aparentemente, no se vivía mal.

Cuando llegaron los rusos, no quedaba mucho. Las tropas venían de liberar Cracovia dos semanas antes y, al enterarse, las SS empezaron a cerrar el complejo, destruyendo documentos, quemando estructuras y evacuando los prisioneros que les parecieron útiles. En la noche del 25 al 26, los alemanes volaron los crematorios que aún funcionaban en Auschwitz-Birkenau. Muchos prisioneros fueron eliminados esos días (600 sólo en Birkenau, 100 en la mina de Fürstengrube y 239 a los que quemaron vivos, dejando sus restos en el asfalto).

Los prisioneros aún “funcionales” -unas 58.000 personas – fueron obligadas a marchar sobre la nieve, camino de otro campo de exterminio. Muchos consiguieron escapar, aprovechando la confusión, pero fueron los menos. De los 9.000 que dejaron atrás en varios estados de enfermedad, desnutrición y agotamiento, unos dos mil murieron antes de que llegaran los rusos. Otros seiscientos murieron en los dos meses precedentes.

De los supervivientes, más de la mitad eran mujeres. El 15 de abril de ese mismo año, las tropas británicas liberaron el centro Bergen-Belsen. Dachau fue liberado el 29 de abril por las divisiones 42 y 45 de Infantería del 77º ejército de los EEUU.

Aniversario, pero sin Putin

El tres de enero de 1996, seis años después de la caída del muro de Berlín, el entonces presidente de Alemania Roman Herzog dedicó este día a la Memoria de las víctimas del Nacional Socialismo. En 2005, Naciones Unidas lo recalificó como el Día Internacional del Holocausto. Mañana, cuando se cumplen 70 años después de la liberación, once jefes de Estado europeos presentarán sus respetos en una ceremonia conmemorativa. El presidente ruso, Vladímir Putin no será uno de ellos. Rusia finalmente estará representada por su viceprimer ministro, Siergiei Ivanov.

Esto es una novedad: hace diez años, en el último gran aniversario, Putin fue parte de las celebraciones pero su popularidad ha bajado dramáticamente desde entonces. La anexación de Crimea por parte de Rusia y su apoyo a los separatistas rebeldes luchando en el este de Ukrania ha sido recibido con fuertes críticas en Polonia. Su ministro de asuntos exteriores, Grzegorz Schetyna, ha llegado a declarar que, en cualquier caso, no fueron rusos sino ucranianos los que liberaron el campo:

“Fueron el Frente Ucraniano y los ucranianos los que liberaron el campo de concentración, ya que ere día eran soldados ucranianos los que abrieron las puertas”

El llamado Frente Ucraniano, sin embargo, recibe su nombre del lugar al que estaban destinados originalmente los soldados, algunos de los cuales eran ucranianos y, la mayoría, soldados rusos. Lo sabemos porque el camino que separa Cracovia de Auschwitz está sembrado con los cadáveres de los soldados rusos que murieron tratando de liberar el campo.

Entre los asistentes que ya han confirmado su participación se encuentran los presidentes de Alemania, Joachim Gauck; Austria, Heinz Fischer; Francia, François Hollande; Croacia, Ivo Josipovic, y Polonia, Bronislaw Komorowski. También los presidentes de Ucrania, Petro Poroshenko; Eslovaquia, Andrej Kiska; Suiza, Simonetta Sommaruga, y Malta, Marie Louise Coleiro.

Acudirán el rey de los belgas, Felipe, y su esposa, Matilde, y los monarcas de Holanda, el rey Guillermo-Alejandro y la reina Máxima. El cardenal arzobispo de Cracovia, Stanislaw Dziwisz, representará al Estado del Vaticano. España enviará al presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada, al lugar donde murieron 1.200 españoles.

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