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ENTREVISTA Escritora

Bernardine Evaristo: “Le di la vuelta a la historia y creé un mundo en el que los africanos esclavizan a los europeos”

La escritora británica Bernardine Evaristo

Carmen López

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Es blanca, tiene el pelo largo y rubio y vive en Inglaterra con sus tres hermanas, su padre y su madre. Se llama Doris y es la heroína de la novela Raíces rubias de Bernardine Evaristo, que la editorial AdN acaba de publicar en España traducida por Miguel Marqués Muñoz. Un libro sobre la esclavitud que le da la vuelta a la tortilla y en el que esa niña inglesa no es la empática protagonista que ayuda a liberar a su nodriza negra –argumento clásico– sino que es a ella a la que someten. En el libro de esta escritora anglonigeriana, son los africanos los que viajan a Europa para hacer negocio con la trata de personas, aunque los blancos ni siquiera están considerados como tal. Son salvajes que se cubren el cuerpo de harapos y tienen costumbres demenciales como matarse entre ellos pese a adorar a un Dios que les dice “No matarás”.

Los esfuerzos de Omorenomwara, el nombre de esclava de Doris, para escapar se publicaron en Reino Unido en 2008, pero hasta ahora ninguna editorial los había traído a España. De hecho, Evaristo no era demasiado conocida fuera de su país hasta que en 2019 el éxito le llegó de manera arrolladora al convertirse en la primera mujer negra en ganar el Booker Prize con Niña, mujer, otras (AdN, 2019). Compartió el premio con Margaret Atwood porque el jurado no pudo decidir entre ambas obras, aunque que su nombre apareciese junto a la autora canadiense no fue precisamente un problema.

Ese galardón fue el detonante de una explosión de fama que la llevó a la lista de lecturas preferidas de Obama y a la presidencia de la Royal Society of Literature de su país, la primera persona negra en ocupar dicho puesto en los 200 años de historia de la institución. Pero ella no es precisamente una autora novel y este tampoco es el primer premio que recibe, aunque sí el más importante. “Los dos últimos años han sido increíbles, porque con el Booker todo cambió. Pero llevaba mucho tiempo en el sector, el éxito me ha llegado con 60 años”, declara. No cree que la fama vaya a cambiar demasiado su realidad del día a día, pero sí tiene claro que la va a aprovechar. “Tengo mucho que decir y no quiero ser solo la ganadora del premio, la primera mujer negra, la primera persona británica negra, y luego desaparecer”, sostiene.

Raíces rubias no tuvo una mala acogida por parte de la crítica cuando se publicó por primera vez, recuerda Evaristo, aunque cree que a día de hoy se habría valorado de otra manera. “Nuestra sociedad ha cambiado mucho en estos últimos catorce años en términos de política y cultura negra. Por ejemplo, durante el año del bicentenario de la abolición del esclavismo hubo muchas acciones para crear conciencia sobre el tema. Y aunque mi libro habla de la cuestión de una forma diferente, creo que habría llegado a más lectores”, comenta.

“Quería escribir sobre el comercio transatlántico de esclavos y no sabía cómo hacerlo. No quería escribir el mismo tipo de historias que han hecho otras personas”, explica al respecto de la trama de la novela. “Después de pensar durante un tiempo, se me ocurrió esta idea mágica de darle la vuelta a la historia y crear un mundo en el que los africanos esclavicen a los europeos. Y me di cuenta de que nadie lo había hecho antes”, sostiene. En el libro no solo subvierte la dinámica racial, sino que también juega con el lector con saltos temporales y referencias al mundo real desde su universo inventado. Libros de autoayuda en la época en la que los miriñaques eran el último grito, fiestas populares con música afrobeat o una ciudad llamada Londolo.

“Me divierte mucho jugar con el lenguaje y con las ideas. Al componer un universo alternativo en el libro pero con referencias a la actualidad puedo conectar quiénes somos hoy con la historia sobre la trata transatlántica de esclavos. Y con los orígenes del racismo, cómo se desarrolló a la par que la trata de esclavos”, sostiene Evaristo, que ya había utilizado esa herramienta del mundo paralelo con su libro de 2001 The Emperor's Babe, que se desarrolla en el Londres romano hace casi 2000 años.

Dificultad por partida doble

La industria editorial británica –aunque podría extrapolarse a cualquier ámbito en una sociedad heteropatriarcal– está sustentada en gran parte por mujeres, pero quienes toman las decisiones acerca de lo que se publica suelen ser hombres blancos de, como mínimo, clase media. Es la percepción que tiene Evaristo, que se ríe mientras lo señala. “Es muy divertido, para ser honestos. Esto ha supuesto un gran problema para las escritoras pero, aunque no tengo las estadísticas, me parece que ahora mismo las mujeres están recibiendo mucha atención. Al final, la mayor parte de los lectores somos mujeres y estamos interesadas en leer libros de escritoras”.

Por supuesto, considera que si ella no fuese mujer y negra, lo habría tenido más fácil a la hora de vender libros, que no es lo mismo que obtener reconocimiento. “Aunque mi trabajo siempre se ha considerado bueno, nadie tenía demasiado interés en publicar a una mujer negra o una mujer británica negra”, reflexiona. “Siempre hay tokenismo [una representación superficial de grupos minoritarios], una o dos personas que se convierten en estrellas y con eso es suficiente para la industria. Pero no se fija en todos los demás que también están realizando un trabajo interesante, incluso excelente, a quienes no les brinda las mismas oportunidades”.

A ella le ha llegado el éxito masivo ahora y observa que, al igual que con la literatura escrita por mujeres, está habiendo un creciente interés en los autores y autoras racializadas. De hecho, muchos de los galardones literarios más importantes de 2021 se concedieron a autores africanos negros, incluido el Nobel a Abdulrazak Gurnah. Evaristo puntualiza que “hay que hacer una distinción entre los escritores africanos y los escritores negros porque no todos los escritores negros se identificarán como africanos, especialmente si tienen sus raíces en el Caribe o incluso en Estados Unidos” pero sí cree que este es “un momento muy interesante para los escritores negros”.

El interés de la industria editorial por temas o autores a los que se puede etiquetar –feminismo, escritores racializados, literatura de mujeres, etcétera– siempre tiene el peligro de quedarse en una estrategia de marketing fugaz. Ella lo tiene muy claro: “Desde mi punto de vista, es bueno que la industria se abra a nuevos puntos de vista, pero la cuestión realmente es, ¿Estos libros se venden? ¿Están vendiendo suficientes copias para que sea financieramente viable? Si lo son, entonces la moda continuará. Solo cuando ya no tengan éxito económico, la industria volverá a alejarse”.

Una vida dedicada al activismo

Su larga trayectoria como creadora –no solo escribe narrativa sino que toca todos los géneros, desde la poesía hasta la radionovela– ha estado centrada en luchar contra el racismo y a favor de la representación de las personas no blancas en la cultura. El activismo ha sido una constante en su vida y ha sido consciente de cómo ciertos acontecimientos, como el Black Live Matters o el #Metoo han redirigido el curso de la historia. En la actualidad, considera que muchas cosas han mejorado gracias a que hay más acceso a la información, pero el exceso de ruido puede ser contraproducente.

“Hace años obtenías una versión filtrada de los eventos mundiales a través de los medios, pero ahora la información está en todas partes. Sabemos lo que sucede en Ucrania, que el derecho al aborto está siendo revocado en Polonia y Texas o la lucha de los migrantes por llegar a Europa”, comenta. “Y creo que la mayoría de las personas desconecta emocionalmente porque hay demasiado que asimilar aunque empatices con las personas que están en esas situaciones”.

Actualmente, su altavoz es muy potente y hace buen uso de él siempre que puede, entre otros sitios en Twitter, una plataforma que le encanta, aunque reconoce que la usa con cierta prudencia. “Ahora la gente me hace caso y antes no. Podría decir algo y tal vez diez personas me respondían pero ahora puedo tener miles de comentarios”. Pero aún así sostiene que “aunque ahora ocupo puestos como el de la Royal Society of Literature por dentro sigo siendo la persona radical de siempre. Una persona que quiere luchar por una sociedad mejor para todos nosotros. En concreto para las personas negras o incluso más concretamente, para las mujeres negras y Twitter es una muy buena herramienta para ello”.

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