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Niño de Elche y Laurent Garnier acaban con las barreras genéricas en el Sónar

Niño de Elche y Laurent Garnier acaban con las barreras genéricas en el Sónar

EFE

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Con 25 años de historia a sus espaldas al Festival Sónar no le hace falta demostrar su versatilidad, pero por si alguien tuviera dudas, hoy ha dado otro ejemplo de ello con una jornada capaz de albergar el espectáculo total ofrecido por Niño de Elche y el bailarín Israel Galván con el autohomenaje que se ha regalado el dj Laurent Garnier.

El alicantino Francisco Contreras, o Niño de Elche, está abonado al Sónar en sus recientes ediciones y para este año de efemérides ha preparado junto a Galván un show creado ex profeso, en el que su voz, que cabalga desde el flamenco a la experimentación “avant garde”, se ha fundido con los tacones del bailarín, montaje surreal, por momentos casi dadá, abstracto pero lleno de intensidad.

Niño de Elche ha jugado con su garganta, un discurso locuaz en el que combinaba el recitado de un texto “machadiano” que quería parecer académico, la poesía, la copla, los gritos, el silabeo o el tartamudeo de su voz con el baile de Galván que ha taconeado sobre un cajón, sobre una valla metálica arrojada en el suelo, generando un sonido de locomotora y a cuatro patas encima de una mesa, con zapatos en sus manos.

Una “performance” insólita, en la que el Niño ha dejado ver su inmensa humanidad encima de una máquina vibratoria de gimnasio que removía sus carnes y que ha dejado pasmados a muchos (aunque no ha llegado al asombro generado por el show del látigo masoquista de Arca del año pasado).

Ha pasado un cuarto de siglo desde que unos cientos de personas se reunieran en el CCCB y la Sala Apolo de Barcelona en la primera edición del Sónar. Bajo el ambicioso epígrafe de “Festival de músicas avanzadas” desembarcaba una evento que no solo convulsionó la modesta escena electrónica de la ciudad sino que removió los cimientos de la nueva cultura, ligada ya sin otra posibilidad, a la tecnología digital.

Ha llovido mucho desde entonces y Sónar es ahora una marca que diversifica sus citas por todo el planeta -este año con calendario en Buenos Aires o Reikiavik, entre otras- aunque la de Barcelona siga siendo el epicentro de todo.

Y si hay un artista cuyo nombre está vinculado a la historia del festival, a fuego y sudor, ése es Laurent Garnier, el dj francés que pinchó en aquel lejano 1994, que lo ha pisado casi en cada edición, y que hoy cerraba (pinchaba hasta medianoche) la primera jornada con una especie de set de autohomenaje.

“Laurent plays Garnier” ha sido un compendio de lo que este veterano productor de techno ha generado desde finales de los ochenta cuando comenzó a pinchar en Manchester, y en el que ha resultado francamente emocionante verle pinchar sus adrenalínicos “Doctor C'est chouette” o “Flashback”.

También se han pegado una buena paliza los hermanos David y Stephen Dewaele, o lo que es lo mismo 2manydjs, que junto a James Murphy han estado a cargo de Despacio, un oscuro club repleto de un publico que a media tarde bailaban a ritmo de italodisco.

Además de su sesión como dj, James Murphy, actuará también el próximo sábado noche con su banda LCD Soundsystem en lo que se espera que será uno de los momentos clave de este Sónar que ofrece un programa de 150 actuaciones y 290 actividades.

La primera jornada de esta edición “efemérides” ha dado para mucho. Algunas rarezas “friki” como el directo que los japoneses Yuzo Koshiro y Motohiro Kawashima han entregado con, entre otras curiosidades, las bandas de música chiptune que estos programadores y arreglistas crearon para videojuegos como “Streets of Rage” y “Katekyo Hitman Reborn!”. Plástico y microchip hecho baile.

El DJ y productor francés Sébastien Devaud, Agoria, ha entregado una selección de los sonidos atmosféricos y espaciales de su último EP, “Boomerang” (2017) en un espectáculo en el que los juegos entre la oscuridad y las luces han sido los contrapuntos que han marcado la sesión.

Pero el Sónar no sólo es música, ya que las instalaciones tecnológicas han sido otra de los elementos esenciales, la más sorprendente la enorme cúpula geodésica Sona360º en la que la decenas de personas disfrutaban tumbados de las proyecciones hipnóticas elaboradas por la Société des Arts Technologiques, la Barcelona Fulldown Creations o el Royal College of Art Fulldome Research Group.

Un verdadero viaje al fondo de la mente que estará abierto hasta el próximo sábado.

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