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Menos buenas prácticas que nunca

El nuevo director gerente del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), José Miguel García Cortés

J.M. Costa

Si los politicos españoles no tuvieran dedo índice, ¿mejoraría el país? Al menos en el terreno de la cultura esa carencia sería muy bienvenida. En esta España donde aún no ha desaparecido el olor a alcanfor galdosiano, sigue pareciendo lo más natural digitalizar políticamente a los directores de instituciones tan diversas como Teatros, Auditorios, Compañías, Orquestas, Museos o Centros de todo tipo. Y si no es a dedo, se riza el rizo y se inventan los más increíbles procedimientos.

El dedo acaba de caer sobre una institución de alto prestigio como el CCCB (Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona). Después de que Marçal Sintes dejara una dirección ya discutida en su día por extemporánea, el consejero Ferran Mascarell ha nombrado por su cuenta y riesgo a un nuevo director, el escritor Vicenç Villatoro. La digitalización se justificaría porque, según argumentaciones anteriores de Mascarell, “es lógico que las instituciones culturales transmitan la política de la Consejería”. De lo más sincero, porque Villatoro es uno de los soportes intelectuales de Convergència i Unió, por quien ha sido parlamentario, director general e incluso presidente de la Televisión Catalana.

En Murcia, a Javier Fuentes Feo del Cendeac (Centro de Documentación y Estudios Avanzados de Arte Contemporáneo) no le han renovado el contrato y permanece sin dirección, ambas cosas sin mayor justificación. En su origen está el cambio de presidente de la Comunidad de Murcia (PP) y, claro, del consejero de Cultura. Al exconsejero Pedro Alberto Cruz, sobrino del presidente saliente, Ramón Luis Valcárcel, se le ha buscado un empleo como director del por ahora casi fantasmal Espacio Doméstico (EDOM) en la localidad de Blanca, un futuro centro videográfico. No es raro que un diario alemán titulara hace ya años: “España, el país donde los directores de museos cambian con los gobiernos”.

Un problema estructural

Pero a todo hay quien gane, al menos si se trata de despropósitos culturales. Tras muchos años, el Espacio Andaluz de Creación Contemporánea (EACC) ha decidido abrir sus puertas en Córdoba. Se trata de un edificio grandioso, hasta hace nada sin accesos y que hace unos dos años perdió casi por desidia la colección de Pilar Citoler, una de las más importantes de España (1.200 obras), que finalmente ha recalado en Zaragoza. Cabe preguntarse a cuento de qué se trata de abrir ahora lo que llevaba reposando años. Pero claro, este indigesto pastel heredado de la Junta de Griñán pesaba como plomo si lo mantenían cerrado. Cálculos de la política. Y como lo de Córdoba está marcado por la improvisación y la ocurrencia, su última decisión es de las más delirantes que se recuerdan, no ya en este país, sino en el ancho mundo.

La contratación de director se confía a la licitación. Como bien explica Elena Vozmediano en su blog Y tú que lo veas, el escrito de licitación se compone de 56 páginas repletas de condiciones que no tienen absolutamente nada que ver con el puesto a cubrir. Entre otras muchas curiosidades, el elegido tendría que depositar una especie de fianza por si se le ocurre rescindir el contrato. Es decir, se pretende elegir al director o directora del EACC como si se estuviera contratando la limpieza de la fachada. De hecho, cabría la posibilidad de que la licitación fuera ganada por una empresa de la construcción (porque ya están acostumbradas) y fuera esa empresa quien acabe nombrando al director.

Lo anterior parece una locura, pero es una locura argumentada. Resulta que por disposición del Gobierno central que afecta a las autonomías, estas no pueden crear nuevos puestos en la Administración pública. De modo que la única posibilidad administrativa para contratar a alguien como el director del EACC sería esta historia de la licitación. Parece que ese punto es cierto y es fácil encontrar directores de otras instituciones públicas contratados por ese método. Es decir, hecha la ley, hecha la trampa. Realista, quizá, pero chapucera y precaria, como suelen ser las trampas.

Hay que insistir, estas cosas suceden en todos los ámbitos de la Cultura, llámense Teatros y Óperas, Auditorios, Orquestas y Coros, Compañías de Teatro o de Danza, Cinematecas, Institutos de todo tipo, Centros Interdisciplinares... A nivel estatal y local, porque son las autonomías, provincias y municipios quienes llevan el peso de la acción cultural. Responsabilidades concebidas muchas veces como propaganda y/o cómo una prebenda a gente cercana, incluso familiares. Lo cual conduce a todo tipo de disfunciones e incluso a ingerencias políticas crecientes.

Aquellas buenas intenciones

Este conjunto de dislates llaman especialmente la atención en el terreno de las Artes Visuales porque es en el Arte Contemporáneo donde se ha trabajado desde hace mucho tiempo en este sentido. Así se llegó a un Documento de Buenas Prácticas en Centros de Arte firmado en el 2007 por el entonces Ministerio de Cultura y todas las asociaciones del sector. En muchos casos recientes, las asociaciones del sector, estatales y locales, han protestado ante los flagrantes incumplimientos del Documento de Buenas Prácticas y la recientemente creada mesa sectorial de ese sector comienza a plantearse acciones de mayor rotundidad. De cuando en cuando, como acaba de suceder con el IVAM de Valencia, un centro de peso se adhiere al documento, algo reclamado expresamente por más de veinte asociaciones del sector.

En ese documento se contienen una serie de disposiciones sobre nombramientos, contrataciones o funcionamiento que son lógicos por transparentes y porque es la única forma de garantizar cierta continuidad de los proyectos y la necesaria independencia de criterio en una actividad, la cultural, que por su propia dinámica, tiende a cuestionar precisamente al poder.

El documento que se ha ido impulsado en Artes Visuales, completado y mejorado en lo que sea necesario, podría servir como plantilla para un Documento de Buenas Prácticas en todas Instituciones Culturales. Aceptado y firmado en todos los niveles descritos. En última instancia, no se trata solo de un problema ético o moral, sino básicamente y como prueban los casos relatados, de pura efectividad. Social y cultural, sobre todo, pero también económica. El dedo tiende a ensuciarse.

Corrección: En una versión anterior de este artículo hemos dicho que Javier Castro había sustituido a Javier Fuentes Feo como director del Cendeac de Murcia. La Consejería de Cultura de Murcia y Javier Castro lo niegan, porque todavía no se ha producido ningún nombramiento para el puesto. Castro continúa trabajando en el Cendeac en el puesto que tenía antes bajo la dirección de Javier Fuentes.

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