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Entrevista Coreógrafa y directora de los Teatros del Canal

Blanca Li: “Yo lo hago todo”

Blanca Li, directora de los Teatros del Canal, en las instalaciones de estas salas públicas madrileñas

Pablo Caruana Húder

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Blanca Li atiende a este diario en su despacho de los Teatros del Canal. Una Blanca Li que nada tiene que ver con su paso fulgurante en septiembre por el programa de televisión La Resistencia, donde vimos a una artista en puro juego mediático desplegando un show extremo de cuerpo y pose. Nada que ver con la desmesura y el galanteo. Li se muestra seria, profesional, con chaqueta y vaquero, línea recta y austeridad. Desde 2019 dirige el gran buque escénico de la capital, los Teatros del Canal, y desde el año pasado la Comunidad de Madrid también le ha dado la dirección del festival Madrid en Danza. Es y se sabe uno de los personajes más poderosos e influyentes de la gestión escénica de nuestro país, que viene de una pandemia y se afana de haber sido el gran coso europeo que ha podido acoger a compañías huérfanas de escenario y de nunca haber cerrado.

Ahora, con los aforos completos desde hace un mes, la relación con las compañías internacionales mucho más normalizada y con un comienzo de temporada apoteósico en lo personal, Blanca Li está contenta, segura en su puesto, afirmativa y contundente. En septiembre recibió el premio a la mejor experiencia de realidad virtual en la 78ª edición del Festival de Venecia por su obra Le bal de París, una obra inmersiva basada en la opereta del austrohúngaro Franz Lehár. Y en octubre tomó asiento en la sección de coreografía de la Academia Francesa de Bellas Artes, una ceremonia de gran boato que Li supo romper llenando el gran palacio del Instituto de Francia de bailarines de danza clásica, neoclásica, contemporánea y hip-hop: “Ha sido un otoño intenso. Lo de Venecia ha sido una sorpresa preciosa. Y en el nombramiento de la Academia era importante y quería celebrarlo. Además, quería dar el mensaje de que no era la danza académica la que entraba en la Academia. Quería marcar que conmigo entran todas las danzas. No una”, afirma.

¿Cuáles son las funciones que tiene que acometer como académica?

Cada semana tenemos reuniones donde se trata lo que haya de actualidad, las leyes que van a aprobarse, premios que se están creando, o se atienden consultas que se hacen a la Academia. Por ejemplo, cuando estaban reconstruyendo la Iglesia de Notre Dame se consultó con los arquitectos de la Academia el proyecto. Podemos participar de muchos modos en la vida cultural francesa. También se han creado fondos para artistas durante la pandemia, becas, hay atender los espacios de la Academia…

Como primera mujer de la danza que está en la Academia ¿cuáles son las medidas que quiere impulsar?

Una de las primeras tareas que quiero acometer, y creo que la Academia es el lugar perfecto desde donde hacerlo, es la integración de la danza en las escuelas. La danza puede ser muy importante en la educación básica de un niño, así lo corrobora la experiencia de los coreógrafos que hemos trabajado con esas edades. Personalmente he vivido casos increíbles de niños con problemas de adaptación que no iban muy bien en la escuela y que al acudir a clases de danza con regularidad han encontrado un lugar en el grupo, porque, por ejemplo, a lo mejor bailaban muy bien y conseguían la admiración del resto. La danza sirve para poder existir de otra manera y eso ayuda a que vayan mejor en la escuela, sirve para trabajar la autoestima y la seguridad en si mismos. También estoy trabajando en fomentar la creación de más ayudas para la danza.

Omnipresente y ecléctica

La vida de Blanca Li ha cambiado desde que asumió la dirección de los Teatros del Canal en 2019. Ha trasladado su residencia a Madrid desde París, a un piso cercano al teatro. Solo lo pisa para dormir y poco más, pasa todo el tiempo en el teatro, con un ojo en el día a día y otro puesto en la programación que tiene que ir cerrando con más de año y medio de previsión. Nada más comenzar la entrevista, Li deja claro su catecismo gestor, ecléctico y personalista: “Lo que decidí y lo que propuse cuando me presenté a este cargo era un teatro abierto, un lugar de encuentro donde todas las disciplinas y los estilos se cruzasen. Lo que no quería era una línea de programación. Mi programación es ecléctica como soy yo. Soy una persona que me encanta todo, he trabajado en cine, teatro, circo, ópera, moda. Nunca me he cerrado a una disciplina, aunque sea coreógrafa. Mi vida ha sido siempre multidisciplinar. He trabajado con todo tipo de creadores y eso es lo que estoy trayendo a este teatro. Un teatro donde por la mañana puedes venir con tus niños a ver una cosa superbonita, por la tarde puedes ver una película con dos músicos tocando en directo y por la noche bajar a la sala verde y ver una ópera, o ir a la sala roja y ver un ballet. Pero al día siguiente tienes circo y tienes teatro clásico, y al siguiente tienes la compañía más vanguardista. Este teatro está abierto a todas las artes escénicas, desde lo más clásico a lo más contemporáneo”, defiende.

Como directora de programación cuenta con un presupuesto de programación de 3,8 millones de euros. Algo más reducido respecto a otros años. Este agosto por fin se resolvió una licitación complicada y que llegaba con retraso. La adjudicación ha pasado a manos de la unión temporal de dos empresas: imesAPI y Salzillo Servicios Integrales que gestionarán el teatro durante dos años por un total de 15,2 millones. Clece, la empresa adjudicataria anterior, sigue llevando a su vez la seguridad del centro por una cuantía de 1,6 millones. Un total de 16,2 millones de euros que contrasta con la licitación anterior en la que Clece gestionaba todo el teatro, incluyendo la programación durante cinco meses de la cual se llevaba el cien por cien de la taquilla, por un total de 18 millones. Un modelo que venía siendo así desde la inaguración del teatro en el año 2009. En resumen: más que programación que hacer pero con menos dinero.

Aun así, la programación de los Teatros del Canal en esta etapa de Li es ingente, sus tres salas están continuamente activas. Además, la directora ha reforzado las ayudas a creación y producción a coreógrafos (trescientos mil euros al año) y ha abierto una herramienta por la que cualquier compañía profesional de Madrid puede usar una de las nueve salas de ensayos que posee el teatro. Algo demandado por la profesión y que Li sabe lo importante y necesario que era: “Estoy muy orgullosa. Cualquiera tiene derecho a usar estas instalaciones para ensayar. Ellos mismos pueden reservarlas a través de esa herramienta. Esto es superimportante, sé lo duro que es necesitar, por ejemplo, en mitad de una gira un día de ensayo porque un bailarín se ha lesionado, lo tienes que sustituir y no encuentras ningún estudio. Canal se ha puesto al servicio de las compañías, esta es su casa y los nueve estudios están a su disposición desde las nueve de la mañana hasta casi las once de la noche”.

Evaluando la programación que viene, 2022 destaca por la gran propuesta de danza contemporánea internacional, muchas de las compañías son primeros nombres y algunas de ellas nunca las hemos visto en España: la joven Stehpanie Lake de Australia, los veteranos Pilobolus de Estados Unidos, Kibbutz de Israel, Jo Strømgren de Noruega, Alexander Vantournhout de Bélgica, Kidd Pivot de Canadá. “Lo que me gustaría es que los Teatros del Canal estuvieran al nivel de los teatros europeos”, avanza. “Quiero que el nivel de programación sea el mismo que hay en la Schaubhüne de Berlín, en el Teatro del Odeón de París, en Sadler's Wells de Birmingham, teatros con una mirada europea de intercambio. Estoy trabajando mucho para crear conexiones con estos lugares, para hacer coproducciones y que además estas vayan en ambas direcciones y sirva para que artistas de aquí se den a conocer”. En este sentido pone como ejemplo una producción de Andrés Lima que podría girar por Europa.

En su programación de la danza se ve una intención clara: apoyo al flamenco, tanto nuevo como clásico, presencia de danzas distintas (neoclásico, clásico y contemporáneo), respaldo a creadores emergentes y a los más consolidados…

Para mí la modernidad viene siempre de la tradición. Y estamos abriendo las puertas del teatro a gente muy joven que están buscando y también a los más grandes. Es mi medio, lo conozco muy bien. Pero no me quiero cerrar a ella.

En cambio en teatro la línea parece más desdibujada.

Hay muchas cosas.

Juan Carlos Pérez de la Fuente, Carles Alfaro, Andrés Lima, Els Joglars, Antonio C. Guijosa, Pedro Mari Sánchez, Mario Gas, Peris-Mencheta, Ron Lalá ¿Parece que predomina el teatro de texto, una línea más convencional que en la danza?

Pero bueno, sigue siendo contemporáneo. La mayoría de estas creaciones me han llegado con un texto. Lo que me gusta también es la creación desde cero. Me han traído un texto inédito, lo hemos leído y hemos decidido programarlo. Además, también viene avalado por quiénes son los directores o la compañía seleccionada. Hay que apoyar a la producción nacional después de una pandemia. Además, también viene desde Grecia Anestis Azas con Postales eróticas desde Grecia, o Juan Navarro con un montaje de Foster Wallace. Hay muchas cosas diferentes.

Es difícil saber de todo, ¿cómo hace para programar todas las disciplinas? ¿Se rodea de asesores? ¿Qué estructura de equipo ha montado para programar el teatro?

¿Le harías esa pregunta a un director de teatro? Te lo digo porque es muy recurrente que cuando a un director de teatro no se le cuestiona y cuando es una coreógrafa comienzan las dudas.

Le haría la misma.

Yo lo hago todo, programo todo lo que se hace en mi teatro. Soy una persona que lleva trabajando desde los doce años con artistas, toda mi vida. Y jamás me he cerrado a la danza. He trabajado con los más grandes directores de cine, sé hacer películas porque he aprendido con ellos a hacerlas, he dirigido cinco películas, he trabajado con gente de moda, desde dentro, haciendo espectáculos y desfiles, he trabajado con muchos directores de teatro porque me llaman para asesorar como coreógrafa, he trabajado como directora de ópera, he trabajado con grupos de música, tuve mi época súper rock'n'roll, tenía un grupo en los ochenta, las Xoxonees. Los músicos son parte de mi vida, siempre he colaborado con ellos en mis trabajos, pero además trabajé durante años en un local de jazz en Nueva York donde aprendí muchísimo… Es verdad, yo tengo una vida muy particular y sí, sé de todo.

¿Quiere decir que usted programa todo lo que ocurre en los Teatros del Canal?

Siempre ha sido así mi vida, no me cuesta nada, disfruto recibiendo aquí a los artistas, hablando con ellos, yendo a teatros, es un placer máximo. Y sí, elijo las cosas que me parecen importantes para estar en este teatro, muchas las decido en este mismo despacho con los artistas, otras ya hechas las veo y las programo. No hay una estructura de cuatro o cinco personas que me asesoren, no, lo hago yo todo. Excepto Canal Connect, cuya exposición que acompaña el ciclo está comisariado por Charles Carcopino.

¿Es uno de los ciclos que quizá más identifican, en cierto modo, su gestión?

Es un ciclo de ciencia, arte y tecnología, que tiene lugar en marzo. Este año, está (LA)HORDE, una compañía de danza muy de moda en toda Europa, son muy jóvenes y están haciendo un trabajo con dj maravilloso. Me apetecía mucho que se conociera aquí. Pero en ese ciclo también está Hiraki Umeda o el Danish Dance Theatre con un trabajo que utiliza videomapping y proyecciones. Hay una cosa que me interesa mucho, mucho, mucho: las nuevas formas de creación. Tengo el ojo puesto en las creaciones que están utilizando formas no convencionales de creación, hay un gran movimiento surgiendo de la unión entre arte y tecnología. Empezó antes pero con la pandemia se ha fomentado muchísimo. Son nuevas formas de creación que no tienen por qué ser escénicas pero que están reinventando el espectáculo en vivo. Ahí estoy a tope. En ese sentido, soy presidenta de DICRéAM, una comisión del Centro Nacional de Cine de Francia que ayuda a creadores que presentan proyectos que todavía no se saben lo que son, indefinibles todavía, que no tienen lugar. Una comisión creada en apoyo de esos objetos todavía no identificados que abordan nuevas formas de creación. Ahí estoy aprendiendo un montón. Digitalización, realidad aumentada, inteligencia artificial, me parece que hay una gran parte del arte del mundo del espectáculo que va a tomar ese nuevo camino. Y me gustaría que este teatro fuese uno de los primeros que estuviese ahí, recibiendo esas obras.

¿Nuevos proyectos o es imposible con tanta carga de trabajo?

Qué va, yo no paro. Ando en varios proyectos. El más cercano es un espectáculo de hip-hop que se presentará en febrero en el Teatro de Suresnes de París, en un festival de danzas urbanas que existe hace treinta años. Me han pedido un espectáculo, y les he dicho que lo voy a hacer con bailarines españoles. Estoy intentando apoyar las danzas urbanas en este país y que puedan entrar en las instituciones. Por eso llevamos haciendo ya dos años en Canal Street, un festival donde combino grandes compañías internacionales que aquí no se conocen con coreógrafos locales que están trabajando con bailarines de hip hop para fomentar que se creen nuevas compañías de danzas urbanas. Pero sí, lo que decía, presentaré nueva pieza en París, será el Cascanueces… Voy a hacer un Cascanueces hip-hop.

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