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La familia rusa de activistas LGTB huida a España: “La homofobia tiene poder por el apoyo del Gobierno”

Mila (derecha) y su familia, en el anuncio que ha desencadenado la polémica homófoba en Rusia.

Emili Serra

10 de agosto de 2021 19:24 h

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“Estamos exhaustas. Hemos tenido un mes y una semana muy duros. Nos movemos de hostal en hostal con nuestro equipaje buscando refugio”. Los primeros días de Mila y su familia en Barcelona están siendo muy diferentes a los de los pocos turistas que siguen llegando a la ciudad.

Aterrizó hace escasos días acompañada de su madre Yuma, su hermana Alina, sus respectivas parejas y su sobrina Milolika, tras huir de Moscú por el aluvión de amenazas homófobas que todas sufrieron después de participar en una campaña publicitaria del supermercado VkusVill. Tanto Mila como Yuma y Alina son homosexuales. La activista cuenta que están esperando cita para poder pedir asilo en España.

En un intento de abogar por valores más progresistas, la cadena de productos orgánicos publicó un anuncio en el que Alina y su novia Ksenia, junto a Yuma y Mila, recomendaban sus productos favoritos.

Aun así, el anuncio fue catalogado para mayores de 18 años según la ley contra la 'propaganda' LGTB' que Rusia adoptó en 2013 y que prohíbe mostrar relaciones “no tradicionales” a menores de edad.

Las amenazas no tardaron en llegar. “Algunas eran tonterías, solo insultos, pero otras eran aterradoras: recibimos una imagen de un hacha llena de sangre por mensaje directo. También nos mandaron documentos oficiales donde, aprovechando la ley contra la 'propaganda' LGTB, nos denunciaban para que nos quitasen a la niña, que hemos criado juntas”, cuenta Mila a elDiario.es.

La empresa también recibió numerosas críticas y dio marcha atrás, disculpándose por “herir los sentimientos” de sus clientes. “No tenían miedo de la gente, sino del Gobierno”, interpreta ella.

El acoso vino de parte de grupos neonazis que, según dice Mila, cuentan con el apoyo del Kremlin. “Difundieron nuestras redes sociales y nuestro domicilio. Empezaron a escribirnos, amenazando con acabar con nuestras vidas y con la de Milolika”.

Al ser activistas LGTB, no es la primera vez que la familia vive una situación así: hace dos años, después de la campaña en contra de los asesinatos de personas LGTB en Chechenia, huyeron a Georgia, de donde volvieron recientemente. 

“Llevamos cinco años siendo activistas LGTB. Formamos parte del festival de cine Side by Side, que es un evento precioso donde compartimos películas queer de todo el mundo y siempre que lo hacemos recibimos amenazas y acoso. Vienen los neonazis y nos lanzan gas lacrimógeno, nos esperan escondidos en esquinas... También viene la policía e intenta cerrarnos el festival”, dice Mila, que asegura que la respuesta al anuncio no le sorprendió.

Pero no todo fueron amenazas. La familia también recibió miles de mensajes de apoyo de parte de gente que agradecía, al fin, poderse ver representada. “En Rusia hay muy pocas personas LGTB con una familia de verdad. Muchas de ellas viven en soledad y no tienen el apoyo de sus padres. Viven escondidas y no pueden mostrar a sus parejas o seres queridos. Esconden a sus hijos porque tienen miedo”. Es por esto que, a pesar de las duras consecuencias que ha tenido, la familia se siente orgullosa de haber participado en la campaña.

Según informa Human Rights Watch, además de impedir la representación de relaciones homosexuales en público y ante menores, la ley de 'propaganda' LGTB también se ha usado para prohibir manifestaciones pacíficas, posts en redes sociales o Deti-404, una web que ofrecía ayuda psicológica a jóvenes LGTB. Todo en favor de los “valores familiares”.

“No puedo llevar banderas acoíris o símbolos LGTB en Moscú porque me pueden atacar. Pero lo importante es que son una minoría. La homofobia es minoritaria en Rusia, pero como tiene el apoyo del Gobierno, tiene mucho poder”, dice Mila.

Ahora intenta, sin éxito, encontrar trabajo en Barcelona. Mila dice que la familia no puede empezar el programa de refugiados al que se han apuntado y que les podría ofrecer un hogar porque no hay cita disponible en Extranjería. Han contactado con organizaciones LGTB y con Cruz Roja, pero sin ser parte del programa es difícil que les puedan ayudar, dice. 

A pesar de todo, tiene fe en un futuro mejor. “Creemos que todo el mundo tiene derecho a tener una familia y las políticas crueles de Rusia privan a las personas LGTB de ello. Haremos todo lo que podamos para que esto no sea así. Nos hemos ido, pero Rusia y Moscú siguen con nosotras. Adoramos su gente, son maravillosos y están listos para aceptarnos. Solo estamos esperando a que caiga este régimen político y el país pueda ser libre”.

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